Por José Vadillo VilaEl historietista Juan Acevedo ha reunido en un libro las tiras publicadas a lo largo de más de 40 años de su emblemático y muy peruano personaje: el cuy.
Si el Hombre de Vitruvio –ese dibujo esbelto de 500 y picos de años– guarda las simetrías ideales del cuerpo humano, según el lápiz renacentista de Leonardo da Vinci, en una lectura nacional y contemporánea, el Cuy del Vitruvio contiene las proporciones de peruanidad en su masa, racionalidad, ideales y choledad.
Juan Acevedo, el padre de la criatura de papel, recuerda que el Cuy nació en tinta y papel, en blanco y negro, y literalmente, en la calle: apareció por primera vez en el semanario La Calle, en 1979. Eran tiempos de la Asamblea Constitucional, con la democracia haciendo pretemporada.
Al año siguiente de ver la luz, el Cuy empezó a publicarse en El Diario de Marka y un año más tarde (1981) salía de imprenta su primer libro. El personaje ha peregrinado por diversos medios impresos y digitales, siguiendo los avatares del periodismo, de la historia y la historieta peruana.
Transformaciones
En esos primeros tiempos, el amigo del Cuy, “Humberto”, aún no era un perro, sino un hippie patilludo que tocaba la quena, pero que ya escuchaba los largos monólogos de su pequeño amigo.
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El Cuy pegó rápidamente con sus dudas, flechado por el amor por la Pericotita, su mirada política y ciudadana y humana (¡vaya paradoja!). También por sus contrincantes: Videchet, Doña Rancia, Dr. Chancho, La Mala Muerte (La Buena Muerte, que asiste al buen tránsito a la otra vida, surgió durante la pandemia). Ya lo han dicho los estudiosos: si los gringos tienen a Mickey Mouse, los peruanos tenemos al Cuy.
Acevedo era un historietista encaminado, pero en 1977 lo consumía una idea: quería desarrollar una historieta con animales y que representara a los peruanos. “Quería que sea una suerte de respuesta a las historietas que venían, sobre todo, de Norteamérica. Yo quería hacer algo nuestro”, recuerda.
Sus primeras tiras fueron en formato “apaisado”, el que utilizaban las tiras más populares de entonces, como Charlie Brown o Mafalda. Muy temprano, también, se diversifica, y en 1983, sale la primera de las Aventuras del Cuy, ambientada en la Lima de 1813. Y diferencia de la tira, esta sí era a full color.
Andino y sudaca
Si bien sus textos tenían “cierta exigencia intelectual”, y estaban dirigidos a los adultos, los niños se apropiaron del personaje de los incisivos grandes. Juan ha firmado autógrafos en álbumes que los niños hacían con las tiras del Cuy recortadas de diarios.
Sobre todo, su aparición impregnó de identidad a la gráfica del sur del río Grande. “Él es uno de los personajes que abrió esta mirada hacia lo andino, las temáticas peruanas y latinoamericanas”, dice.
Sudaca por sus cuatro costados, el Cuy sacó pasaporte en Migraciones de Breña: en los ochenta se publicó en La Habana una edición austera dedicada al roedor andino parlante. Y ha cosecahdo reseñas en diversos países, sobre todo en los andinos. “Creo que el cuy, al ser un animalito autóctono del Perú y de los países andinos, ha permitido su lectura, más o menos fácil, en Ecuador, el norte de Chile y en Bolivia”, explica el historietista.
Para muestra un botón: el autor recuerda aquella vez que lo llamaron urgente de RPP porque el entonces vicepresidente del Ecuador, Lenín Moreno, quien llegaría a presidente del país vecino, había pedido conocerlo porque era fanático del personaje.
Diván peruano
El historietista define a su personaje como “multidimensional”. El Cuy ha sido testigo de las diversas crisis sociales, económicas, políticas del Perú desde los setenta; sin embargo, para este presidente del partido de los cuyes lo político es un ingrediente de su mundo.
“Busqué [con el personaje] pensar en el Perú y en cómo nos relacionamos en nuestra sociedad; en el racismo, el machismo, las diversas discriminaciones que hay. También en las indagaciones psicológicas interiores-existenciales. Curiosamente, la política coyuntural la dejaba a los caricaturistas. Yo era más humor gráfico, con incidencias social y humana. Eso era lo que me interesaba”.
Es decir, el Cuy se preocupa por el destino del país, apuesta por la gente del pueblo, lucha por la justicia social y la libertad, pero también lo agobian los temas de pareja, familiares, las crisis económicas, existenciales… y siempre tiene al racional perro Humberto dispuesto a escucharlo. Como dice su creador: el Cuy no tiene miedo de ser un pequeño burgués.
Historieta adentro
Desde el punto de vista artístico, Juan ha utilizado el personaje para ensayar sobre el propio género, a través del metalenguaje, saliéndose del rectángulo de la viñeta para dialogar o consultar temas al lector, o explorando el territorio de lo onírico.
El Cuy logró fama rápida, pero en esos tiempos heroicos caricaturistas e historietistas eran pagados mal y nunca en el Perú y en sus extramuros.
“La historieta era vista de manera desdeñosa. Si alguien iba con una historieta por la calle le decían subnormal; la historieta era considerada un arte menor, incluso por los propios artistas. Eso ha quedado demolido desde los años ochenta: nadie hoy puede sostener eso sin exponerse al ridículo. Y se tiene de una manera más clara en Europa y Estados Unidos. Hoy se cuentan con cátedras universitarias sobre la historieta; se la analiza en estructura y narrativa; se la considera dentro de la literatura aunque en realidad es un híbrido, un mestizo, que se nutre de sus dos progenitores: el dibujo [la imagen] y la literatura”.
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Cuadernos rayados
El historietista limeño se define como “muy tradicional” a la hora de dibujar. Casi no ha cambiado la forma de hacer las tiras del Cuy. “Soy bien rústico en eso”. Se siente más libre dibujando en cuadernos rayados –le estorban las líneas verticales–, quizá como un recuerdo de sus años escolares, cuando sus profesores monologaban, él era un feliz niño distraído que dibujaba.
Bocetea con un lápiz y luego sobre una cartulina comienza a dibujar con la pluma. Ya, finalmente, escanea el trabajo. Trata de hacer mínimas cosas en lo digital, algo de color o efecto sin exagerar, porque si no se achicha.
¿Temes a la inteligencia artificial (IA) en el arte? “A lo que le temería es a la falta de educación, de cultivo. Yo creo que la IA es bienvenida si es que es nuestra. Pero si nos confunde y sirve para que alguien que está detrás nos engañe, no es bueno”, dice Juan.
Celebración y reflexión
Para celebrar la vigencia del personaje, el sello Reservoir Books ha editado El Cuy. Todas las tiras desde que nació hasta ahorita (2023), con 638 páginas dedicadas a los personajes de la tira, un homenaje justo e inusual en el Perú de papel. Reúne todas las tiras que ha publicado hasta octubre, incluidas varias inéditas. Juan adelanta que con la editorial proyectan un segundo volumen, igual de voluminoso, pero dedicado a las aventuras del Cuy, este sí, a todo color.
El Cuy ha vuelto a librerías y es una muestra de la diversidad. “Nuestra diversidad y heterogeneidad cultural son un desafío en el que a veces podemos ver un riesgo, un peligro, pero también es nuestra esperanza. Esta diversidad que tenemos en el campo culinario, cultural, histórico, también alberga nuestra esperanza”, recuerda al autor.
Y la esperanza en el ser humano es un deseo vigente en el vocabulario de Acevedo y de sus personajes. Siempre criticó en sus tiras la absurda celebración de la muerte, de los fanáticos de toda laya. Para él es un milagro que el ser humano ficcionalice a partir de los elementos de la realidad.
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“Todos los que amamos a la humanidad sentimos que nos alimentan”, pontifica. Hay que celebrar la vida, me dice. Su apuesta por el ser humano la resume en los versos de Vallejo en “Batallas”: “... pelear por todos y pelear / para que el individuo sea un hombre”. Humanizar, reflexiona Acevedo. Humanizar nos dice el Cuy.
El futuro del roedor
Los años también pasan y pesan en el Cuy. Sus cuatro hijos con la Pericotita crecen y se reproducen. Ahora el buen roedor tiene nietos. Se matriculó en la siguiente faceta de su vida. ¿Se puede pensar en el futuro del Cuy? Juan Acevedo ya se ha planteado estos escenarios. “Inevitablemente, el Cuy tiene que morir en un momento. Digamos que asistimos a su fallecimiento, pero está Pelito [su nieto], que asumiría la tira porque la tira existe más allá del Cuy. Hay un universo”.
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(FIN) DOP/JVV/RES
Publicado: 1/12/2023