Compartimos el comentario del editor Ernesto Carlín a la película Un jefe en pañales.
Las fantasías alrededor de los poderes o habilidades que los recién nacidos poseen y que luego olvidan es uno de los filones del cine infantil de Hollywood. Ejemplos hay varios.
El último –por el momento– en sumarse a esta tradición es Un jefe en pañales. El argumento es simple.
En un hogar perfecto, de un solo hijo, aparece de la nada un nuevo bebé. Este no es un neonato cualquiera. Se trata de un ejecutivo de la fábrica de bebés que ha llegado a la Tierra para luchar por el amor que le están birlando las mascotas a los niños.
No se espere más lógica en la historia. Más allá de la parafernalia de fantasía hay otro tema que es el que en verdad atrapa. Es en cómo dos hermanos aprenden a convivir y a relacionarse.
Como manda el canon de este tipo de narración, al inicio hay una repulsa mutua entre ambos infantes, pero conforme avanza la aventura, los lazos se van estrechando.
No es una película con soluciones muy originales ni tampoco plantea temas muy complejos bajo la pátina de historia infantil. Es tan solo una forma ligera de pasar el rato y, de paso, inculcar sobre la tolerancia entre hermanos.
Otro aspecto que también causa interés y no estoy seguro de que fuera la intención de la producción es en la manera desechable con la que se trata a los empleados que no cumplen con su cuota.
Es una suerte de contrabando ideológico contra los mecanismos de producción del mundo empresarial moderno.
El resto es el previsible filme para niños que no deja mucho cuestionamiento, entretiene y es fácil de olvidar.
Ficha técnica
Un jefe en pañales
Título original: The Boss Baby. Estados Unidos, 98 minutos. Dirige: Tom McGrath. Producción: Ramsey Ann Naito. Productora: DreamWorks. Distribuye: 20th Century Fox. Basada en el libro ilustrado del mismo nombre de Marla Frazee. Presupuesto estimado de 125 millones de dólares. Recaudación hasta la fecha: 220 millones. Estrenada el 31 de marzo.
(FIN) ECG
Publicado: 18/4/2017