Más de medio millón de personas arroparon al papa hoy a la Ceremonia de la Acogida, su primer encuentro con los peregrinos y su primer baño de masas en Lisboa con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ).
En medio de un impresionante dispositivo de seguridad que ha paralizado prácticamente el centro de la capital lusa, decenas de miles de peregrinos fueron tomando posiciones desde primera hora en el parque Eduardo VII para garantizarse un hueco en primera fila.
Avanzada la jornada, jóvenes católicos llegados de todo el mundo llenaron las principales arterias de la capital para acompañar el paso de Francisco, que cubrió en el papamóvil los cinco kilómetros que separan la Nunciatura del parque, rebautizado como la "Colina del Encuentro" durante la JMJ.
En conjunto, según los organizadores, medio millón de personas siguieron la ceremonia tanto en el parque como en las calles aledañas a través de pantallas gigantes, una convocatoria sin precedentes en la ciudad.
"Aquí está la Juventud del papa", "Cisco papa" o "Se nota, se siente, Francisco está presente" retumbaban en la colina, que estalló en gritos de euforia y llantos cuando el pontífice subió al altar.
"Simpático alboroto", comenzó el papa su intervención, que desató una sonora ovación mientras un mar de banderas de países cubría el parque y se disparaban las cámaras de miles de teléfonos.
Cuando exclamó "¡No tengan miedo, sean valientes!", la multitud rompió a aplaudir y se unió para corear "Papa Francisco" y "Francisco hermano" ante la sonrisa del pontífice.
Un chute de fe
"Reconforta, han merecido la pena todas las colas, las esperas, el calor. Es un chute de energía, de fe, de todo", resume Beatriz, una española de 32 años que logró ver pasar al papa tras horas de espera.
"No hay para describirlo, se me saltan las lágrimas", continúa. "Valoramos muchísimo que con la edad que tiene y el problema que tiene que haya dado todo para estar aquí, es algo único".
Para Beatriz y su amiga Lucía, de 19 años, Francisco es "un papa muy cercano, que ha abierto la Iglesia a la gente joven".
En el parque está también Yaneris Hilario, una dominicana de 35 años que esperó durante cinco horas, pero no logró ver a Francisco. "Mañana volvemos y mucho más temprano", promete. "Es algo que renueva nuestra vida de fe", asegura.
Mae y Paulina, de 16 años, han llegado desde México en un viaje "un poco cansado", admiten, que ha merecido la pena porque han sentido "mucha emoción, mucho sentimiento".
También desde México llega Jesús Salvador, que ha estado toda la noche pintando un retrato del papa con la confianza de poder entregárselo "y decirle que ha sido una gran inspiración" para toda su vida. Si lo lograra, "me estallaría el corazón y no tendría palabras", confiesa.
Terminada la ceremonia, Francisco volvió al papamovil y regresó a la Nunciatura y todavía bendijo a dos bebés antes de retirarse.
Entre la multitud, Maria, portuguesa, rompía a llorar. "Lloro porque lo he visto pasar, no merezco tanto, es una sensación única".
"Estoy intentando descubrir qué quiere Dios de nosotros", reflexionaba.