
El destino la llevó primero a una minera, luego a Cerro de Pasco, hasta que recibió la llamada que marcaría su historia: había encontrado una vacante en el entonces Hospital del Niño, hoy INSN Breña. En noviembre próximo cumplirá 43 años de servicio y se despedirá al cumplir su ciclo como servidora pública.
Su trayectoria empezó en Emergencia en 1982, cuando las jeringas eran de vidrio y los casos más graves eran de niños que convulsionaban o morían por deshidratación. Pasó 39 años en Cirugía General —diez como asistencial y los demás como jefa— y, tras la pandemia, encontró un nuevo hogar en Otorrinolaringología.
“Me manden al servicio que me manden, uno sabe desempeñarse con base en la experiencia. Lo que se siembra, se cosecha”, dice con una sonrisa.
Teodosia siente que cada niño que cuida es suyo, sobre todo los que llegan desde provincias. Entre los recuerdos más valiosos está Patrick, un niño de Huaraz que ingirió lejía y sufrió graves quemaduras en el esófago. Gracias a médicos y gestiones, fue operado en Estados Unidos y pudo volver a alimentarse sin dolor. Hoy trabaja en España y mantiene contacto con ella. “Hasta hoy me escribe y me invita a pasear por allá”, cuenta orgullosa.
A pocos meses de culminar su vida asistencial, confiesa que lo más grande que aprendió no está solo en la técnica: “Ser enfermera es ser más humana, cercana al niño y su familia. Lo que nos hace grandes es la empatía”.
Dar lo mejor por la vida que confía en ti
Desde hace 35 años, el rostro sereno del licenciado Antonio Gutiérrez Montes recibe a miles de niños y adolescentes en el Servicio de Emergencias. Nacido en Huancayo, se formó en la Universidad San Martín de Porres y, aunque trabajó en el Ministerio de Defensa, la pediatría lo esperaba.
“A los niños se les conversa para que no sientan ansiedad ni miedo antes de un procedimiento”, asegura.
Entre historias de esperanza, recuerda a un paciente hematológico de apenas tres meses al que lograba canalizar la vía cuando nadie más podía. Con los años, el niño creció y lo buscaba para cada procedimiento. “Ese tipo de cosas no se olvidan”, dice emocionado.
Otra experiencia ocurrió en el 2017, cuando un niño de Pichanaqui llegó intoxicado tras el contacto con una oruga venenosa. En coordinación con especialistas de Brasil, lograron traer la vacuna en menos de 24 horas y le salvaron la vida. “Hasta le celebramos su cumpleaños en el hospital. Ese día fuimos más que equipo médico, fuimos familia”, recuerda.
Hoy, además de su labor asistencial, cumple funciones administrativas y es docente desde hace 27 años. Padre de dos hijos y esposo de una tecnóloga médica, sabe del equilibrio entre familia y vocación. Su mensaje a los jóvenes: “Detrás de cada procedimiento, hay una vida que confía en ti. Hay que autoesforzarse y dar siempre lo mejor”.
Liderar con manos firmes y corazón maternal
Desde abril, la licenciada Magaly Paz Cuéllar dirige al equipo de más de 70 enfermeras del Centro Quirúrgico del INSN Breña. Nacida en Lima, lleva 19 años en la institución y su vocación nació inspirada en su madre, técnica en Enfermería. “Quería satisfacer las necesidades básicas de un paciente y luego sumar conocimiento médico”, recuerda.
Comenzó en servicios de Medicina, pero un diplomado en instrumentación quirúrgica la llevó al quirófano, donde aprendió que detrás de cada intervención hay ansiedad y miedo, no solo del paciente sino también de la familia.
“En la sala de recuperación damos cariño y atención maternal. El llanto también comunica”, explica. Aún guarda en el corazón la frase de un niño que le dijo: “Usted es como mi mamá”.
Hoy, como jefa de Enfermeras del Centro Quirúrgico, coordina procedimientos, planifica con cirujanos y anestesiólogos, y garantiza que cada intervención se cumpla. “Somos un equipo, y mi labor es dirigir, organizar y acompañar para que todo salga bien”, afirma.
Fuera del hospital, es madre de María Fernanda, de 18 años, quien sueña con estudiar Medicina en San Marcos. Reconoce que equilibrar familia y trabajo es un reto que enfrenta con organización. “Es cuestión de planificar”, dice con una sonrisa, la misma con la que cada día reconforta a pequeños pacientes que ven en ella una voz serena y un gesto de amor.
En cada historia, en cada guardia y en cada gesto, las enfermeras y enfermeros del INSN Breña son pilares humanos de la pediatría peruana. Su entrega no se mide solo en años de servicio, sino en la esperanza sembrada en cada niño y familia. En el Día de la Enfermera Peruana, que se celebrará este sábado 30 de agosto, su ejemplo recuerda que la salud no solo se cura con ciencia, sino también con empatía, ternura y humanidad.