La contaminación por plásticos abarca mucho más que los océanos, también está en el aire que respiramos y que en forma de milimétricas partículas caen sobre ciudades muy pobladas de España, donde cada día “llueven” millones de pequeños fragmentos y fibras plásticas, favoreciendo problemas de salud en la población.
El viento transporta los microplásticos desde diversas fuentes, como las carreteras (por la abrasión de los neumáticos), de la ropa, sobre todo cuando se lavan prendas de fibras sintéticas, que al secarse, el agua evaporada lleva microplásticos que posteriormente caen con la lluvia, ha explicado Carlos Edo investigador de la Universidad de Alcalá.
Microplásticos atmosféricos
La mayoría de microplásticos atmosféricos son fibras muy finas con un diámetro aproximado a la cuarta parte del grosor de un cabello humano y compuestas en más de un 90 % por poliéster, un material muy usado en la producción de fibras textiles, ha observado Edo quien incide en que su “inhalación constante los puede convertir en un riesgo para la salud”.
Además de las fibras ya citadas, en la atmósfera hay otras en menores cantidades como las acrílicas y fragmentos de polipropileno o de poliuretano y, entre todos, arrojan un número de microplásticos en el aire que varía entre 5 y 100 por metro cuadrado y día, dependiendo del lugar o ciudad, ha señalado el investigador.
Estos datos son el resultado de un estudio publicado recientemente en la revista científica “Science of the total Enviroment” y que cuantifica por primera vez el plástico que se deposita en algunas localizaciones y ciudades españolas como Madrid Moncloa y Madrid central, Vigo, Pamplona, Barcelona, Alcalá de Henares, Molina de Segura, Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria.
Aunque es “difícil” hacerse una idea de lo que representan las cifras, Carlos Edo ha detallado que podrían ser el equivalente a una lluvia de un millón de pequeñas partículas plásticas todos los días sobre la Puerta del Sol de Madrid, mientras que sobre el área madrileña metropolitana se depositarían hasta 3 toneladas de plástico al año o cifras cercanas a la media tonelada en Barcelona o Vigo.
Madrid, Barcelona y Vigo
Las zonas más densamente pobladas o industriales reciben más cantidad de materiales plásticos, siendo Madrid, Barcelona y Vigo las ciudades con mayores tasas de depósito en contraposición a poblaciones de zonas costeras, de menor tamaño o alejadas de centros urbanos, que presentan tasas menores.
El experto ha precisado que el estudio, liderado por doce entidades de la Red de Investigación de Residuos Plásticos en el Medio Ambiente (Envirolanet), y coordinada por la Universidad de Alcalá, analiza con precisión el alcance de esta contaminación midiendo los depósitos de microplásticos en las ciudades respecto al tamaño, población, actividades económicas y clima.
Edo ha resaltado el valor de la investigación, por ser la primera que cubre zonas urbanas de un país aplicando las mismas técnicas de estudio y protocolo a las ciudades seleccionadas, debido a que hasta ahora los estudios atmosféricos de microplásticos en diferentes urbes del mundo no estaban sujetos a un mismo patrón.
Para el experto, es necesario utilizar el menor plástico posible y, por tanto, generar menos residuos y ha advertido de la dualidad de los plásticos: “Por un lado hacen la vida más fácil y amable, mientras que por otro, su uso, es motivo de preocupación por la contaminación que generan”.
“No podemos eliminar el plástico de nuestro día a día, pero sí intentar cambiar los hábitos, para vigilar la gestión de los residuos, estamos rodeado de plástico, es un mundo de plástico”.
En este punto ha pedido a la industria textil, una de las más contaminantes del planeta, “claridad” en la descripción de insumos, y con porcentajes exactos en sus etiquetas que detallen la composición para conocer cuánto poliéster usa la textil e intentar controlar y moderar sus residuos.
Asimismo, ha pedido más dinero para la investigación de microplásticos porque, los proyectos están, en general, limitados por cuestiones de dinero, y recuerda que los análisis para investigar su afectación en el ser humano así como acciones para mitigar sus impactos son carísimos.