Los menores de edad que tienen una escasa comunicación con sus padres presentan mayor probabilidad de convertirse en víctimas de acoso o explotación sexual vía internet, pero también del grooming, es decir cuando un adulto busca ganarse su confianza para sostener relaciones sexuales.
Así lo advirtió Rolando Pomalima Rodríguez, director de Niños, Niñas y Adolescentes del Instituto Nacional de Salud Mental Honorio Delgado – Hideyo Noguchi, en el
especial multimedia Redes Peligrosas, en el que periodistas de la
Agencia Andina que fingieron ser menores de edad se contactaron con los acosadores.
El especialista explicó que los menores necesitan la protección y confianza de sus cuidadores primarios, papel que generalmente recae en los padres. “Se forman así los llamados vínculos afectivos adecuados que, a su vez, generan apegos seguros”.
Sin embargo, cuando esta confianza no se construye de forma adecuada por falta de interés, tiempo u otras dificultares, los menores se sienten solos y recurren a otras personas.
“En esta lógica, los maltratadores usan estos medios de comunicación para ver qué niño o niña se engancha. Y normalmente se van a enganchar los niños con este tipo de historias, es decir menores de gran vulnerabilidad: ansiosos, temerosos, con baja autoestima, de repente con síntomas depresivos”, advirtió.
Un ciclo perverso
El grooming comienza con una etapa de enganche, en la que el menor es captado por el acosador. Tras este contacto inicial, ocurre la fidelización y posteriormente la seducción (cuando el contenido de la comunicación se vuelve de índole más sexual).
Esta situación puede terminar en abuso sexual, chantaje sexual, difusión o exigencia de pornografía infantil e incluso puede ser la puerta de ingreso a una red de trata, con fines de explotación sexual o laboral.
A lo largo de este proceso, los menores sufren estrés y traumas. Por ello es importante que los padres noten diferencias de comportamiento y actúen.
El doctor Pomalima sostuvo que siempre es posible recuperar o reconstruir la confianza entre padres e hijos, si estuviera dañada. “Hablamos de revinculación. Podemos volver a tener los apegos seguros y el menor tendrá la certeza de que papá y mamá lo van a escuchar y, evidentemente, lo van a ayudar”.
(FIN) HM/RRC