Por Karina Garay RojasA sus cortos 25 años, Claritza Carrillo ha podido con todo lo que se ha trazado desde que era una inquieta niña que mataba sus tardes diseñando autos o ensayando nuevos modelos en su natal Piura. Ahora, no solo los arma y desarma con facilidad, trabaja en el corazón de sus motores y lidia con sus piezas, algunas incluso cinco veces más grandes que ella.
Aunque podría parecer fútil hablar de su baja estatura, con su metro y 53 centímetros Claritza ha logrado abrirse paso en el mundo de la mecánica automotriz convertida ya en una doctora de autos, que ausculta con esmero, recibiendo en consulta a todo tipo de pacientes, algunos de ellos descomunales y de alto tonelaje. Y es allí cuando su tamaño importa.
Fue la única mujer de la tropa de postulantes que, en el año 2015, apostaron por la mecánica automotriz en la calurosa sede que Senati tiene en el norte del país. La única entre 140 varones.
Relata que, desde muy pequeña, le gustaba ver programas donde se armaban autos, que recorrían fábricas tan conocidas como la Nissan. Terminado el colegio, dejó el diseño de autos en pausa y pensó que sería mejor conocer primero cómo funcionan. Además, había necesidad de generar recursos pronto para ayudar a la familia.
“Sabía que las carreras técnicas eran muy solicitadas en el país y además mis padres no tenían dinero para que yo estudie cinco años. Entonces decidí postular a Senati porque me permitía trabajar y estudiar al mismo tiempo”, relata Claritza a la Agencia Andina.
Apoyo familiar
Su padre estaba feliz pues era un mecánico frustrado que vería su sueño realizado en manos de su hija. Su madre, lo dudó un poco. Le preocupaba que fuera la única mujer de su carrera, le recordó que existía el secretariado. Finalmente, ambos decidieron apoyarla en todo.
Para ella se abría un mundo completamente desconocido, donde reinaban llaves y dados, herramientas que después de convertirían en preciados objetos de faena.
Reconoce que, al inicio, sentía mucha vergüenza de hablar en clase. Pero se armó de valor y procedió a preguntar cuantas veces sea necesario, siempre seria, sin dar espacio a la chacota, muy común en la adolescencia.
“Algunos pensaban que era una creída pero la verdad es que no quería que me faltaran el respeto porque la mayoría eran hombres. A veces el instructor era mujer, pero si no lo era, todos los que me rodeaban eran hombres”.
Aunque firme en sus intervenciones, su condición de mujer y breve tamaño la canjearon el apelativo de “Campanita” (el hada traviesa y juguetona de Peter Pan).
Amor sin retorno
Narra que, en el segundo semestre, con la llegada de las prácticas, nació un amor sin retorno. “Me enamoré, me enamoré de la carrera a primera vista. Me gustaba todo, cómo me enseñaban los profesores, tenía despierta esa chispita de querer saber cómo funciona todo. Sentí que era mi lugar”.
A la par que avanzaba su formación, los carros que atendía ganaban complejidad y tamaño.
“Al tercer semestre, llegaban al taller camionetas Hilux y yo, una chaparrita de metro y medio era un poco temerosa. Recuerdo que mi maestro, con afán de que yo también me vuelva muy especialista en esto, me decía: ‘mira, Claritza, esta es la maña’, ‘así se hace’ o ‘vamos a hacerlo así’ y yo entrenaba. A la primera no me salía, hasta que agarraba ritmo y ya me veías corriendo en el taller de un lado a otro”.
Mientras ganaba experiencia en la mecánica, también lo hacía en madurez y tolerancia porque nunca faltaban comentarios que buscaban reprochar sus ganas de salir del molde.
“Oye, pero tú eres mujer, no deberías estar aquí, deberías estar en la casa, lavando o trabajando como secretaria”, comentó una señora que acompañó a su esposo al taller.
Su maestro le pidió que haga oídos sordos a esos comentarios y así lo hizo también con los que se escuchaban en su barrio cuando la veían con su uniforme de trabajo, con zapatos de seguridad, camisa y pantalón.
El tiempo paso y llegó el momento de graduarse. Sus compañeros de aula, aquellos que la ayudaron a lo largo de toda la carrera, “sin faltarle el respeto”, le pidieron que diera el discurso de despedida. De los 140 ingresantes, 75 llegaron a la meta. La joven continuaba siendo la única mujer dentro de la carrera.
A lo largo de su formación, la tímida Claritza fue evolucionando y dejando en el tiempo los distintos sobrenombres con los que fue bautizada por maestros y compañeros. Atrás quedó Campanita, peque, prima, Clara y hasta doña Clara, para quedarse en su propia piel, abierta a nuevas oportunidades que pongan a prueba su talento.
Importante oportunidad
Así pasó por diversos talleres y llegó al programa "Talento warmi, fuerza que inspira", de Komatsu-Mitsui, que busca aumentar la participación de mujeres en operaciones mineras.
En 2021 fue parte de un grupo de 11 técnicas jóvenes, como ella, que tuvo el reto de armar, desde cero, un camión modelo 980E-5SE, con capacidad de carga de 400 toneladas, valorizado en más de un millón de dólares. Y sin pensarlo, como en un eco de su infancia, hizo realidad lo que ella, siendo niña, veía por televisión.
Con el pasar de los años, Claritza reconoce que fue rompiendo muchos paradigmas.
“Como lo digo muchas veces, no es que las mujeres les vamos a quitar el trabajo a los hombres. Todo lo contrario, nos estamos sumando simplemente a su lado, para hacer un gran trabajo juntos, como equipo. Ojalá en algún momento se deje ya de hablar de que como tú eres mujer debes hacer esto y tú, como eres varón, puedes hacer eso. Deberíamos simplemente decir somos seres humanos y podemos hacer las cosas, nada más”.
Sueña con viajar por el mundo y afirma que no le cierra las puertas a nada.
“Mi reto personal es volverme la mejor en mi campo, convertirme en inspiración para más chicas, Mis compañeros varones, que tienen años de conocimientos en esta carrera, son mi inspiración, pero yo quiero ser más. No porque me la quiera creer, sino porque quiero y porque creo que puedo hacerlo”, comenta.
Sigue tu corazón
A los jóvenes que en este momento aún tienen dudas sobre qué carrera elegir, les sugiere seguir su corazón y disfrutar del aprendizaje porque eso es lo que más van a recordar.
“Es importante que mantengan la disciplina porque puede que la carrera te guste, pero si no hay disciplina, no hay empeño, no hay trabajo, todo se va a quedar ahí, a la mitad”.
Sobre las carreras técnicas, destaca que te abren muchas puertas y en tiempo récord.
“Antes de lanzarme a estudiar, yo investigué y vi que las carreras técnicas estaban siendo mucho más buscadas que las universitarias y eso sin desmerecerlas porque son mucho más prácticas. Las personas salen con mucho más aprendizaje porque, desde clases, ya estás en el campo en contacto con tu materia prima. Estando en el instituto ya estaba armando y desarmando autos”, recuerda con nostalgia.
Claritza, quien ahora se desempeña como técnica asistente de armados en la Komatsu-Mitsui, es un alma inquieta, de convicciones claras, muy bien definidas.
“Sueño con seguir aprendiendo porque las máquinas están actualizándose todo el tiempo, hay que mantenerse como los médicos: nace una nueva enfermedad y hay que volver a estudiar, así somos los mecánicos. Salen nuevas versiones de equipos y hay que seguir capacitándose, hay que seguir siendo mejor en la materia”, agrega, segura de los pasos que marcarán su auspicioso futuro.
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Publicado: 29/2/2024