Lograr la inclusión en el Perú es una tarea enorme que requiere el esfuerzo de todos. Pese a las múltiples dificultades que significa no hablar la lengua oficial Roldán Tumi, un indígena matsés, supo salir adelante y gracias a su enorme talento y ganas de estudiar se convirtió en el primer licenciado en antropología en Perú. Conozcamos su brillante historia.
Durante sus primeras clases en la universidad, Roldán Tumi Dësi no entendía lo que explicaban los profesores. Del español solo había escuchado algunas palabras y apenas sabía saludar, recuerda el talento de 30 años, natural de la comunidad Buenas Lomas Antigua, ubicada en la provincia de Requena, región Loreto, en la zona de frontera con Brasil, donde sus integrantes hablan solo la lengua matsés. Pero esta situación no detuvo a Roldán en sus metas. Hoy se ha convertido en el primer matsés licenciado en Antropología del Perú.
“Mi primer ciclo fue muy duro, sacaba ceros o máximo, onces. Además, muchos me decían que ya deje la carrera, que ni siquiera es una profesión bien pagada, como para esforzarme más”, recuerda el talento, quien estudió Antropología Social en la Universidad Nacional de la Amazonía Peruana, ubicada en Iquitos. Lejos de desanimarse, Roldán se convencía cada vez más que su sueño era ser un gran profesional. Así que su primera meta fue aprender español.
¿Cómo lo logró? El joven encontró en la lectura la clave para aprender castellano de manera más rápida. Leía cada vez que podía. También intentaba escribir y, por supuesto, escuchar. Si tenía la oportunidad de estar presente en conversaciones de grupos de personas, Roldán no las perdía. “Yo quería verme hablando bien el español, quería verme haciendo mis trabajos universitarios por mi cuenta”, dice Roldán, quien se puso el plazo de tres años para ver realizado este sueño.
Cuando aún continuaba con esta meta, un nuevo reto se le presentó en el camino: aprender inglés porque así lo requería su carrera. Así que averiguó una academia, que no le cobre tan caro, con la que logró sentirse más preparado. “No se puede comparar el proceso de aprendizaje de los jóvenes de la ciudad con el de los indígenas. Nuestras costumbres son muy distintas. A nuestros ancestros no les llegó la oportunidad de ir a la universidad”, explica Roldán.
Debido a problemas económicos, solo pudo pagar la mensualidad del curso de inglés por cinco meses. Y es que, además de esforzarse por aprender dos nuevos idiomas y mejorar en sus estudios, Roldán también pintaba y limpiaba casas, porque el dinero no le alcanzaba. Durante un tiempo recibió apoyo para su alimentación y alojamiento de parte de una organización de jóvenes indígenas. Sin embargo, él debía velar por su pasajes y materiales de estudio.
Cuando cursaba el cuarto año de su carrera y todo parecía complicarse, Roldán se enteró de la Beca Permanencia, el concurso del Programa Nacional de Becas y Crédito Educativo (Pronabec) del Ministerio de Educación, dirigido a jóvenes de universidades públicas, con buen rendimiento académico y escasos recursos económicos. La beca otorga a los ganadores una subvención mensual para su alimentación, mensualidad y útiles de escritorio.
Para ese momento, Roldán había mejorado bastante en sus calificaciones. Los profesores lo felicitaban y él se encontraba dentro del medio superior de su promoción. Así que postuló y fue seleccionado. “Qué orgullo sentí en ese momento. Nunca antes había recibido una beca. Desde entonces, ya no me preocupaba por el dinero, solo me dedicaba a estudiar”, dice el joven, quien asegura que, sin la beca, no habría podido cumplir sus objetivos profesionales.
Y así fue como el joven matsés, quien a los 13 años afrontó la muerte de su papá y debió superar la tristeza de estar alejado de su familia para estudiar en la ciudad de Iquitos, logró alcanzar sus metas. Hoy es un referente en su pueblo matsés, donde, según explica, hace falta mucho apoyo para que más jóvenes sigan estudios universitarios o aprendan otros idiomas.
“Mi principal referente es mi tío Andrés Bai. Él era profesor en mi colegio. Me animaba a estudiar en la universidad”, dice el talento. Roldán tiene hoy una meta clara: elaborar proyectos sociales y culturales en favor de su comunidad y que sus habitantes sepan el valor que tiene en nuestro país y a nivel internacional. Roldán también quiere estudiar una maestría en el extranjero y volver al Perú, donde cumplirá uno de sus sueños más grandes: ser profesor universitario.
Roldán tiene un mensaje para los jóvenes peruanos que luchan a diario para salir adelante. “Sigan intentando cumplir sus metas, no siempre se alcanzan rápido. Y para los que sí tienen oportunidades de estudiar, no las desaprovechen. Recuerden que una persona inteligente no es la que sabe mucho, sino la que pone dedicación para obtener buenos resultados”, dice el joven matsés.