Para Ana Quispe Segura (44) y Clara Apolaya Villalua (45), enfermeras neonatólogas, es triste no pasar junto a sus hijos un día tan especial como es el Día de la Madre, pero eso no significa que lo pasarán solas, por el contrario, estarán cuidando y mimando a quienes consideran sus “segundos hijos”, los bebés que se encuentran en la Unidad de Cuidado Intensivo Neonatal del Hospital Sabogal.
La salud de los hijos es primordial en los primeros días o semanas de nacimiento, por ello existe la enfermería neonatal, la cual se encarga de cuidar de los recién nacidos. La labor que realizan estos profesionales de salud en muchos casos es trascendental para la vida futura del bebé.
Al respecto, Ana Quispe, madre de tres pequeños y enfermera de la UCI neonatal en el Hospital Sabogal desde hace doce años, cuenta las dificultades de trabajar con neonatos y el apego emocional que mantiene con sus “bebitos”, como ella llama a sus pacientes.
“Desde el primer momento que nosotros llegamos a esta unidad decimos: ‘¿cuáles van a ser mis hijos o cuáles van a ser mis bebés para atenderlos?'. Si un médico viene y pregunta por el bebé, nosotros inmediatamente decimos ‘es mi hijo’ porque en ese momento está a mi cargo”, comentó para la Agencia Andina.
Quispe cuenta que a lo largo de su carrera profesional ha vivido muchas experiencias conmovedoras que la han marcado de por vida. Algunas de ellas anecdóticas y otras dolorosas.
Como madre y enfermera, hace dos años la vida le puso en frente a un recién nacido que presentaba graves problemas cardíacos, y a quien los médicos le habían dado 2 meses de vida. Sin embargo, el pequeño se aferraba, y salía victorioso de cada dificultad de salud que atravesaba. Durante su estadía, ella había logrado tener una relación amical con la madre del menor, por lo que la mamá le encargaba siempre a su niño.
Una noche se quedó de guardia cuidando al bebé, eran las 3 a.m. y su monitor empezó a sonar, preocupada le brindó toda la ayuda posible, siempre teniendo en cuenta que su madre la había encargado que viera por él de manera especial. Al final, todo intento fue en vano y el bebé falleció en sus brazos.
Para Ana esta fue la experiencia más dolorosa que le pudo haber pasado, compartió la tristeza de la madre y hasta el día de hoy no logra superar la pérdida.
“Para nosotras las enfermeras que pasamos las 24 horas del día con el bebé, le agarramos un gran cariño, sufrimos mucho su enfermedad con ellos, y también disfrutamos su recuperación, nos afecta mucho si algo les pasa. Un paciente bebé es como un hijo para nosotros”, expresó.
Salud y amor
En los pasillos de la UCI Neonatal del hospital Sabogal, no solo se albergan historias con finales trágicos, sino también, historias de supervivencia y recuperación, como los bebés prematuros que son dados de alta, comenta Clara Apolaya, enfermera de neonatología y madre de 3 hijos de 7, 9 y 11 años.
“Todos los bebitos nos dejan algo encima. Generalmente, para mí son los prematuros, de verlos tan pequeñitos, que nazcan 600 gramos, 700, 800 y verlos después ya recuperados. Que puedan succionar ellos solos, tomar y luego salir de alta es la mejor satisfacción”, indicó.
La licenciada quien viene trabajando en el centro de salud desde el 2008, cuenta que como personal médico varias veces le ha tocado trabajar el Día de la Madre, una fecha muy especial que sin duda le afecta ya que sus hijitos son los más emocionados en pasar ese día con ella.
Sin embargo, comenta que la satisfacción es grande porque se siente feliz de estar con sus pacientes bebés, acompañándolos en su recuperación y cuidándolos con mucho amor, ya que muchos de ellos no pueden estar cerca de sus mamás, sobre todo en caso de los prematuros extremos.
“Tratamos de dar lo mejor y a las mamitas les damos siempre un recuerdo de esa fecha que de repente ellas no pudieron estar y nosotros sí. De repente con una foto o algo que les haga sentir que están ahí. Y bueno, mis hijos saben que yo trabajo y luego vuelvo para estar con ellos en esta fecha especial”, manifestó.