08:22 | Lima, ene. 27 (ANDINA).
El periodista Luis Miranda recorre numerosas salas de redacción en busca de las historias que libren a los periódicos de su aciago destino al día subsiguiente. Para ello no duda en bucear en busca de lo que en el argot se conoce como “personajes”: seres cuyos oficios, historia, triunfos o fracasos los vuelve difíciles de generalizar, hasta adquirir la categoría de símbolos.
Así, las historias que Miranda imprimió en distintos medios de comunicación merecían un destino mejor, una revaloración que diera cuenta de los cambios ocurridos en el Perú mestizo, popular y diverso de los últimos años. Con esa idea surge El pintor de Lavoes y otras crónicas (Ediciones del Erizo, 2008).
“La idea de recopilar mis escritos empezó cuando Julio Villanueva Chang (ex director de la revista Etiqueta Negra) mostró bastante entusiasmo por mis notas. A raíz de esas conversaciones hicimos un grupo seguidor de las crónicas, pero, como no me gustan las camarillas, me salí. Uno hace las crónicas porque le gusta hacerlas. Es un lujo del lenguaje poder cincelar cada frase, de tal manera que la experiencia de leer sea no solo informativa, sino también artística.”
El lenguaje es fundamental para el cronista. Por eso no tiene reticencias en admirar a quienes considera modelos de estilo para escribir: desde el maestro de la ironía en español, Francisco de Quevedo, hasta el barroco moderno de Alejo Carpentier.
La lista incluye a otro fino observador cubano, Guillermo Cabrera Infante; y en cuanto a los locales, Federico More, Hernán Velarde, Eloy Jáuregui y Jaime Bedoya.
“Tengo que decir algo más que floro para conseguir el efecto deseado. Hago todo lo posible por escribir con más nervio, a fin de tratar de reflejar el frenesí en un texto. He tenido gran suerte para escribir con la libertad de dirigirme más al argumento y a la estructura.”
Frescos de época
A diferencia de aquellas opiniones que consideran “marginales” a los personajes retratados por Miranda, una mirada más amplia, hasta sociológica, revelaría lo inadecuado del término. Las crónicas son como frescos que dan cuenta de rostros y anécdotas con la peruanidad finisecular de fondo.
Entre ellos, la de Percy Rodríguez Marchand, mejor conocido como “Misterio”, líder de la barra Trinchera Norte (y cuya historia fue adaptada a la TV); las peripecias detrás del escenario de la popular cantante Dina Páucar; la historia de una redención del joven que pinta rostros de Héctor Lavoe en el Callao; un cachascanista abusivo; o las excentricidades esotéricas del locutor radial Pete the Beat.
“La crónica está a medio camino de la noticia y la literatura. Lo que está ocurriendo en la esquina puede verse en un periódico, pero gracias a la crónica se puede captar mediante otros códigos una noticia de manera más totalizadora. No he escrito pensando en ayudar a alguien o para salvar el mundo. Al contrario, la gente lo lee como si fuera un cómic, pues es un objeto lúdico, de placer y entretenimiento.”
(FIN) DOP
Publicado: 27/1/2009