Jóvenes matsiguenkas de alto rendimiento académico que dejaron sus comunidades indígenas asentadas en la Parque Nacional del Manu para formarse como docentes en la ciudad de Pucallpa, prometen que retornarán a sus pueblos, cuando culminen sus carreras, para educar a los niños en su lengua materna.
Ellos, a través de una beca, llegaron hace un año a la capital de Ucayali para abrazar la carrera de Educación Básica Bilingüe Intercultural (EBBI) de la Universidad Católica Sedes Sapientiae (UCSS).
En tal centro de estudios pasan gran parte del día leyendo libros, navegando en internet e investigando; y en sus horas libres colaboran con las actividades cotidianas del albergue estudiantil Maganiro Matsiguenka a cargo de la Sociedad Zoológica de Fránkfort, institución que les brinda alimentación y posada con todas las comodidades requeridas.
Yoni Metaqui Yoveni (17), natural de la
comunidad indígena de Tayacomi, y Lizbeth Mambiro Vicente (19), nacida en Yomibato, forman parte del grupo y esperan retornar a sus comunidades para ejercer la docencia en su
lengua originaria y así mantener sus costumbres culturales.
Yoni, el quinto de nueve hermanos, aprendió a leer y escribir a los 5 años de edad por la influencia de su padre Rafael Metaqui, un veterano conocedor de las tradiciones ancestrales, cazador y pescador por afición que se desempeña como guardaparque del Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (Sernanp) en la zona de Paquitza en el Manu.
El joven cuenta que salió de Tayacomi hace 14 meses y desde entonces no ha vuelto a ver a sus padres y hermanos debido a la distancia, cuyo viaje demanda más tres días en canoa o un día entero en lancha a motor fuera de borda, además implica lidiar con los mosquitos, avispas o animales salvajes que en cualquier momento pueden atacar en la enmarañada selva del Manu.
“Mis pensamientos están enfocados en lograr el título profesional, sacrificaré todo porque es el primer objetivo que me he trazado, quiero volver a mi tierra como docente, estoy seguro que educando a los niños que recién empiezan a despertar, podemos cambiar la historia del país”, manifiesta.
El estudiante universitario es un experto pescador y cazador que maneja el arco y la flecha a la perfección. “Mi padre me enseñó a pescar con dardos y cazar instalando trampas, pero nunca lo hacemos por deporte, solo para alimentarnos y así vivimos en armonía con la naturaleza”, refiere.
Amor por el estudio
Otra es la historia de Lizbeth Mambiro, quien tuvo una infancia complicada debido a que sus padres la relegaban por ser mujer y evitaban enviarla a un centro educativo con el argumento que no tenía necesidad de estudiar porque al final se dedicaría a cuidar a los hijos y servir al esposo.
Comenta que gracias a sus hermanos logró matricularse en un centro educativo ubicado a una hora de camino de la comunidad de Yomibato y desde entonces acudía con cierta regularidad hasta que aprendió a leer y escribir antes que sus demás compañeros de clases.
“Mis papás no querían que estudie, siempre tuve problemas con ellos porque me escapaba junto con mis hermanos, caminaba muy lejos para llegar a la escuela, cruzábamos el bosque descalzo y felizmente nunca nos pasó nada pese a que hay animales muy peligrosos que hicieron daño a otras personas”, relata.
Los jóvenes matsigenkas, pese a todo, escogieron la carrera docente porque están convencidos de que desean cambiar la historia de las nuevas generaciones. Ellos serán los que intenten ocupar una de las cincuenta plazas que tiene el Ministerio de Educación en las comunidades indígenas del Parque Nacional del Manu.
Más en Andina:
(FIN) NDP/MAO
JRA
Publicado: 31/12/2019