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Junín: las mujeres de Pichanaqui dirigen producción local de café

Con apoyo del proyecto Aliados II del Minagri

Al comienzo el reto les parecía un imposible, porque nunca se habían involucrado en las tareas del campo, no sabían cómo elaborar un proyecto, cómo sembrar, cómo enfrentar las plagas, cómo cosechar, cómo se procesaba el producto y mucho menos cómo se colocaba el producto en los mercados.

07:00 | Lima, jun. 23.

En Pichanaqui, distrito en la selva central, perteneciente a la provincia de Chanchamayo, región Junín, las mujeres han puesto sobre sus hombros la responsabilidad de la economía familiar y se han unido para formar empresas de producción y venta de café de alta calidad que hoy son exitosas.
 
Este empoderamiento se inició con la llegada del proyecto Aliados II, proyecto de ayuda creado por Agro Rural del Ministerio de Agricultura y Riego (Minagri). Aliados II tiene como objetivo atender a los sectores más empobrecidos del interior del país, en virtud de un convenio suscrito con el Banco Mundial.

Ubicado a una altitud de 510 metros sobre el nivel del mar, Pichanaqui cuenta con una población de 15,000 habitantes aproximadamente, con tierras fértiles e ideales para la producción de café, cacao, kión, paltas, naranjas y mandarinas de calidad.

Al comienzo el reto les parecía un imposible, porque nunca se habían involucrado en las tareas del campo, no sabían cómo elaborar un proyecto, cómo sembrar, cómo enfrentar las plagas, cómo cosechar, cómo se procesaba el producto y mucho menos cómo se colocaba el producto en los mercados.

Su primer gran escollo fue conseguir el dinero para poner la contrapartida, porque el Banco Mundial les daba un alto porcentaje del capital requerido pero no todo.

“Muchas fundadoras se retiraron, porque se asustaron con la contrapartida. Las que nos quedamos decidimos arriesgarnos y apostar por la producción de café, para valorar a las mujeres, que siempre han sido olvidadas. Se creía que su lugar era la cocina y la crianza de los hijos, pero eso tenía que cambiar. Creo que hemos logrado dignificarla”, recuerda Ana María Ramírez Escalante, presidenta de la Cooperativa Agraria de Mujeres Productoras de Café, Ana María Escalante.

Joven aún, menuda, delgada, sin pareja pero con un coraje que la hace invencible, Ana María sostiene, en base a su propia experiencia, que nada es fácil en la vida pero que lo peor es rendirse y no dar la pelea.
 
“Hemos tenido que capacitarnos mucho, porque no sabíamos nada de la producción de café, pero ahora dirigimos un negocio que ha unido más a nuestras familias, ya que los esposos y los hijos se han involucrado plenamente. Gracias a Dios tenemos cerca a los técnicos de Aliados II. A la Cooperativa se han integrado profesionales jóvenes que nos enseñan y nos ayudan a mejorar la calidad de nuestras variedades de café, como Geisha y Blend”, refiere.

Ana María Ramírez está muy agradecida al programa Aliados II, dirigido por José Sialer, así como el director de Agro Rural, Alberto Joo Chang, y el ministro de Agricultura y Riego, José Hernández Calderón.

Además del Minagri, su cooperativa recibe apoyo de Sierra Exportadora para las certificaciones de los productos que sacan al mercado, tanto a nivel de la región Junín como a Lima.

Cada variedad de café tiene un sabor y aroma especial y goza de gran demanda. Sus clientes de Lima la ayudan a mejorar sus productos, en base a la opinión de sus consumidores.

Pronto lanzarán al mercado un nuevo producto, denominado Café Mujer, como un homenaje a ellas mismas y a todas las mujeres emprendedoras del país. Ya tienen el Registro Sanitario y solo les falta la Patente.

Además del café para pasar gota a gota producen café filtrante, pasta de cacao y hasta miel de abeja.

La cooperativa comenzó con 30 socias, de las cuales se fueron la mitad, ahuyentadas por el pago de una contrapartida. Con la incorporación de jóvenes profesionales y dueñas de fundos, ahora son 60.

El fundo más grande, donde se elabora el proceso poscosecha se encuentra en la localidad de Selva Alegre, a hora y media de la ciudad y en la cima de unas montañas bastante altas, donde los árboles parecen confundirse en un abrazo con nubes de formas caprichosas y blancas como el algodón.

Allí están instaladas las pozas para el lavado y secado de los granos de café arrancados de las ramas. Esa tarea, pesada para una mujer porque hay que cargar costales enormes, está a cargo de los esposos y los hijos. Ellos lo hacen contentos, y acepten su función, porque allí quienes mandan son ellas.

(FIN) NDP/RFA/MAO

Publicado: 23/6/2017