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Día de la Mujer: el terrorismo nunca pudo mutilarle la vida a Vanessa Quiroga

La que fue niña símbolo narra los sufrimientos que padeció hasta convertirse en una mujer coraje

Vanessa Quiroga. Foto: ANDINA/ Melina Mejía.

Vanessa Quiroga. Foto: ANDINA/ Melina Mejía.

08:57 | Lima, mar. 8.

Por Melina Mejía

La noche del 16 de julio de 1992 transcurría con normalidad en el distrito de Miraflores. Gladys observaba a su hijita, de solo 5 años, jugar entre los transeúntes locales y los turistas que colmaban la calle Tarata todos los días, sin mayor preocupación. No sabe en qué momento exacto sucedió la explosión y tampoco recuerda qué pensó cuando se vio envuelta en sangre, gritos e histeria. Vea aquí la galería fotográfica


Vanessa Quiroga, su pequeña, perdió una pierna por el terrorífico estallido. Sin embargo, lo que también perdió fue la seguridad y el valor de sentirse linda y feliz desde aquel día. El tiempo le enseñó que para un alma mutilada no existen prótesis. Fue así como se convirtió en una víctima más de Sendero Luminoso, grupo terrorista que azotó nuestro país por más de dos décadas.

La niña símbolo de la paz tuvo que superar no solo el recuerdo del horror que vivió en Tarata, sino que la pérdida de su pierna trajo consecuencias que hicieron de su etapa escolar un tormento. Tras el atentado, le ofrecieron una beca completa de estudio en el colegio La Reparación, en Miraflores, donde además de las diferencias sociales y económicas con sus compañeras tuvo que soportar el bullying.

Solo aguantó dos años y le pidió a su madre que la cambiara de centro educativo. Fueron siete en total los colegios por los que pasó y en ninguno pudo tener una vida escolar normal, pues para sus compañeros ella era "la coja". Toda esa experiencia mermó su autoestima, su amor propio estaba dañado. 

Vanessa narró a la Agencia Andina que solía cubrirse la prótesis con faldas largas y medias altas, y andaba encorvada y con las rodillas dobladas, pues la vida no solo le quitó una pierna, también la hizo, "para su desgracia", de estatura alta. 

Un día decidió ponerse una minifalda y al verse en el espejo lloró a mares pensando que así nadie la amaría jamás. Su mamá, mujer de carácter, que nunca la trató como a una persona con discapacidad, le dio ese día una gran lección cuando la escuchó decir entre lágrimas que nadie se fijaría en ella. “Tienes razón -le dijo-, nadie te va querer nunca, porque primero debes amarte tú”. 

"Yo me amo..."


Gladys Carbajal fue la inspiración de Vanessa, fue ella quien la llenó de fuerza, coraje y valor para transformarse en la mujer que es hoy. Con una terapia autoimpuesta, que consistía en mirarse cada día al espejo y decirse “yo me amo” y aprender a ver lo bueno en ella misma, comenzó a valorarse y obtuvo la fortaleza para el cambio.

Al terminar el colegio trabajó para pagar sus siguientes estudios: primero inglés, luego administración técnica, y al llegar hasta aquí su madre ya estaba orgullosa de la hija que había formado con esfuerzo, una hija que había logrado convertir el pequeño puesto de accesorios de su madre, en Tarata, en un negocio próspero con locales en el Centro de Lima. Pero Vanessa no se conformaba aún y quería más, anhelaba ser universitaria y lo consiguió. 

Amor e hijos


También encontró el amor y hoy es mamá de una niña y un bebé en camino. Cumplió sus metas y deseos superando sus miedos, porque, como ella misma dice: “La mujer necesita fortalecerse para que su entorno la valore”. 

Habiendo alcanzado tanto, necesitaba retribuir de alguna manera y empezó a ayudar con asesorías a pequeños comerciantes a surgir en sus negocios. En el 2017, Vanessa fue invitada al Congreso de la República para dar su testimonio en el aniversario de la captura de Abimael Guzmán. Lo hizo tan bien que le ofrecieron trabajar en el programa Terrorismo Nunca Más, del Congreso, y sin pensarlo aceptó. Ahora ella difunde entre los jóvenes la parte más oscura de la historia del Perú, creando conciencia y motivando a una cultura de paz y democracia.  

Temple de acero


La niña tímida y de baja autoestima se ha ido gracias al carácter recio y corajudo de una mamá, que con temple de acero sacó adelante sola a tres hijos, quien, sin contemplaciones, paró a su hija frente a un espejo para que entendiera lo bella y valiosa que era, y para que aprendiera que en esta vida solo uno mismo puede ayudarse con su fuerza interior. 

El terrorismo le quitó una pierna y cambió su vida. Su madre, sin embargo, la hizo fuerte, y ella la define así: “En realidad, mi mamá fue la verdadera prótesis en mi vida”.

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Publicado: 8/3/2019