La revitalización de la actividad productiva en el Perú tiene en las obras detenidas uno de sus principales pilares, sostuvo el representante para la región.
El economista jefe de JP Morgan Chase & Co., Diego Pereira, brindó declaraciones al Suplemento Económika del Diario El Peruano.
La economía global comienza a mostrar señales de recuperación, ¿cuál es el panorama que se prevé al respecto?
–Estamos convencidos de una tendencia no precisamente asociada al ciclo económico global, sino más estructural, enfocada a la demanda del cobre, a la capacidad de oferta que se tiene en el ámbito mundial para los próximos 10 años. Sin embargo, nos proyectaremos hacia un horizonte de dos años, en el que vemos que el precio del metal rojo puede llegar a los 11,500 dólares la tonelada métrica en la primera parte del año que viene.
La aceleración del precio del metal que hemos observado en los últimos meses parece un poco exagerada. Esta presión alcista se debe a factores idiosincráticos en los Estados Unidos, pues deriva de la alta demanda en la construcción de nuevos data centers o centros de procesamiento de información. En tanto, la demanda china se presentaba un poco más ralentizada. Creemos que la demanda del gigante asiático por cobre venía un poco más débil porque, básicamente, las empresas chinas no querían pagar el precio actual y, una vez que los precios comiencen a estabilizarse, veremos a China aumentar paulatinamente su demanda, lo que nos hace prever un precio de 11,500 dólares la tonelada métrica en el 2025.
–¿Qué significa para un país como el Perú, eminentemente extractivo en términos de minería, que el cobre alcance este precio?
–Es muy importante. Esta coyuntura no tiene relación con el carácter extractivo de muchos países de la región, entre ellos el Perú, sino que debemos estar preparados para esta nueva oportunidad de contar nuevamente con precios altos en los principales commodities mineros.
Está claro que no podemos darnos el lujo de repetir ciertos errores que, a la luz de la experiencia, cometimos cuando terminó el anterior superciclo de precios de commodities. Siempre se ha observado cómo esa desaceleración en la inversión y en la actividad llevó a una política fiscal contractiva, en una especie de contracción de la inversión y muchos otros factores que deben servirnos de lección. Debemos trabajar desde ahora para aprovechar este nuevo período de precios altos; para que el Perú pueda recuperar tasas de crecimiento potencial importantes, que es verdaderamente lo que debemos estar debatiendo.
–Muchos proyectos en el Perú han estado o están detenidos por factores ligados a la burocracia, ruido político, entre otros, ¿cómo empezar su ejecución?
–Lo que ha sufrido el Perú no ha sido exclusivo del país. También lo han sufrido Chile, Colombia y el propio Estados Unidos. Creo que habrá una ventaja muy importante para el primer país que cambie el chip en este aspecto. Por ejemplo, el gobierno del presidente Javier Milei en Argentina ha establecido una agenda en pro de la productividad y la oferta. En los últimos 15 años, en América Latina constantemente hemos hablado de reformas por el lado de la demanda, pero nos olvidamos completamente de la oferta, de cómo incrementar la producción, cómo aumentar la productividad. Ese es el desafío primario y aquel país que tome la posta en este tema obviamente ganará mucha ventaja en la región.
En segundo lugar, resulta verdaderamente dramático pensar en los costos económicos de mediano y largo plazo asociados, por ejemplo, al tener que posponer proyectos.
En el caso de la minería y, en general, de cualquier sector productivo en el que se desarrolle la iniciativa privada, la postergación en la ejecución de proyectos sacrifica producción, recaudación, entre otros importantes aspectos y eso se acumula en el tiempo.
Un cálculo reciente determinó que simplemente por el retraso de los proyectos de inversión en el sector minero en el Perú, las consecuencias fueron graves, pues si se hubieran implementado en tiempo y forma el producto bruto interno (PBI) per cápita del 2008 en adelante sería, por lo menos, un 10% más alto.
Eso de por sí genera una base superior cuando se piensa en llegar a niveles de bienestar importantes para la sociedad, más cercanos no solo al promedio de la región sino también, por supuesto, a las economías desarrolladas. Es fundamental que reactivemos los proyectos en el menor plazo posible para reactivar la economía. Eso se llama competitividad y productividad.
–¿Y cómo lograr estos resultados en un entorno en el que, a veces, se emiten normas que van en contra, precisamente, de la dinamización de los proyectos?
–Debemos enfatizar en ello. Aunque las autoridades no sean afectas a discutir cuestiones técnicas, debemos mostrarles estos números porque, en el fondo, cuando hablamos muchas veces de ética y de moral respecto a ciertos proyectos de inversión, estamos omitiendo el costo brutal que le generamos a las futuras generaciones simplemente por no hacer las cosas a tiempo, por dificultades y los procesos, por generar burocracias ineficientes, que resultan muy costosas en el mediano y largo plazo. Singapur tiene, por ejemplo, una ventana única para el desarrollo de sus proyectos, algo que el Perú tenía anteriormente.
–En el Perú se redoblan esfuerzos para combatir la minería ilegal. Desde su punto de vista, ¿cómo evalúa las acciones del Estado en este aspecto?
–No soy un especialista en el sector, pero cuando escucho esta pregunta comienzo a reflexionar en lo que puedo aportar y diría, como macroeconomista, que debemos comenzar a repensar la estructura a partir de los derechos de propiedad.
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Si queremos tener inversión, ergo tener crecimiento, ergo ofrecer oportunidades a la población, es necesario partir de esa base y repensar el sistema con base en cómo se puede asegurar que los derechos de propiedad sean respetados. En el fondo, lo que estábamos discutiendo hace poco sobre tramitología y permisología es algo parecido. Si se genera una burocracia sobre otra y otra, puede tener una intención loable porque se busca que las instituciones estén más involucradas en el desarrollo de proyectos que no perjudiquen a las poblaciones ni afecten el medioambiente, pero lo que objetivamente está generando esta situación son fricciones en el sistema que impiden, al fin y al cabo, que los derechos de propiedad se ejecuten de una manera óptima.
–¿Qué condiciones tenemos en el Perú y América Latina para ostentar una recuperación económica más dinámica?
–En este ciclo tenemos condiciones favorables externas, como la demanda secular por cobre y por los diferentes metales asociados a la tendencia tecnológica. Esta es una oportunidad que los latinoamericanos productores deben aprovechar. No obstante, también hay factores en contra, como la debilidad institucional, la inestabilidad política, la falta de coordinación de políticas públicas, las barreras burocráticas, la tramitología. A ello se le debe agregar las tasas de interés más altas.
Si atacamos a aquellos factores locales con relativo éxito, es decir, simplificación administrativa, normalización del marco regulatorio, mejores servicios públicos, digitalización de los procesos del Estado, podremos avanzar de manera importante en el proceso de recuperación de la economía y, además, en lo que se refiere a mejorar la calidad de vida de la población, especialmente los más vulnerables.
Al hacer nuestra tarea con dedicación y esfuerzo, tendremos como resultado entre uno y dos puntos porcentuales en nuestro crecimiento potencial. A ello podemos sumarle la mejora educativa, pues las sociedades que soportan mejor los shocks son aquellas que procesan mejor, pues tienen más capacidad para adecuarse a las diferentes realidades.
Transparencia
Pereira aseveró que es importante que la población cuente con toda la información en torno al desarrollo de los proyectos que se ejecuten en sus localidades o comunidades.
Comentó que no observó en América Latina un país que adapte su sistema educativo para enfrentar los desafíos que vienen. “Si el Perú da estos pasos, en los próximos seis años lograrán otro punto de crecimiento en su PBI”, detalló.
Dato
- 3.1% es el crecimiento proyectado por el Banco Central de Reserva (BCR) para la producción nacional de este año.
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