"Quiero decirles que el Papa se siente charapa...", es la frase que más se celebra y recuerda del inolvidable paso del papa Juan Pablo II por Perú, en una época turbulenta en que la esperanza parecía empezar a abandonar el alma de los peruanos.
Juan Pablo II llegó a Perú, la primera vez, el 1 de febrero de 1985. Ni bien bajó las escalinatas del avión besó tierra peruana, la tierra de los grandiosos incas, que lo recibió con los brazos abiertos, como un hijo desesperado a un padre salvador.
En medio de una devoción jamás conocida en Perú, Karol Wojtyla visitó Lima, Arequipa, Piura e Iquitos. Sus encuentros con las multitudes fueron más que espectaculares. El culto al amor, la solidaridad y, fundamentalmente, la paz resurgieron en un país que empezaba a bordear la bancarrota moral.
En todos estos lugares la presencia y palabras de Juan Pablo II devolvieron el sosiego y la fe a un pueblo sumido en el fuego traicionero y artero del terrorismo. Eran los años 80, de apagones, muertes, "ajusticiamientos" y coches bomba.
"Parece un santo...", eran los testimonios coincidentes de quienes tuvieron la suerte de verlo. Y ahora, 29 años después de aquella visita que marcó a más de una generación, el papa polaco, el "Papa Peregrino", para nosotros el "Papa Charapa", será canonizado en el Vaticano.
El segundo arribo del papa Juan Pablo II fue en 1989; pero nada como el primer periplo en que los peruanos gozaron a plenitud con la presencia de un hombre que cambió la historia de la Iglesia, y que a partir de este domingo será tan santo como nuestra Santa Rosa de Lima y nuestro San Martín de Porres.
(FIN) RES
GRM
Publicado: 25/4/2014