Hoy imágenes de santos y vírgenes se congregan en Cusco para participar del Corpus Christi. En esta importante fiesta religiosa, además de la fuerte devoción de los fieles, está también las historias y curiosidades que humanizan a los santos. En esta crónica recopilamos algunas de estas estampas.
Comenzaremos, con el orden como suelen ingresar a la Catedral del Cusco, en la víspera al Corpus Christi, con San Antonio Abad. La efigie lleva consigo un jabalí; se dice que al llegar al cercado visita a San Pedro, pero durante esa visita se le pierde el animal, se cree, en esa angustiante búsqueda de sus fieles, que el jabalí terminó en el Mercado (cercano al templo de San Pedro).
Le sigue San Jerónimo, él lleva un león a su izquierda que trata de alejarse en la procesión, porque se dice que el león quiere comerse al jabalí de San Blas. Tal parece ser cierta este jácara, por que entre ambos santos hay un marcado espacio.
Uno de los santos, considerado atractivo por la juventud femenina es sin duda San Cristóbal, su robusto cuerpo al deslizarse causa atracción. De este santo sus jóvenes cargadores cuentan que gusta de la chicha de jora y siempre escapa a un barrio vecino, a Santa Ana, donde se hace la mejor chicha. En una de sus constantes huidas llegó a emborracharse y al retornar, ya cruzando el río Saphy, notó que no tenía al niño Jesús en su hombro; éste se había confundido y peor aún se había llevado a otro niño a “carlitos tocto”.
De Santa Bárbara no se dice mucho, para sus devotos. Reza la tradición que es indispensable llevar un K’epe, o atado de lliclla o manta con comida, el cual es degustado con alegría en el Arco de Tica-Tica. La efigie es la que recorre 12 kilómetros para participar de la procesión.
Santa Ana parece tener un vínculo con San Cristóbal, ella destaca por su elaboración de la chicha de jora y es la “patrona de las picanterías”, para sus devotos ella vive en una incertidumbre en estos días ya que intenta saber quién se tomó el aríbalo de chicha “no dejó ni el concho o base”. En su inquietud no deja de deducir que fue San Cristóbal.
San Sebastián y Santiago
San Sebastián, el santo desnudo, es conocido como el “calatito” y “champita” de él no se dice mucho, pero sus cargadores hacen alusión a la desnudes solo con los pies descalzos “calapatitas” y así lo traen en hombros desde su distrito, que lleva el mismo nombre, en el que se ha edificado una iglesia que está de espaldas a Cusco, en son de rebeldía.
De Santiago, el patrón matamoros, recrean que es infantería en la guerra cristiana, y que su amigo San Sebastián es de caballería; un día Santiago le pidió prestado el caballo, pero bajo la condición de que tenía que devolverlo a San Sebastián ante la posibilidad del asedio de los moros. La devolución no se dio y el santo desnudo murió flechado. De Santiago se dice que las vírgenes y santos no quieren que ingrese a la Catedral todo porque una vez causó un alboroto al ingresar al templo con su caballo.
Sobre San Blas sus devotos muestran la mano derecha, éste descifra ciertas frases parea sus cargadores, ya que lleva elevados los dedos, índice y medio: “dos chichas más, y nos vamos”, al estar acompañado de monaguillos, suele decir también “dos son mis hijos, el resto de quién será”.
San Pedro, que es el más allegado de Jesús, suele ser quien lleva las vicisitudes y alegrías, quejas y satisfacciones que atraviesan los que se reúnen en la Basílica Catedral en la víspera al Corpus CHristi; este santo cuenta de las formas más hilarantes o sosegadas posible, ante la imagen del Taytacha de Los Temblores, “¿qué cosas todavía no hablarán?” y sobre la cual tomarán decisiones.
San José, a este santo sus fieles suelen ponerlo en una postura de celoso empedernido, dicen que es muy celoso de la Virgen de Belén, que por las joyas que lleva y un rostro de “coqueta” suele ser asediada por San Cristóbal y Santiago. Los "celos" de San José son tan fuertes que incluso "manda al niño Jesús a golpear con su cayado, a un inoportuno San Blas". En la efigie se ve a un San José como si ordenara a un atento Jesús.
Vírgenes del Cusco
Entre las vírgenes que se desplazan a la Basílica Catedral, hay ciertas discrepancias. La Virgen Purificada, es conocida por ser “La Millonaria” por sus joyas, pese a que lleva dos tórtolos en una canastita, sinónimo de “la purificación”, dicen de ella sus feligresas que es la más “chelera” término que se le atribuye por que gusta de la cerveza, de que sin ella no hay fiesta.
La Virgen de La Natividad, es la más sencilla y a la vez humillada por la Virgen de Belén que es suntuosa en joyas y de maravillosa anda de platería; en la procesión a La Basílica Catedral, a la “Nati”, según los devotos, la “Belén” le dice de reojo “mírale a esta nana, la que cuida los niños” mientras que la Nati le responde “seré nana pero honrada”.
De La Virgen de Belén, sus propios devotos la enaltecen por la misma presunción de su rostro risueño y sus múltiples joyas en todo el cuerpo. Ella es tan religiosa que dos semanas antes baja a la iglesia de Santa Clara e incluso se da el lujo de acceder al claustro. A ella, por excelencia se la conoce como la que prepara el más exquisito Chiriuchu, plato bandera del Cusco.
A la Virgen de Los Remedios, sus seguidores le atribuyen milagros a sus “kilquitos” pequeños niños que rebozan de alegría en sus costados y espalda de la imagen, se dice que si una persona añora tener bebés, pese a que es infértil, la Virgen le puede conceder el milagro. Las demás Vírgenes suelen tener también sus “Kilquitos” y también se atribuyen milagros. La de Los Remedios tiene tres.
Por último, está la Virgen Inmaculada Concepción, conocida como “La Linda de la Catedral”, por su belleza; a diferencia de las 14 imágenes de Vírgenes y Santos, es la anfitriona en su recinto, ya que en ella aguarda la llegada de las efigies el día de Corpus Christi. De la Virgen dicen que es la más recatada en la lúgubre Catedral, pero en medio de esos eternos días suele darse una escapadita por las noches a visitar a sus amigas, entre ellas a la Virgen de Los Remedios.
(FIN) PHS/MAO
Publicado: 4/6/2015