El mundo no debería superar el calentamiento de 1.5 ºC para finales de siglo (respecto a los niveles preindustriales) si quiere evitar los peores efectos de la crisis climática, según advierte el IPCC, el equipo de expertos climáticos de la ONU, en sus informes.
La ventana de oportunidad “se está cerrando”, dijo el IPCC, por lo que conviene poner en marcha reducciones “fuertes, rápidas y sostenidas” para descarbonizar la economía mundial y, al mismo tiempo, trabajar en retirar de la atmósfera el máximo CO2 posible.
Reunidos en Dubái desde el jueves 30 de noviembre, cerca de 200 países retomarán las negociaciones para hacer esto posible: descarbonizando sus economías y aumentando la capacidad natural de la Tierra de absorber carbono y retenerlo a largo plazo, por ejemplo, con la restauración ecológica.
Combustibles Fósiles
El Parlamento Europeo no negocia como tal en las cumbres del clima, pero incide proactivamente sobre la posición del bloque de la Unión Europea, que es uno de los que ha asumido el “liderazgo climático” en estos encuentros internacionales de alto nivel.
Los bloques negociadores más ambiciosos -como los pequeños estados insulares en desarrollo la UE- piden que el abandono gradual de todos los combustibles fósiles quede reflejado en los acuerdos de la COP28, y que por tanto no sólo figure la “reducción de la generación de carbón”, como quedó escrito en el Plan de Implementación de Sharp el Sheij, texto acordado por consenso en la COP27, en noviembre de 2022.
Sin embargo, no queda claro si este compromiso finalmente aparecerá en el texto, tal y como espera la UE o las pequeñas naciones-isla.
Dentro de la transición a un modelo de energía limpia, varias metas han cobrado apoyo entre la comunidad internacional -ya en conversaciones previas a la cumbre-: triplicar la capacidad renovable para 2030 y duplicar la eficiencia energética para ese mismo año.
Global stocktake o balance global
El asunto central de esta cumbre será el Balance Global o, en inglés, “global stocktake”, una revisión de la acción climática actual que llega por primera vez desde la firma del Acuerdo de París.
En septiembre, la ONU publicó un informe en el que aseveraba que el mundo va “muy por detrás” de lo que requiere la carrera por contener el calentamiento.
Los países reunidos en la COP28 tendrán que esbozar una respuesta a esa llamada de atención, y hacerse cargo de la demanda por parte de la sociedad civil y de la comunidad científica de que hace falta cumplir los compromisos de reducción de emisiones, que además deberían ser más ambiciosos y dar “resultados concretos”.
“Todos los países tienen que avanzar en sus compromisos determinados a nivel nacional de acuerdo a sus propias responsabilidades y capacidades, pero de verdad necesitan hacer más para cerrar la brecha”, comentó este jueves en un encuentro virtual el experto en política climática internacional de la Red de Acción Climática, Sven Harmeling.
Programa de trabajo de mitigación
Otro foco de las discusiones estará en torno al Programa de Trabajo de Mitigación, un documento establecido en el marco de estos esfuerzos internacionales por contener el calentamiento y debería conformar una hoja de ruta hacia la neutralidad en carbono.
Uno de los puntos de tensión en la COP28 será la propia continuidad de este programa: la UE defiende que se mantenga como ejercicio complementario al documento de respuesta al balance global, algo que no apoyan, por ejemplo, China, India, Australia, Arabia Saudí y, de manera menos clara, Estados Unidos, según los analistas consultados por EFE.
Estados Unidos juega en esta discusión una posición “ambivalente”, como lo califica Javier Andaluz, responsable de cambio climático de Ecologistas en Acción.
“En público dice que sí, que está a favor de continuar con el programa de trabajo, pero luego sus posiciones de negociación no son muy fuertes”, señala Andaluz, que menciona la discusión vivida sobre este asunto en junio en la cumbre de Bonn (Alemania), entre la Unión Europea, que apoya que el programa sea muy definido y abarque objetivos sectoriales, y, sobre todo, China y Arabia Saudí, que se oponen.
Los países en desarrollo, por su parte, se muestran a favor de la postura de la UE, pero piden primero que “el Norte Global asuma que también tiene que dar financiación para estas transiciones energéticas que se tienen que hacer en todo el Sur Global”.