Este nuevo hallazgo confirmaría que huaca Tomabal estuvo finamente decorado y su uso habría estado reservado para usos ceremoniales propios de un templo; un sitio de mucha importancia para los peruanos de aquella época, donde se encuentran los murales policromados más antiguos registrados hasta este momento en la región La Libertad, destaca Feren Castillo Luján, director del Proyecto Arqueológico Valle de Virú (PAVI), en diálogo con la Agencia de Noticias Andina.
El hallazgo se registró en la unidad de excavación número 1, en un área de apenas 5 x 9 metros, pero de mucha importancia, pues ello ha servido para evidenciar que en ese lado de este templo se esconde un gran muro policromado de unos 3 metros de altura.
“El objetivo de esta unidad de excavación era definir la esquina noreste del recinto que había sido destruido, un hecho que permitió al arqueólogo Régulo Franco y a mí en el 2020 un muro policromado de un personaje antropomorfo que en principio pensamos que era de la época Cupisnique, pero es mucho más antiguo. Y efectivamente hemos corroborado que tiene una esquina curva, el muro también está policromado, nos queda evidencias claras que el muro sigue bajando, pues solo estamos ante una parte del mural”, indicó.
El investigador mencionó que, por la tradición constructiva, donde destacan los adobes troncocónicos y sus variantes y la ausencia de cerámica, se puede asegurar que estamos ante un templo del Periodo Precerámico o Arcaico Tardío, que sería contemporáneo con el complejo arqueológico La Galgada, en la sierra de Áncash; el cerro Sechín, en Casma; o huaca Ventarrón.
“La tradición de esa época era construir estructuras con esquinas curvas y con un fogón central, que seguramente este templo lo debe tener, pero que se deberá excavar con un futuro ese fogón o conducto de ventilación que es muy propio de finales del Periodo Precerámico”, agregó.
Los colores del muro
En la curva del muro noreste de huaca Tomabal, señaló el director del PAVI, se ha registrado un diseño de forma triangular pintado de color rojo, que le ha llamado la atención a todo el equipo, pues las incisiones que crean la figura geométrica son bastante gruesas, como si hubiera sido definida con el dedo, a diferencia de otros muros policromados, que es más bien fina.
“Hacia el otro lado vemos una figura central, yo creo que hay un personaje allí, se ve unas volutas, unas olas, una suerte de brazos, pero como no hemos liberado todo el muro no podemos entender el ícono en su esplendor, pero para una primera aproximación creo que estamos ante un mural muy interesante que vale la pena seguir investigando”, agregó.
Comentó que en las incisiones de la figura triangular es roja al igual que su interior, mientras que el delineado de las volutas es de color rojos, y la parte interna de es de un gris azulado. A los costados también se han registrados restos de pintura mural de color amarillo, pero no se ha logrado definir las figuras.
“Tenemos tres semanas aquí, el tiempo y el presupuesto lamentablemente es limitado, pero esperamos que podamos tener algún apoyo adicional en el futuro para hacer una intervención mayor a fin de definir todo el muro”, dijo.
Nichos
Parte del equipo de PAVI es el tesista en arqueología Oswaldo Ezeta, quien indicó que en la parte interna de la estructura se ha encontrado un escalonamiento curvo, que presenta dos nichos bien conservados que tienen 50 centímetros de ancho, alto y profundidad, lo que confirma la hipótesis que fue de uso ceremonial.
“Nosotros esperábamos encontrar alguna especie de ofrenda o material para fechar porque ese era uno de los objetivos principales para determinar la cronología de la huaca; si bien la técnica constructiva ya nos dice que podría tener una antigüedad de 4,500 años, tener los fechados sería perfecto para nuestra investigación”, declaró.
Unidad de excavación 2
Por otra parte, en la unidad de excavación número 2, en la esquina suroeste, el equipo de PAVI buscaba registrar el vértice suroeste del recinto principal; sin embargo, la destrucción de casi más del 60% ocasionada en 2020 no ha dejado evidencias de tal mural, pero si se registra parte del muro policromo oeste.
Asimismo, se puede evidenciar dos remodelaciones más tempranas, una totalmente pintada de color negro y otra completamente enterrada sin decoración alguna.
En esta zona, en el edificio más temprano se ha identificado un recinto con el acceso hacia el sur y que presenta características similares a los edificios del mismo periodo como La Galgada, con la diferencia que este sitio es de piedra y Tomabal de adobe.
Conservación
Uno de los aspectos importantes para este proceso de excavación es la conservación, labor que es supervisada y dirigida por el especialista Alex Clavo Cruz, a fin de que todo aquello que se haya visualizado durante estas tres semanas pueda volver a ser tapado de la mejor manera.
Para Clavo Cruz, cuando se encuentra este tipo de estructuras se tiene que hacer una limpieza superficial para identificar fracturas, agrietamiento, lagunas o pérdida del enlucido, que en ese caso se tienen que estabilizarse con mortero, una masa de barro que tiene más arcilla de lo normal y que se pone en la cabecera para fortalecerlo y evitar el desprendimiento.
Asimismo, para el tapado se pone papel de seda, se empieza a apilar adobes y luego arena libre de minerales para evitar que pueda dañar el enlucido y finalmente se integra el material que se retiró durante el proceso de excavación.
Proyecto Arqueológico del Valle Virú
El Proyecto Arqueológico del Valle Virú (PAVI) se ejecuta con fondos propios y donaciones privadas, el cual tiene como fin conocer un poco más sobre las diversas sociedades que se asentaron en el valle de Virú y como estas se adaptaron al medio ambiente. Se intervendrán en un periodo de 12 meses en 44 de los 544 bienes prehispánicos. Además, se pretende estos de pintura mural que serán sometidos a estudios experimentales con tecnología láser en el Laboratorio de Ópticas y Láseres de la Facultad de Física de la Universidad Nacional de Trujillo.
Durante este proceso también participan alumnos de diferentes ciclos de la Escuela de Arqueología de la UNT, en un impulso de Feren Castillo y su equipo por recuperar las escuelas de campo que se solía hacer durante las excavaciones en huaca de la Luna, en Moche.
En ese sentido, las autoridades de la alta dirección de la UNT como el vicerrector Académico, Juan Villacorta Vásquez, y el vicerrector de Investigación, Arturo García Pérez, visitaron el lugar para conocer de cerca el trabajo que se está realizando en la huaca Tomabal.
Riesgos
En el 2020, el 60% de la huaca Tomabal fue destruida para convertir ese espacio en área de cultivo, pues se encuentra en medio de sembríos de palta y caña de azúcar. Actualmente las plantaciones prácticamente se encuentran a la orilla del monumento, por lo que se hace necesario la intervención de las autoridades competentes para proteger este templo precerámico y evitar que los muros policromados más antiguos de la región La Libertad se pierdan con ella.
(FIN) LPZ