La Cámara Popular de Libreros de Amazonas la integran 201 libreros quienes recuperaron el espacio adyacente al puente Balta, en el distrito del Cercado de Lima.
1. Juan Gervacio Guzmán tiene pinta de académico y su estand, el D-11, en la feria del libro de Amazonas, es una mina de oro que produce arritmia a los bibliófilos de fina estampa. Me recibe abriendo un ejemplar de Tradiciones, edición de 1879, año del inicio de la Guerra con Chile, con la dedicatoria firmada por “el autor”, léase don Ricardo Palma.
A sus 65 años, y 30 dedicados al oficio de librero popular, el señor Gervacio es una enciclopedia andante. ¿Cómo empezó todo? Acababa de renunciar a un trabajo y mientras buscaba “otras perspectivas”, un amigo lo invitó a trabajar en la desaparecida feria de los libreros de la avenida Grau. Como en casa tenía “una biblioteca bien formada”, le gustó la idea.
Lo que empezó como un trabajo temporal mientras postulaba a otras chambas, le gustó: “Poco a poco fui conociendo personas, a profesores, abogados, médicos, y como me gustaban tanto los libros y la lectura, me agradó tanto el ambiente que dejé de buscar otros trabajos”.
Gracias a su trabajo con los libros ha sacado adelante a su familia. Sus dos hijos son profesionales, mas no son ávidos lectores como el padre, que es el cimento del buen librero.
“En este oficio nunca uno acaba de aprender”, cuenta don Gervacio, quien se define como lector y ha vendido aquí libros en castellano, inglés, latín y griego. Ha sabido cosechar no solo buenos clientes de décadas, sino también amigos, gracias al conocimiento que aguarda entre los lomos de un libro.
Han pasado por sus manos “algunos libros importantes”; como una edición de los Comentarios reales de Garcilaso de la Vega de 1700; la memoria de los virreyes, ¡bocatos di cardinale! Y de “tiempos modernos”, varias primeras ediciones de títulos peruanos y latinoamericanos, los vargasllosas, los garciamarqueses, etcétera (si están autografiados tienen mejor cotización); diccionarios históricos y otros manjares que adquieren rápidamente los clientes para sumarlo a sus colecciones particulares.
2. Por los pasajes de este emporio cultural han transitado académicos de polendas. Pablo Macera, Francisco Miro Quesada, Luis Guillermo Lumbreras, Waldemar Espinoza, Javier Pérez de Cuellar y Marco Aurelio Denegri, verbigracia.
A sus 19 años, Liangshan Josue Huamán es el librero más joven de todo el campo ferial. En los meses que lleva en el oficio ha aprendido la regla básica: no basta con leer, hay que estar bien informados para poder ganarse y enfrentar a lectores exigentes que se zambullen entre los puestos. En ese intercambio de ideas con el público selecto hay un aprendizaje.
Liangshan estudia Comunicación, da sus primeros pasos como booktuber y asegura que será escritor. Ha descubierto a Denegri a través del Youtube y ha se ha tatuado el rostro del polígrafo más famoso de la televisión peruana.
No es el único denegrista a carta cabal en Amazonas. De sus 35 años, Jorge Huarancca lleva 15 años como librero popular. Es creador de la cuenta tik tok Mi mundo Mis libros; es otro admirador de Denegri. Lo recuerda visitando los estands de este emporio. Tiene sus máscaras, discos, fotografías y por sus manos pasaron muchos libros que pertenecieron al famoso entrevistador peruano, con su clásico ex libris.
Huarancca empezó a familiarizarse con libros de niño. Muchas veces su tía lo cuidaba y lo entretenía dándole “chistes” antiguos, Memín, Condorito, abrieron su apetito por la lectura y hoy es un difusor de la cultura en las redes sociales. “Lo mío no es solo vender, sino también es compartir contenido interesante para el público lector”. En solo tres meses en Tik Tok ya suma casi 4,000 seguidores. Las redes le permiten generar el interés con lectores jóvenes.
También, gracias a los contenidos que cuelga en las redes, ha ampliado y contactado con bibliófilos de ciudades “que consumen literatura”, como Cusco, Arequipa Trujillo y Jaén, entre otras. Incluso lo han visitado lectores de Ecuador, Chile, Bolivia y México.
Luis Chamorro (de 27 años) también tuvo una niñez entre libros. Su mamá, Doris, ha trabajado siempre vendiendo maquetas en este emporio cultural, y poco a poco fue interesándose en ese universo. “Me fui haciendo un capital y, poco a poco, tuve ya suficiente stock de libros, y empecé”. A diferencia de sus colegas, Luis empezó la venta de libros online, creó en plena cuarentena su librería virtual, Nefelibata, y conoce muy bien lo que quieren leer los jóvenes:
Buscan algunos clásicos, pero muy puntuales, como los novelistas del boom latinoamericano, como Vargas Llosa o García Márquez; les interesa la ciencia ficción, H. G. Wells, Bram Stoker.
La demanda por animes y mangas ha crecido gracias a las series de las plataformas: los jóvenes quieren saber si la serie va con el espíritu del libro original, dice Luis, quien estudió música; también oferta partituras y libros que interesan a sus colegas. Si trabaja en un estand es porque no basta el internet: la gente quiere tocar y husmear entre libros.
Desde hace un mes, la gente está preguntando por obras del reciente Premio Nobel de Literatura, el noruego Jon Fosse, pero es un autor de sellos independientes. Los jóvenes buscan lo que recomiendan y no les basta leer en PDF, como creen algunos. Así, están de moda la poeta argentina Alejandra Pizarnik, el japonés Osamu Dazai.
3. En su estand, Víctor Hugo Gutiérrez vive entre dinosaurios y esqueletos que hace de resina y cerámica al frío; pulmones que laten y sistemas sanguíneos que fluyen gracias a un motor.
El artista empezó como ambulante, vendiendo libros infantiles a los que grababa audios en casetes para darles motivar más a los lectores.
Buscan las cualidades de su arte estudiantes de Medicina, de Veterinaria, alumnos de colegios de todo Lima, profesores. Si ha llegado a perfeccionar esos trabajos, esas maquetas interactivas, los juegos recreativos, es porque piensa en la pedagogía del salón escolar.
Eugenia Huarancca me saluda con los dedos manchados de brillo, goma, escarcha. Madre soltera, recuerda que cargaba a su hijo Darling a sus espaldas y recorría vendiendo libros por todo Lima. Hasta que llegó a la avenida Grau, donde la acogieron los libreros. Allí también, fue aprendiendo el arte de hacer maquetas para todos los cursos, experimentos, sistemas hidráulicos, etcétera, que se han convertido en su especialidad. Su clientela viene de todos los puntos de la capital y de provincias.
Cuando hace 25 años llegó al jirón Amazonas con sus compañeros desde la avenida Grau, recuerda que era una zona desamparada al lado del puente Balta. Llena de drogadictos y toneladas de basura. Varias mujeres que integran la asociación también tuvieron que pernoctar para evitar que les robaran sus preciados libros. Y también viajaron a muchas ciudades y pueblos respondiendo a las invitaciones para ferias.
4. “¿Ustedes quieren venir acá?”, les preguntó extrañado el alcalde cuando le plantearon el espacio que habían elegido los libreros. El alcalde de Lima, Alberto Andrade Carmona, les facilitó la movilidad y el 8 de noviembre de 1998 los 201 libreros llegaron al canchón en la cuadra cuatro del jirón Amazonas.
“La zona era una desgracia”, recuerda el librero Jorge Torres, quien fue uno de los tres primeros libreros que se instalaron en la cuadra 6 de la avenida Grau, en febrero de 1982. Cuando llegó a Amazonas no había nada. No se podía ni caminar; el hedor era insoportable y sacaron 140 toneladas de basura en camiones en unas jornadas de limpieza.
“Ahora, la zona es un emporio comercial, gracias a nosotros”, dice Torres, que suma 46 años como librero popular y se ha especializado en libros sobre Historia del Perú y medicina. Para él, los únicos dos alcaldes que se han preocupado por la cultura y los libreros han sido Barrantes Lingán y Andrade. El resto solo hizo promesas. O trataron de sacarlos, luego de que el lugar fue recuperado. Ha sido una constante desde Eduardo Orrego, asegura.
José Luis Robles Morales es el presidente de la Cámara Popular de Libreros de Amazonas, que nació de cinco asociaciones que trabajaban en la avenida Grau y se unificaron en 1997 para negociar con la Municipalidad de Lima su reubicación. Como sus compañeros, también se inició en el oficio vendiendo libros en el suelo, en el centro de Lima.
Recuerda que el compromiso de sus agremiados es con la cultura, y por eso está a disposición una biblioteca gratuita, donde también se realizan eventos culturales como un servicio a la comunidad.
Este año, como parte de las celebraciones por sus 25 años en Amazonas, la cámara presentó por primera vez premios en poesía y cuento. La idea es que el concurso sea anual y ampliarlo al género de novela. Lo que buscan hoy es resolver el tema legal respecto al espacio que ocupan y continuar siendo un foco cultural para todo el Perú.
Punto x punto
- Mediante un Decreto de alcaldía publicado en El Peruano, el 6 de noviembre de 1998, la comuna limeña accedió a la reubicación de los libreros de la avenida Grau.
- Los libreros ocupan un área aproximada de 5,000 metros cuadrados y están divididos en cuatro. Más un adicional distribuidos por zonas al 13 zonas.
-La feria abre sus puertas todos los días, de 9:00 a 21:00 horas.