Las autoridades sanitarias de Chile reportaron este lunes tres muertes más por el COVID-19, lo que eleva la cifra total a 37 personas, e indicaron que los contagios en el país ascienden a 4,815, tras detectarse 344 nuevos casos en las últimas 24 horas.
Los fallecidos son tres pacientes mayores de 60 años de las regiones meridionales de Ñuble, Los Lagos y La Araucanía, siendo esta última una de las zonas que más preocupa a las autoridades por la rapidez con la que se está propagando el virus.
El subsecretario de Redes Asistenciales del Ministerio de Salud, Arturo Zúñiga, indicó en la rueda de prensa diaria que desde el pasado 3 de marzo, cuando se detectó el primer caso, ya se han recuperado 728 personas y se han realizado más de 54,000 exámenes, lo que sitúa a Chile como "uno de los países de la región con más pruebas".
Chile se encuentra bajo el estado de excepción por catástrofe, con toque de queda desde las 22:00 horas, con las clases suspendidas hasta mayo y con las fronteras, los centros comerciales, los cines, los restaurantes y los comercios que no sean de primera necesidad cerrados.
Los expertos esperan que el pico de contagios se dé entre finales de abril y principios de mayo, lo que ha obligado a postergar el histórico plebiscito constitucional que estaba previsto para el 26 de abril y que estaba llamado a calmar las graves protestas sociales contra la desigualdad que estallaron el pasado octubre.
El Gobierno chileno ha descartado decretar la cuarentena obligatoria en todo el territorio, como han hecho otros países vecinos con menos casos como Argentina, Bolivia, Colombia y Perú, y se inclina de momento por una "cuarentena progresiva".
Hasta la fecha se mantiene el confinamiento de la población de seis comunas de Santiago, además de otras zonas del país como Chillán, Osorno, San Pedro de la Paz o Temuco, unas medidas que afectan a casi dos millones de personas de una población total de 18.