Un gol en el minuto 96 del partido salvó un nuevo tropiezo en la era Mazzarri, esta vez ante un Salernitana que, pese a ser el colista, evidenció las costuras y debilidades del actual campeón de Italia, una sombra del equipo que fue hace unos meses y que este sábado ganó oxígeno con una victoria agónica en el Diego Armando Maradona.
La caída del Nápoles es dolorosa. Desde lo más alto de Italia a una situación inimaginable hasta hace unos meses; de ser un equipo temido a ser uno de los más endebles. Eran cuatro los partidos sin ganar con una eliminación en Copa ante el recién ascendido Frosinone. La afición a punto estuvo de volver a irse de vacío de la casa de Maradona en un temporada para el olvido. Acabó respirando y liberando tensión, aunque apesadumbrada por la manera sufrida en la que se impuso al más débil de la Serie A.
Porque vieron cómo el año pasado fueron invencibles y cómo en este, con prácticamente el mismo once -sin el nigeriano Victor Osimhen, en la Copa África- son un equipo con muchas fisuras. Sin Luciano Spalletti en el banquillo, el Nápoles quedó a la deriva. Por lo pronto ni Rudi García ni Walter Mazzarri -que ha ganado algo de tiempo con esta victoria- ha reconducido una situación dramática.
El partido era la oportunidad perfecta de darse un festín y acabar con buena parte de los rumores al tiempo que se hacía daño al rival de la región de la Campania. Pues ni una ni la otra, porque el Salerenitana del 'Pippo' Inzaghi consiguió reducir a su enemigo y a punto estuvo de sacar un valioso punto para acercarse a la salvación.
Gracias en buena medida al siempre oportuno Antonio Candreva, que a la media hora de partido clavó un disparo con su pierna derecha en la escuadra que silenció el Diego Armando Maradona por enésima vez en la temporada. Un tanto que arruinó toda esperanza de recuperación napolitana y que obligó a remar una vez más a los 'azzurri'.
La recompensa llegó sobre la bocina del primer acto y envuelta como regalo en forma de penalti sobre el 'Cholito' Simeone que transformó Matteo Politano. Un empate que dio alas para la segunda mitad y que explotó en los minutos finales, cuando el Nápoles asedió. Rozó el gol con una ocasión clarísima de Kvaratskhelia que sacó con un pie milagroso el 'Memo' Ochoa bajo palos, arruinando a los más fieles aficionados que aguantaron hasta el final.
Unos seguidores que obtuvieron una recompensa gigante en relación al partido de los suyos. Plano, de nuevo sin dominio claro y falto de chispa, el Nápoles salvó los muebles con un gol en el 96 de Rrahmani, que encontró en el área un balón suelto para superar a Ochoa.
El Nápoles respira y, virtualmente, recupera puestos europeos. La situación no ha mejorado en los últimos meses, pero son 3 puntos importantes para el cambio de dinámica.