El jurk'a es uno de los tradicionales panes gigantes de Cusco, que tenía un protagonismo importante en las fiestas patronales cusqueñas y ahora intenta ser revalorado por autoridades de la municipalidad del Cusco y panaderos tradicionalistas de la ciudad imperial.
Aquel pan en forma de sombrero, de color amarillo, corteza dorada, embellecida con anís y ajonjolí, que puede llegar a pesar hasta un kilo, fue puesto en “podios”, junto algunos dulces cusqueños durante el primer Festival del Pan Jurk’a que se celebró en Cusco.
El festival se desarrolló en el corazón de la Ciudad Imperial, en la plaza Espinar o Merced, aquí, más de diez panaderos se juntaron, expusieron y vendieron el entrañable pan; delicioso con mazamorra morada, chocolate caliente, un matecito, una gaseosa, o así no más.
El pan gigante, no es cualquier pan, en ocasiones lo llaman “torta” por esa consistencia, ese sabor incontrastable a huevo, malta, grasa y ladrillo quemado de un horno artesanal, cuya presentación es en forma de pirámide, una sobre otras, desde un pan gigante hasta el más pequeñito.
Aquiles Hurtado Loayza, reconocido panadero de la ciudad, relata que este
pan tradicional es la viva expresión de la confraternidad en una urbe donde sus hijos mantienen viva sus costumbres, fe y devoción al Señor Jesucristo, santos y vírgenes.
Desde tiempos remotos la jurk’a, fue sinónimo de compromiso, aquel ciudadano que tomó la responsabilidad de organizar y llevar adelante una festividad o “cargo”, comienza con hacer elaborar, para jurk’ar con el fin de solicitar apoyo a familiares, amigos o conocidos.
“Este pancito se hace para aminorar los gastos de una festividad y es sinónimo de reciprocidad, unión o confraternidad. Después de jurk’ar se viene la fiesta y ahí se comparte lo que los jurk’ados reunieron como pueden ser lechones, corderos, alimentos bebidas u otros artículos”, afirma.
Raúl Ascencio, gerente de Cultura, Educación y Deporte de la Municipalidad del Cusco, destacó que este pancito es símbolo de la reciprocidad, del ayni en quechua, principio de la cultura inca que puede interpretarse como un “hoy por mí, mañana por ti”, y que por su legado y significado histórico merece institucionalizarse con ferias, como la que fue realizada.
Cristabel Valencia, ganadora del mejor pan wawa del 2021, certamen que unió a cerca de 200 panificadores a escala nacional, fue parte de la organización. Ella contó a la Agencia Andina que decidió reunir a panaderos tradicionales, entre ellos madres de familia, que se dedican a elaborar este pan emblemático.
“Se hizo la invitación a los panaderos y emprendedores a fin de darle un valor al pan jurk’a cusqueño”, finalizaba la destacada panadera, miembro de las asociaciones de panificadores tradicionalistas e industriales de Cusco Apatrac y Asinpac.
Por último, se informó que durante la realización cientos de cusqueños y turistas degustaron el delicioso pan acompañado de empanadas, condesas, maicillos, suspiros y otros potajes que se ofrecen en Semana Santa y en el Día de Todos los Santos, festividad que ya se aproxima.
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(FIN) PHS/MAO
JRA
Publicado: 23/10/2022