Don Roque Raúl Rodríguez Barrutia ha hecho realidad su sueño: plantar árboles de quina en la Plaza de Armas de Trujillo. Un logro que solo ha sido posible gracias a su perseverancia y a su deseo de que este icónico árbol no desaparezca de la memoria de los peruanos ni que sus propiedades curativas se pierdan para la humanidad.
Dedicado a la investigación durante casi dos décadas, Roque Barrutia, tecnólogo médico formado en la Universidad Nacional Federico Villarreal, fue invitado a integrar un equipo de expertos con la misión de salvar de la extinción al árbol de la quina. Eso fue en el 2005.
Formó parte de este grupo que se dedicó a experimentar con las semillas de la flor de la quina, un árbol cuyo hábitat natural está a más de 1,800 metros sobre el nivel del mar, para que echen raíces en la costa, y nada menos que en las plazas de la provincia de la eterna primavera.
Todo este tiempo lo ha dedicado a esa tarea con el único fin de revalorizar el árbol más icónico de la identidad peruana, que aparece en el escudo nacional como reconocimiento a su aporte en la lucha contra la malaria y el paludismo, enfermedades mortales que aún hoy amenazan a la humanidad.
En diálogo con la agencia Andina, don Roque recuerda que los antiguos peruanos usaban el árbol de la quina como tratamiento para ambos males, endémicos en algunas regiones del país como el norte y la Amazonía.
Variedades
Sin embargo, por razones difíciles de comprender, este valioso árbol estuvo a punto de desaparecer, a pesar de que en el Perú existen 10 géneros del árbol de la quina. De entre ellos, destacan, según este profesional, las variedades Cinchona officinalis, Remigia y Cosmibuena grandiflora, explica don Roque.
El esfuerzo de estos cinco lustros ha rendido frutos, pues ha logrado sembrar cuatro variedades del árbol de la quina en la Plaza de Armas de Trujillo. No obstante, su meta es plantar ocho variedades para cumplir un objetivo mayor: obtener el récord Guinness como la única plaza de armas con esa cantidad de variedades del árbol de la quina antes de que esta cumpla su centenario en abril de 2025.
"Seguiremos plantando el árbol de la quina porque es beneficioso para la humanidad en la lucha contra la malaria, el paludismo y otras enfermedades como el infarto y el reumatismo", comenta.
Don Roque está cerca de lograr su objetivo, aunque lamenta que algunos de los árboles sembrados hayan sido vandalizados, justo en momentos claves como la proximidad del APEC en Trujillo. "La municipalidad provincial ha colocado una malla metálica para protegerlos", señala.
A nivel del mar
Rodríguez Barrutia refiere que no existe otro árbol de la quina en el mundo que florezca a nivel del mar, pero en Trujillo ha ocurrido con la variedad Cosmibuena grandiflora.
Esto lo ha sorprendido, ya que este árbol, en su hábitat natural, florece entre los 8 y 10 años, y puede alcanzar alturas de 15 a 25 metros, o hasta 40 metros en suelos ricos en nutrientes, dependiendo de la variedad.
"Quizás la estatua de La Libertad en la plaza le haya pedido al árbol que adelante su ciclo biológico, dándonos la alegría de disfrutar sus frutos para el centenario. Lo sorprendente es que cada fruto, aunque no comestible, contiene al menos 500 semillas", comenta.
Confiando en las maravillas de la naturaleza, Don Roque espera que el viento disperse las semillas y que cada una se afiance en la tierra urbana de Trujillo.
Si algo caracteriza a este profesional es su capacidad para imaginar lo imposible, como crear una nueva variedad del árbol de la quina, a la que llamará "Trujillo de la Libertad". Y así será, afirma, con la esperanza de que pueda exhibirse en el bicentenario de la plaza, ya que el árbol de la quina puede vivir más de 100 años.
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JRA
Publicado: 9/9/2024