El consumo excesivo de comida "chatarra" podría generar alteraciones neuroquímicas en el cerebro y provocar cambios en el el sistema nervioso de las personas, alertaron especialistas.
Edgar Miraval Rojas, médico psiquiatra del hospital Víctor Larco Herrera, dijo que alimentos como los chocolates o las papitas fritas, que contienen grandes cantidades de azúcar, grasa y sal, no solo generan sobrepeso y problemas cardiacos sino también afectan las emociones.
“Para que funcione bien nuestra mente, hablemos bien, nos comuniquemos bien, escribamos bien y el afecto también esté estable, debe haber un equilibrio neuroquímico en el cerebro”, anotó.
Explicó que las investigaciones han demostrado que el consumo de comida chatarra o procesada produce cambios en la dopamina, que es un neurotransmisor presente en diversas áreas del cerebro y que es especialmente importante para la función motora del organismo.
Sostuvo que a su consultorio llegan cada vez más niños y jóvenes pacientes con problemas emocionales, aparte de su obesidad. “Están irritables, con conductas de ansiedad o de depresión”.
Señaló que, como en el caso de las drogas, estas personas buscan gratificarse con el consumo de esta comida chatarra para calmar un poco el estrés que generan los estímulos cotidianos de la vida, como es el trabajo, los estudios y las responsabilidades familiares.
“Comen más chocolates, más frituras y entonces el círculo se está poniendo más dependiente de este tipo de comidas”, manifestó Miraval.
Tras advertir que hay un aumento del 5 % de menores con obesidad en Lima, Miraval recomendó a los padres de familia hacer un seguimiento al tipo de comida que consumen sus hijos.
A mayor intensidad, mayor apego
Por su parte, el director ejecutivo de la Dirección de Salud Mental del Ministerio de Salud (Minsa), Yuri Cutipé, coincidió con su colega en que determinados aditivos de la industria alimentaria y los productos ultrarprocesadas podrían tener algunos efectos anciógenos o estimulantes en la persona.
“Son sustancias que se utilizan para estimular e intensificar los sabores, olores y colores de modo que sean más atractivos y estimulantes. Obviamente, a mayor intensidad mayor apego. No llevan a conductas adictivas, pero sí a conductas de riesgo intensificadas por estas sustancias”, anotó.
En tal sentido, Cutipé destacó las diversas campañas que realiza el Minsa (Quiosco Saludable o Comida Saludable) para sensibilizar a los escolares y los padres de familia sobre la importancia de consumir alimentos que ayuden a una buena salud física y mental.
Saludó igualmente la elaboración del
reglamento sobre el etiquetado que deberán respetar las empresas que comercializan los alimentos procesados. “En el rotulado se deben poner los componentes del alimento. Por ejemplo, el colorante que se usa y debe estar señalado en el etiquetado. La gente debe saber que todos estos aditivos pueden tener algún riesgo para su salud”.
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(FIN) LIT/RRC