Andina

Claudia Dammert: Tuve que vencer mis propios monstruos al mudarme al campo

Claudia Dammert. Caricatura: Tito Piqué

Claudia Dammert. Caricatura: Tito Piqué

18:09 | Lima, set. 22 (ANDINA).

Por Fidel Gutiérrez

No pisa un escenario limeño desde hace diez años, pero ahora Claudia Dammert retorna recargada desde su biochacra de Huaripampa, y con la unipersonal Más Verde que Nunca. En la obra la seriedad del mensaje a favor del medio ambiente no está reñida con ese buen humor que siempre la identifica.

Si en Lima tenía una carrera y era conocida ¿por qué se fue a vivir al campo?
Por amor. Mi marido decidió irse a Huaripampa. Fue un cambio fuerte.

¿Qué precio pagó por ello?
Tener bastante miedo. Después de haber estado acostumbrada a vivir con los ruidos de la calle, allá de pronto escuchas el silencio, que es pavoroso cuando no estás acostumbrada a escucharte a ti misma. Cuando recién me mudé no teníamos energía eléctrica. La primera vez que me quedé sola, cuando empezaban a bajar las sombras, me encerré, cerré todas las ventanas y no me atrevía siquiera a bajar las manos porque sentía que todos los monstruos habidos y por haber me perseguían. Luego te das cuenta que son tus propios monstruos. Ahora salgo de noche, incluso sola. Los monstruos fueron erradicados.

Irse al campo ¿implicó en algún momento querer dejar la actuación?
Me alejé del escenario, pero no dejé de actuar. Allá hice microprogramas en radio para intercambiar conocimientos, enseñándoles a los campesinos a actuar. Hice talleres de comunicación no verbal con campesinos y comunicadores universitarios, porque si no sabes comunicar con tu cuerpo, tampoco podrás hacerlo con tu voz. Cuando los talleres terminaban, pasaban cosas maravillosas. Veías campesinos escribiendo poemas a la mano de un comunicador, y este a su vez escribiéndole otro a los dedos del campesino, y con un acercamiento muy profundo, porque la comunicación no verbal es el 90% de la comunicación efectiva. El otro 10% es “el lenguaje mentiroso”. Te pueden decir lo que les da la gana, pero si sabes leer el lenguaje no verbal te das cuenta cuál es la verdad.

Se le ve como si tuviese una sobredosis permanente de energía. ¿De dónde le viene esta?
De muy adentro, ja, ja. Mi temperamento es fogoso. Soy del signo Leo. Desde chiquita mi abuelo me decía “La quincha”, porque cuando pasaba por algún lado, todo temblaba, como las paredes hechas de quincha. Parece que siempre he tenido esa tendencia.

También parece que la jovialidad no la abandona. ¿O es un mecanismo de defensa mostrarse así?
Trato de estar feliz la mayor parte del tiempo, pero cuando me molesto, me molesto. Tiembla todo. Ahora no es tanto. La edad  te da la sabiduría que evita que te vuelvas loca, pero cuando me molestaba ardía todo. Ahora se me pasa rápido. No soy rencorosa.

¿Su temperamento le ha ayudado a destacar en la comedia?
Los comediantes y humoristas no son la gente más divertida. Hacer reír y tener la capacidad de transformar la tragedia en risa o comedia es algo absolutamente serio. Lucho Freire, que ha hecho parte de mis libretos, es serisimo; pero sus textos son hilarantes.

¿Se ha sentido encasillada en la comedia?
Jamás. Hice Algo en Común, que era sobre una mujer con VIH, hice de “La hija” en 6 Personajes en Busca de Autor; hice de “Lady Torrance” en Orfeo Desciende; hice Sin Salida de Sartre. Los comediantes podemos hacer drama y comedia. Los actores dramáticos no pueden hacer comedia. No tienen el tiempo, el ritmo. La comedia es ritmo.

¿Hay alguna obra que le gustaría hacer y todavía no ha podido?
Me gustaría hacer un buen personaje en el cine. No he hecho allí lo que me gustaría hacer.

¿Qué personaje es el que más se le ha pegado?
“Patricia Pardo de Prado” es mi otro yo, y vuelve ahora en Más Verde que Nunca. La gente me la pedía. Es un personaje que ha calado muy hondo en la psique limeña y también en provincias, donde tiene mucho éxito.

¿No es chocante para la gente provinciana ver a un personaje tan “aristocrático”?
No. Se matan de la risa y la adoran porque representa una burla de mi misma y de mi estrato social. Inclusive dentro de mi propio estrato, (habla como “Patricia”) que es el “A”, a veces hay gente que me dice “¡ay!, ¡esa soy yo, cuchi darling!” Se reconocen, se ven y se ríen de sí mismas. Es rico reírse de una misma. A veces, cuando estoy en la sierra, y me escucho, siento que se me descuelgan algunas cosas de ella al hablar.

Debe ser inevitable
Pituca soy y no me compadezcas, ja, ja, ja… Nací en un estrato social que me dio muchas posibilidades, y no soy como Alfredo Bryce, que reniega de su estrato, pero escribe sobre él y gana un montón de plata con eso. Yo no lo ninguneo. Nací allí. Me tocó.

La otra opción sería renegar totalmente. ¿Alguna vez lo hizo?
Fui una gran rebelde en alguna época. Fui secretaria de defensa del Sindicato de Actores. Abrí la “Marcha de los 4 Suyos”; estuve en sindicatos toda mi vida y siempre pelee por la justicia, el bien y todo lo demás, pero te das cuenta que eso no sirve para nada.

¡¿Por qué?!
Porque nada ha cambiado. Desde que en 1897 mi bisabuela, Juana Alarco de Dammert, creo la Auxiliadora de la Infancia, que fue la primera cuna maternal, para mejorar las condiciones de vida de niños y madres en abandono, la situación ha empeorado. A los 60 años -que acabo cumplir hace tres semanas- te das cuenta de eso. Decía mi bisabuela: “no entiendo las evoluciones; comprendo y prefiero las revoluciones”; pero me doy cuenta que la única revolución que existe, como dijo Krishnamurti, es la de revolucionarse a sí misma.

¿Pero ese cambio individual no es el que hace más lento los cambios? ¿No es esa lentitud la que genera escepticismo?
¿En verdad crees que ha cambiado algo? Vengo peleando desde que tenía catorce o quince años, y me he dado cuenta de que cuanto más luchas en contra de algo, menos consigues. Todo lo que es “lucha contra” fracasó: la lucha contra la pobreza, las drogas, el cáncer...

¿Es efectivo lanzar mensajes mediante el teatro?
Hay un sector de gente joven que es más consciente, porque se dan cuenta que el mundo que les estamos dejando es una porquería; entonces, siento que parte de mi misión es decirles a ellos que hay que hacer algo; que cada uno haga su partecita.

Más Verde que Nunca tiene un mensaje ecológico, pero usted, ¿qué está haciendo en concreto para cuidar el planeta?
Tengo una biochacra en Huaripampa, a dos horas y media de Huaraz. Trabajo con las mamás y sus chicos para decirles que todos ellos son ricos por el valor, el arte y el lugar que tienen. Pertenezco a los Núcleos de Afirmación Cultural Andina, creados hace 25 años por el Proyecto Andino de Tecnologías Campesinas, que buscan rescatar los conocimientos y tradiciones para cuidar y proteger a la naturaleza a través de los conocimientos de los antiguos. También pertenezco a una plataforma de ecopartes de TDH Alemania; que está imbuida en una campaña por la biodiversidad en nuestro país.

Dicen que los políticos también deben ser actores. ¿Está de acuerdo con esa premisa?
Creo es que son malos actores y por eso se quedaron en políticos... Lo que hay en un 99.9% es politiquería. Somos seres políticos desde que nacemos. Cuando uno llora y llama a su mamá para pedir la teta, es un acto político. Estás reclamando por tu derecho. Somos seres políticos bajo todo punto de vista. Lo que pasa es que la política la han convertido en sinónimo de asco, y eso da mucha pena, porque la gente que hace obras, en el momento en que quiere asumir un rol político, ve como los mismos políticos la critican.

¿Alguna vez sintió que era necesario participar en política?
Me llamaron un montón de veces de muchos partidos, pero siempre quise ser competente y no competencia. Cuando uno está en provincias es más fácil ver los mundillos políticos de las municipalidades, y son un asco. Aquí el Ministerio de Educación ni siquiera tiene local propio. Está desparramado en huequitos alquilados, y hay gente maravillosa allí, que se saca la mugre para hacer un cambio; pero también hay demasiada podredumbre.

¿En las personas o en las estructuras?
Las estructuras están hechas por personas y a algunas no les interesa que cambien. Están resquebrajadas, pero se apoyan en ellas para que no se caigan y así no tener que moverse. Da pena, pero llega un momento en que dices ‘¡qué se jodan!’, y te retiras y haces las cosas en chiquito; de uno en uno. Mi esposo, que hace talleres de desarrollo de inteligencia afectiva, me dice que si se logra tocar a uno, este luego lo hará con otro y así sucesivamente. Es como el Efecto Mariposa. Cuando una mariposa bate sus alas aquí, puede que haya un terremoto en Japón. Entonces, creo que el amor es el efecto mariposa más grande.

Muchos hablan de amor, como si fuera muy fácil sentirlo y conseguirlo…
El amor es una chambaza, compadre. Una cosa es el enamoramiento, pero amor es el compromiso. No solo es el amor a un hombre o a una mujer. Si no tienes amor y respeto hacia ti, no puedes tenerlo por nadie ni por nada y no puedes pretender que alguien te quiera. La gente comprometida de verdad tiene amor por lo que hace; entrega y sacrificio.

¿El amor es la respuesta a todo?
Para mi sí.

(FIN) Variedades


Publicado: 22/9/2009