Su compromiso indesmayable con una educación de calidad, inspirada en valores que forjan buenos ciudadanos y que se expresan en sus 19 años de destacada y fructífera trayectoria profesional, llevaron a Jaime Guadalupe Lobato, profesor de secundaria y oriundo de la región Amazonas, a ganar merecidamente Las Palmas Magisteriales 2020 en la categoría Maestro.
“Las Palmas Magisteriales significan para mí el reconocimiento más importante de mi carrera profesional y de mi vida. Colma no solo mi felicidad sino también la de mis familiares más cercanos, como mi esposa y mi hijo, que se han sentido muy contentos con esta distinción que otorga el Ministerio de Educación”, manifiesta con emoción el docente de 44 años en diálogo con la Agencia de noticias Andina.
Agrega que esta condecoración, que este año distingue a 12 docentes de varias regiones del país en las categorías Educador, Maestro y Amauta, representa también un reconocimiento a la labor que muchos docentes vienen realizando todos los años, a través de su desempeño en la escuela, investigaciones, publicaciones e innovaciones en las aulas, acciones que en muchos casos se están replicando en otras realidades.
“Ello contribuye, sin duda, a una mejor educación comprometida con los valores fundamentales del ser humano, que tanto anhelamos para construir un mejor país”, afirma con convicción Jaime Guadalupe, quien es docente de Lengua y Literatura, licenciado en la especialidad de Filosofía y Religión, y también magíster en Administración de la Educación.
Formación primigenia
Nacido en Ocumal, uno de los veintitrés distritos de la provincia de Luya, en el seno de una familia dedicada a la agricultura y liderada por dos abnegados padres que buscaron siempre el mejor porvenir posible para sus ocho amados hijos, Jaime Guadalupe Lobato confiesa que tardó un poco en descubrir su vocación magisterial.
Al terminar la secundaria en el colegio San Juan de Ocúmal, Jaime Guadalupe no tenía claro qué estudiar en el nivel superior. Dicha localidad se encontraba a 25 horas de viaje de Chachapoyas, la capital del departamento de Amazonas, dado que no había carretera. Y en Chachapoyas solo existían entonces dos opciones: el Instituto Pedagógico y el Instituto Tecnológico.
“Mi hermano mayor vivía en Chachapoyas y él me inscribió en el Instituto Pedagógico. En realidad, él eligió mi carrera pensando que era lo mejor para mí. En mi formación como docente en la especialidad de Lengua y Literatura fui descubriendo la vocación por esta hermosa profesión”, refiere Guadalupe Lobato, quien comenta que desde su etapa escolar mostraba un interés por el curso de lenguaje y literatura.
Descubrir la vocación docente
“En secundaria disfruté mucho con los contenidos sobre biografías y obras de autores de la literatura española, peruana y universal que me enseñaron en tercer, cuarto y quinto grado, respectivamente. Uno de los autores peruanos que más me agradó leer fue Mariano Melgar, cuyos poemas de amor me conmovieron mucho en esa etapa adolescente. Creo que allí me nació el interés por la literatura y la escritura, y llegué a producir algunos versos juveniles”, expresa.
“Durante mi formación como docente me involucré un poco más en el mundo de la literatura y surgieron algunos escritos que posteriormente fui puliendo y se convirtieron en publicaciones”, añade.
Premios y publicaciones
En efecto, Jaime Guadalupe es autor de los libros de cuentos “Las batallas de cada día” (2014) y “La felicidad no pasa por aquí” (2018), publicación que le llevó a obtener el segundo puesto del Premio Nacional de Educación “Horacio Zeballos” otorgado por la Derrama Magisterial.
Cuatro años después, en la edición 2018 de dicho reconocimiento, se coronó en el primer lugar del área “Proyectos de producción de textos literarios”, gracia a su obra: “Cómo tejer historias: Estrategias para escribir cuentos”.
Tras culminar sus estudios en el Instituto Pedagógico de Chachapoyas, Jaime Guadalupe ingresó a trabajar a su entrañable colegio San Juan de su natal Ocúmal, donde permaneció algunos años. Su carrera como profesor de Lengua y Literatura continuó en la institución educativa “Ramón Castilla” de la ciudad de Luya, donde alcanzó el nombramiento gracias a su estupendo desempeño.
La fructífera trayectoria magisterial de Jaime Guadalupe Lobato lo llevó a ser elegido como uno de los 20 docentes transformadores de la educación en el Perú, en el premio “Maestro Excelencia”, organizado por el BCP e IPAE, en su primera edición del año 2019.
Ese mismo año fue distinguido con el premio “Maestro de Amazonas 2019”, en la categoría Maestro Innovador, otorgado por el Gobierno Regional de Amazonas a través de la Dirección Regional de Educación de Amazonas.
Educación y ciudadanía
Estos logros han reafirmado la vocación docente de Jaime Guadalupe y han estimulado sus ganas de seguir trabajando por una educación de calidad, forjando buenos ciudadanos al servicio del país.
“A través de la docencia me siento realizado y siempre quiero dar lo mejor de mí a mis estudiantes. Su buena formación es la mejor satisfacción que puedo tener. Creo que la mayoría de los docentes en el Perú estamos comprometidos con mejorar la educación”, subraya.
Por ello, considera que los docentes deben ser un buen referente de conducta para sus alumnos. “Los docentes no podemos exigir buena conducta a nuestros estudiantes si no nos esforzamos por ser un buen ejemplo”, asevera.
Rol de los padres de familia
Sin embargo, el profesor amazonense considera que, si bien la escuela contribuye mucho a la formación de los ciudadanos, es el hogar el principal responsable de esta labor y son los padres quienes deben asumir esa responsabilidad a plenitud.
En ese sentido, sostiene que en su desempeño docente ha habido siempre un diálogo con los padres de familia, a quienes invita a reflexionar sobre su rol en la buena formación de sus hijos y en la importancia de su colaboración con el buen aprendizaje escolar, a través del seguimiento al rendimiento de sus hijos.
“La escuela es el lugar propicio para la formación de buenos ciudadanos. Para ello se deben combinar dos aspectos fundamentales: el saber hacer y el saber ser. No hay que olvidar que lo más importante es el ser humano. Entonces, la formación educativa, sobre todo en el nivel básico regular, es clave con el acompañamiento de los padres de familia porque sin ellos no podemos construir ciudadanía”, enfatiza.
No obstante, sostiene que el rendimiento de los alumnos tiene relación con el hogar. Familias donde el padre o la madre está ausente, o ambos, o en la que existen problemas de violencia o de crisis económica, terminan impactando en el rendimiento escolar. Y es allí donde los docentes deben doblegar esfuerzos para procurar que los estudiantes con dificultades derivadas de esos problemas sociales y emocionales puedan alcanzar los esperados logros de aprendizaje en cada área curricular.
“Por eso es clave para los docentes trabajar con los padres de familia, mediante talleres y jornadas de diálogo, comprometiéndoles y animándoles a acompañar a sus hijos en su formación escolar, teniendo en cuenta la realidad urbana y rural y las otras complejidades socioeconómicas y socioculturales de nuestro país”, afirma.
El desafío de enseñar en pandemia
En la actualidad, Jaime Guadalupe Lobato reside en Lima y ejerce la docencia en la institución educativa estatal “Mayor PNP Félix Román Tello Rojas” del distrito de La Molina. Y cuando esperaba tener un estupendo año escolar 2020, acaeció la terrible pandemia del covid-19 que obligó al distanciamiento social y a suspender las clases presenciales.
“Lo que más he sentido como consecuencia de la pandemia es el contacto directo con nuestros estudiantes y colegas docentes, sentir y expresar el afecto al estrechar la mano, dar un abrazo, muestras de cariño que espero volver a experimentar cuando se den las condiciones para volver a las aulas”, manifiesta.
Tras indicar que la pandemia frustró la planificación hecha para este año escolar, Jaime Guadalupe refiere que se tuvo que reestructurar y rediseñar el plan de trabajo, adaptándose con rapidez y urgencia al uso de las tecnologías de la información y comunicación como parte de la estrategia para brindar un buen servicio educativo y alcanzar los logros de aprendizaje.
Con ese objetivo, la institución educativa desarrolló una plataforma de comunicación virtual para los docentes y alumnos que contribuyó a desplegar las clases a distancia, asevera.
Logros alcanzados
El desafío de enseñar en un contexto de crisis como la que planteó a nivel global la pandemia del covid-19 fue asumido por Jaime Guadalupe Lobato como una oportunidad. Desde su especialidad de Lengua y Literatura, desarrolló talleres escolares de lectura y composición de textos.
“Hemos publicado virtualmente tres antologías de textos literarios elaboradas por los estudiantes, referidas a cuentos, poesía y otra de historias sobre las experiencias frente a la pandemia. Yo me siento muy satisfecho con lo publicado, porque nunca antes habíamos logrado tanto material en un solo año”, puntualiza.
Se trata de la antología poética “Sembrando versos en el cielo”; la antología de cuentos “Historias sin cuarentena”; así como historias sobre prevención del covid-19 contadas en formato de video y que llevan como título “Si me cuido, cuido a los demás”. También se han realizado talleres escolares de producción de textos argumentativos.
La estrategia diseñada para las clases virtuales permitió también a los docentes efectuar una retroalimentación con los alumnos para hacer un adecuado seguimiento de los avances e incidir en el reforzamiento de aquellos contenidos que requerían un mayor énfasis para lograr los aprendizajes, destaca Guadalupe Lobato.
Indica que si bien las plataformas virtuales han sido de mucha utilidad para facilitar el dictado de clases e interactuar con los estudiantes, no siempre estaban disponibles para todos los alumnos. Esta situación demandó a los profesores muchas horas adicionales a su jornada laboral diaria para cumplir con los objetivos de la clase y lograr una adecuada retroalimentación con los alumnos, anota.
“Los docentes también hemos sido afectados por el estrés generado por la pandemia, el reto de adaptarnos con rapidez a la tecnología para continuar enseñando, el distanciamiento social, la crisis sanitaria y económica”, agrega.
Redacción correcta
Para Jaime Guadalupe Lobato es muy importante que los estudiantes aprendan a redactar bien para desenvolverse correctamente sin problemas en cualquier profesión que elijan. Y hacia ello van dedicados sus esfuerzos en clase y en cada uno de los talleres que brinda a sus alumnos.
“Aprender a redactar es muy importante y muchos profesionales tienen dificultades para escribir correctamente un texto. Lo que quiero como docente es que al finalizar la educación básica, los estudiantes tengan las competencias para redactar bien. Y la escritura de cuentos que impulso facilita ese objetivo, tal como lo muestra la antología que publicamos este año”, remarca.
Precisamente, uno de los cuentos publicados en dicha antología obtuvo el primer lugar en la etapa correspondiente a la Ugel 6 del concurso nacional de cuento escolar “José María Arguedas”.
Guadalupe Lobato asegura que continuará impulsando los talleres de lectura y conversatorios escolares para fomentar la reflexión, el análisis, el espíritu crítico y el planteamiento de soluciones, así como adquirir las competencias para lograr una buena redacción de textos.
“La comunicación es un tema transversal al ser humano. Si aprendemos a comunicarnos bien vamos a mejorar también como personas”, sostiene finalmente.
Palmas Magisteriales
Las Palmas Magisteriales en la categoría Educador se confiere únicamente a docentes en actividad en instituciones o programas educativos públicos de Educación Básica (en todas sus modalidades, niveles y ciclos), así como a los de Educación Técnico-Productiva e institutos y escuelas de Educación Superior Pedagógica del sector público.
Reconoce la práctica docente efectiva orientada hacia la mejora de los aprendizajes de los estudiantes y el involucramiento de la comunidad educativa, en concordancia con el Marco del Buen Desempeño Docente. Se otorga un máximo de 20 condecoraciones.
La categoría Maestro se otorga al profesional en Educación o en otras carreras que ejerza o haya ejercido la docencia acreditando una trayectoria profesional y producción académica que haya generado impacto en la mejora de la educación en su institución educativa y su entorno local o regional, mediante la implementación de propuestas innovadoras, investigaciones o publicaciones. Se otorga un máximo de 15 condecoraciones.
La categoría Amauta se confiere al profesional en Educación o en otras carreras que acredite una trayectoria profesional, académica o producción intelectual que constituya una contribución extraordinaria a la mejora de la Educación, con impacto en el ámbito nacional o internacional. Se otorga un máximo de 5 condecoraciones.
Desde su creación, en 1949, han recibido las Palmas Magisteriales más de 2000 profesionales, entre los que destacan peruanos notables como el arqueólogo Julio César Tello, los historiadores Raúl Porras Barrenechea y Jorge Basadre, el psiquiatra y filósofo Honorio Delgado y los escritores José María Arguedas y Julio Ramón Ribeyro.
(FIN) LZD/ MAO