Por Karina Garay RojasSi bien el espíritu de una persona puede ser eternamente joven, la verdad es que todos, tarde o temprano, nos convertiremos en adultos mayores, un proceso que, dependiendo de cada caso, puede resultar atemorizante o muy inspirador, siempre y cuando se tenga un plan para ello. ¿Cómo hacerlo? ¿Qué debe incluir?
Hoy se celebra el
Día del Adulto Mayor, un concepto que muchos asocian con el receso laboral, la inactividad y hasta resignación previa a la muerte, lo que puede resumirse como “viejismo”, un término acuñado por el gerontólogo y psiquiatra estadounidense Robert Butler, en la década del 60.
“En este momento existe una discriminación por edad, lo que llamamos viejismo, un concepto que reúne una serie de estereotipos que se aplican a las personas mayores simplemente en función de su edad”, manifiesta Rosa Rodríguez, psicóloga educacional, especialista en vejez y envejecimiento.
En entrevista con el programa Saludable Mente de Andina canal on line, indicó que ejemplos de viejismo son creer que todo adulto mayor es una persona con enfermedades, es una carga para su familia, no puede producir, siempre depende de los demás, entre otros prejuicios.
“Los adultos mayores son los primeros que deben luchar contra el 'viejismo', deben empoderarse defendiendo sus derechos detallados en la Ley del Adulto Mayor N°30490. Cada vez hay más ejemplos de personas adultas mayores con proyectos de vida a nivel laboral, social, deportivo, lo cual debe ir calando en la sociedad”.
Etapa que se alarga cada vez más
En medio de una cultura que enaltece la juventud por sobre todas las cosas, la especialista pide recordar que la juventud es una etapa que tiene también su inicio y su término, como ocurre con la adultez y la vejez.
“La vejez es la última etapa de nuestro periodo de vida; sin embargo, no es la más corta. Por el contrario, se alarga cada vez más producto de la longevidad y del envejecimiento poblacional. Hay que prepararse para su llegada”.
Por ello, recomienda alistar un plan de vida, a modo de hoja de ruta, en el que se detalle cómo se quiere llegar a esa etapa, donde pueda retomarse proyectos o sueños que pudieron quedarse inconclusos durante la vida.
El ABC del plan
El borrador se puede iniciar durante las fases de reflexión existencial que todos tenemos a partir de los 40 o 50 años, donde uno se pregunta qué cosas nos van quedando pendientes. Esta etapa alcanza su punto máximo cuando llega la jubilación o los hijos se casan y empieza a tenerse mucho tiempo libre.
El punto de partida para armar un plan de nuestra vejez debe explorar nuestros orígenes y nuestros primeros gustos, sugiere Rodríguez, quien es además responsable académica del Programa Universidad de la Experiencia (UNEX) de la Pontificia Universidad Católica del Perú.
“Reconectarse con uno mismo no siempre es fácil porque algunas personas pueden haber estado muy ocupadas atendiendo a sus familias o sus trabajos. Muchos, cuando llegan a los centros del adulto mayor, lo hacen con gran miedo, pensando en los hijos, en los nietos. Con el tiempo se van dando cuenta que son ellos mismos quienes deben marcar su futuro”.
Sugiere iniciar la exploración preguntando ¿qué les gustaba?, ¿cantar? ¿hacer teatro?, dando espacio para definir qué es lo que desean hacer con su tiempo libre.
Es plan debe incluir también una parte económica porque habrá un cambio en la fase laboral y hay que prepararse a través del ahorro, un proyecto de negocio, emprendimiento u otros.
“Como sociedad debemos promover que la persona mayor mantenga su autonomía, siga siendo capaz de tomar sus decisiones y, de acuerdo con eso, ver cómo la familia puede estar incluida, sin que dependa de ella. Hay que cuidar también que tenga su espacio, su libertad para desarrollar sus propios proyectos, estudios, relaciones sociales, sueños”.
Mente sana en cuerpo sano
Llegar a la tercera edad no debe ser vista nunca como el inicio de una serie de enfermedades o el retiro de la vida.
“Hay que irse preparando, especialmente en la parte cognitiva, la estimulación de la memoria. Darle importancia a la nutrición, la vida saludable, el prevenir enfermedades crónicas, como la diabetes e hipertensión que, con el tiempo, pueden generar algunas discapacidades”.
Otro aspecto por valorar es la salud física, dedicando por ejemplo 30 minutos diarios a las caminatas. Trabajar la parte afectiva, emocional y espiritual. Cultivar las relaciones que nos sostengan en la etapa de la vejez, sobre todo si hay una pérdida importante.
Cada vez hay más centenarios, hecho que tiene relación con la genética y también con llegar en buenas condiciones a la tercera edad, lo que dependerá también del contexto familiar y del país en el que se está.
“La familia tiene un rol importante en este aspecto, sobre todo a través del buen trato. Hay que proteger el derecho de las personas adultas mayores a decidir sobre sus vidas, sin sobreprotección o infantilización”.
Bajar las revoluciones
La psicóloga indica que la vejez genera cambios en la vida de las personas, pero no la inhabilita, aunque impone bajar el ritmo.
“Como lo digo en el taller de memoria, ya no voy a ser multitasking, como era antes, todo al mismo tiempo, ahora seré secuencial. Si quiero hacer algo bien debo hacer primero una cosa y luego otra. No es que las habilidades se diluyan, tienen otro ritmo. Hay que bajar un cambio a la velocidad”.
Darse cuenta de que las cosas han cambiado no es fácil, reconoce, pero hay que hacerlo. De lo contrario podrían aparecer los indeseables accidentes.
“Vayamos paso a paso. Armemos un plan de lo que queremos hacer en la tercera edad, de lo que queremos cambiar y vayamos dando respuesta a cada uno de los pasos que nos hemos planteado. Las decisiones que se tomen no serán inmediatas, pero hay que iniciarlas”.
El plan debe empezar desde el interés y la motivación, con una agenda ágil, en la que se incluyan cosas generales y específicas que nos mantengan activos y motivados.
“Podría tener un cuadro con aspectos diversos como la hora en que me levanto, hago ejercicio, qué haré durante el día, qué voy a cocinar o con quién voy a ir a almorzar, a quién voy a visitar. Armemos nuestro plan diario o semanal que nos mantenga con ese propósito de vida con el cual levantarnos con energía día a día”.
Hay que evitar todo aquello que nos genere perjuicio a la salud física, mental, emocional, evitar el aislamiento o quedarse en casa sin socializar.
Si hay una pérdida de la pareja, Rosa Rodríguez aconseja transitar el duelo, no reprimirlo para llegar a un punto donde nuevamente ver la vida con mayor optimismo, con el recuerdo de la persona que partió y en honor a ella seguir adelante con nuestros proyectos.
También aconseja darse tiempo para resolver resentimientos o problemas emocionales que quedaron pendientes para no llevar cargas en nuestra mente y vivir de forma más tranquila y más liviana.
“Hay que darle un nuevo valor a la vejez y siempre desde la cotidianeidad. No esperar el logro o el resultado de algo especial. Hay que hacerlo en el transporte público, en reuniones, en el trabajo. Esos cambios deben empezar en casa, enseñando a los hijos, nietos que no hay que llegar a la vejez de manera decaída, triste, sino hablando de que cada vez son más los adultos mayores que llegan en muy buena situación física, mental, emocional y con muchos proyectos que deben destacarse”, sugirió.
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(FIN) KGR/RRC
Publicado: 26/8/2024