La Festividad del Señor de Muruhuay que se celebra en el distrito de Acobamba, provincia de Tarma, región Junín, fue declarada hoy Patrimonio Cultural de la Nación. Conozca su historia fantástica que dio origen a esta fiesta que combina rituales católicos con costumbres ancestrales andinas.
La tradición oral tiene una serie de relatos sobre el origen de la imagen. La historia se inicia en la segunda mitad del siglo XVIII, en los últimos años del virreinato.
Según el relato, una epidemia de viruela asoló la región, causando gran mortandad y obligando a la población a migrar de Acobamba; ante la imposibilidad de combatir la peste se optó por aislar y concentrar a los enfermos en las faldas de Shalacoto y en la quebrada Tranca, para evitar la difusión de la enfermedad. En tal situación apareció a los pies del Shalacoto, en primer lugar, un manantial cuyas aguas curaban milagrosamente a los enfermos, quienes, en la necesidad de obtener piedras para construir sus casas; retiraron unas rocas junto al manantial, dejando al descubierto una imagen dibujada en la roca, que en unas versiones es un Cristo crucificado de cuyas heridas manaba agua y sangre, en otros relatos se trata de una cruz roja sobre la cual se pintaría posteriormente la imagen de Cristo.
La imagen fue desde entonces objeto de veneración y su fama empezó a difundirse por toda la región. Según esta historia, el nombre de Muruhuay derivó de esta circunstancia, al estar compuesto por dos vocablos del quechua de Tarma, muru, viruela y huay, casa, es decir, “casa o lugar de la viruela”, en referencia a la dramática situación de los enfermos.
Que, otras historias tratan de la aparición milagrosa de la imagen y por lo general son protagonizadas por personajes de condición humilde, campesinos, pastores o peregrinos, que divisaron una aparición en el cerro y al dirigirse al lugar encuentran una imagen del Cristo crucificado pintada en una pared rocosa.
Las formas en que el Señor se revela ante los testigos son variadas: en un relato, un poblador en búsqueda de la imagen revelada tras el milagro del manantial, encontró en el lugar a un caballero de uniforme blanco montado en un corcel igualmente blanco; en otra ocasión lo que se divisa son velas junto a un altar, pero al acercase al lugar lo que se encuentra son huesos humanos de los que manaba sangre, al costado de la imagen recién aparecida.
Una versión muy popular refiere que en 1824, durante la guerra independentista, un soldado realista huye ante de la derrota de su batería en la Batalla de Junín y, siendo pariente del sacerdote de Acobamba, se refugia en la lomada de Shalacoto; en unas versiones descubre ahí la imagen de Cristo, en otras graba con su espada una cruz en una piedra en agradecimiento por haber salido con vida de la batalla, y en ella aparece pintada la imagen del Crucificado.
Una constante en estas historias es que el sacerdote local se niega a creer en tal aparición e incluso intenta ocultar el hecho cubriendo la imagen, hasta que es obligado a reconocer su error, porque Cristo se revela ante él y por la difusión de los testimonios de otros testigos sobre la aparición, que generan una creciente legión de creyentes.
Los relatos indican de este modo el origen popular del culto, y su posterior institucionalización, estableciéndose la fecha de celebración el 3 de mayo, fecha en que se celebra a la Cruz en el calendario festivo católico.
Precedente prehispánico
La aparición milagrosa del señor de Muruhuay tiene un precedente prehispánico, pues cerca al sitio de Muruhuay existe el sitio ceremonial de Pata Pata, perteneciente a los predios del antiguo poblado de Shalacoto, parte de la etnia prehispánica Tarama o Taruma. Shalacoto era el antiguo sitio de ocupación de la población local, la cual sería reubicada en el siglo XVI como reducción de indígenas, en la antigua villa de Acobamba, hoy capital del distrito del mismo nombre.
De esta forma, con la aparición del Señor de Muruhuay, este espacio recuperó su condición sagrada, ahora como parte del culto cristiano.
El Santuario instalado para el culto fue inicialmente una capilla levantada en 1827, en los primeros años de vida republicana, y fue desde el inicio lugar de peregrinación. Una nueva capilla fue inaugurada en 1835, debido al aumento creciente de peregrinos y a la necesidad de dar mayor prestancia al espacio de culto.
La imagen fue retocada para su presentación en el altar y se instauró el 3 de mayo como día central de la fiesta del Señor de Muruhuay, al ser el día en que la imagen milagrosa hizo su aparición, años atrás. En 1926 se formó un comité por la construcción del Santuario de Muruhuay, el mismo que fue inaugurado y bendecido por el Obispo de Huánuco, Monseñor Francisco Rubén Berroa, el 1 de mayo de 1928.
En la década de 1960 se planteó otra vez la necesidad de construir un templo más grande, el cual fue levantado y consagrado en 1972, siendo diseñado por el arquitecto suizo Kristian Telg Telg. En el atrio central se aprecia la imagen principal en el lado izquierdo del Santuario, acompañada por imágenes de la vida y pasión de Cristo hechas en tapices tejidos en San Pedro de Cajas.
Si bien la fiesta se produce en mayo, hay ciertas actividades que se desarrollan con anticipación, entre ellas cabe destacar por su contenido simbólico, el acopio de leña para la preparación de los alimentos.
Para su acopio se realiza el raja leña o recolección en el campo que se obtiene de los árboles que crecen en algunas chacras de la zona, donados por los propietarios de terrenos. Esta actividad se realiza al iniciar el mes de agosto, tiempo idóneo para la tala de eucaliptos, y en ella participan los mayordomos y la población residente en la región.
Esta actividad requiere de un ritual de pago a la tierra con el consumo de coca, cigarros y alcohol, en ella se entrega una ofrenda a la tierra, enterrando botellas de aguardiente, frutas, hojas de coca y cigarros negros. Se procede entonces a la tala de los árboles escogidos, que serán trozados dentro de un ambiente festivo, acompañados por orquestas típicas y cantos sobre la faena, con la apoyatura rítmica de las tinyas.
La leña será llevada al pueblo de Muruhuay y dejada secar el reparto se hará en casa del mayordomo en los días previos a la fiesta principal de mayo, continuando con el ambiente de música y baile; mientras los participantes son agasajados por los mayordomos ya electos con bebida y comida, destaca en esta el puchero, plato propio del carnaval.
La fiesta se desarrolla en tres partes: la víspera, el día central y el despacho. Durante la mañana del día de víspera, el mayordomo acostumbra dar el cumplido, un ofrecimiento de panes, golosinas y chicha de jora que ofrece a quien haya sido escogido como su sucesor para la fiesta del año siguiente.
(FIN) MAO
Publicado: 25/4/2017