La sequía fue el impacto más devastador del cambio climático en Caral, lo que provocó hambruna, muerte, crisis social y finalmente el abandono total de los centros urbanos donde prosperó la civilización más antigua de América.
Así lo sostuvo la doctora Ruth Shady Solís, directora e investigadora principal de la Zona Arqueológica Caral, quien refirió que en los estudios realizados no solo en la Ciudad Sagrada de Caral sino también en Áspero, en el puerto de Supe, y Vichama, en el valle de Huaura, centros urbanos que componen dicho sitio arqueológico, se encontró estratos con sedimentos de aluviones y arenosos que evidenciaban los efectos del cambio climático.
“El cambio climático ocasionó crisis social en la civilización Caral en determinados momentos”, aseveró en entrevista con la Agencia de Noticias Andina, al señalar que la misma consecuencia nefasta se aprecia en los centros urbanos del norte de Mesopotamia, en el continente asiático, que también fueron abandonados debido a la sequía severa que generó el cambio climático, un fenómeno natural de alcance mundial.
Shady advierte que las lluvias intensas, desbordes, inundaciones, huaicos y aluviones no son el mayor daño que provoca el cambio climático y eventos como el fenómeno El Niño, sino la severa sequía que convirtió los fértiles valles costeros en dunas.
“La cordillera de los Andes atraviesa el territorio peruano y los valles fueron formados con participación de los habitantes que los ocuparon. Y los ríos provienen del territorio altoandino. Y sin agua, todo fue convertido en arena y la población tuvo que migrar”, manifestó.
Información inequívoca en Vichama
Shady Solís refirió que sitio arqueológico Vichama, edificado hace 3,800 años en el distrito de Végueta, provincia de Huaura, existe información inequívoca sobre la sequía y sus efectos nefastos que provocó el cambio climático.
Los arqueólogos liderados por Shady Solís descubrieron allí frisos con imágenes de adultos muertos con los estómagos vacíos y también de jóvenes realizando una danza ritual entre peces. Esto último alude a que el océano Pacífico les proporcionó los alimentos que les permitieron sobrevivir a la severa sequía. Sin embargo, los estragos en los valles, que se convirtieron en desiertos por el cambio climático tuvieron que ser abandonados.
“En el momento de la crisis la población de Vichama representó con imágenes lo que significó el cambio climático. Por eso es que representan con más de 30 relieves a personas muertas con el estómago vacío. Pero posteriormente edifican un nuevo salón ceremonial que ya no está orientado hacia el norte como el anterior, sino hacia el este, que es por dónde llega el agua. Y representan a un sapo en uno de los edificios, el cual recibe sobre su cabeza el impacto de una especie de rayo. Es un sapo humanizado que parece estar emergiendo de la tierra. En otro edificio se representa a dos serpientes procedentes del este y del oeste que atraviesan cabezas de muertos y se juntan en el centro. Debajo del centro está una cabeza con la boca abierta esperando la llegada del agua”, refirió.
Explicó que esas representaciones habrían sido hechas en una época posterior a la crisis y fueron dejadas para que la gente no olvide que el cambio climático y los eventos asociados a este fenómeno son periódicos.
“El sitio monumental fue completamente transformado con su fachada y plaza circular que ya no se emplazó hacia el norte como ocurría antes de la crisis, sino hacia el este, advirtiendo que el agua estaba llegando desde los nevados de los Andes”, añadió.
Shady Solís comentó que una representación gráfica similar a la registrada en Vichama existe en la cerámica de la cultura Moche. “Aunque no se ha acentuado mucho la investigación, se puede apreciar que también hubo en ese período del 630 después de Cristo otro episodio del cambio climático con efectos similares, dado que se observa representaciones de individuos con cuerpos esqueléticos que evidenciaría la hambruna provocada por una severa sequía”, dijo.
Lecciones aprendidas
Shady Solís considera que esta valiosa lección del pasado debiera tenerse en cuenta toda vez que el cambio climático es un fenómeno que se ha manifestado siempre y de manera global.
Al respecto, adelantó que se proyecta realizar en octubre de este año un evento sobre las lecciones aprendidas por las civilizaciones del antiguo Perú respecto del cambio climático y eventos como El Niño.
“Que se tenga en cuenta sus características y de qué modo se puede mitigar los efectos del cambio climático con todo el conocimiento y la tecnología que se tiene en la actualidad”, expresó.
Legado de Caral
La Zona Arqueológica Caral, iniciada en 1994 por la doctora Shady, investiga en doce centros urbanos vinculados con la civilización Caral, entre el valle de Supe y el valle de Huaura, del área norcentral del Perú.
La civilización Caral inició su desarrollo hace 5,000 años, logrando avances sin precedentes, con una visión de respeto a la diversidad cultural y social, en condiciones de paz.
“Nuestra investigación trata de comprender cómo se formó, cómo se desarrolló, cómo entró en crisis y cómo colapsó la civilización Caral. Pero también qué efectos y resultados se tuvo a través de los 1,000 años de gran prestigio de esta civilización. Porque avanzaron mucho en producción de conocimiento y ellos manejaron adecuadamente el territorio. Y mucho de lo que vemos, pese a que se asentaron en un territorio sísmico, lograron identificar problemas y darle solución a través de especialistas y del conocimiento que pudieron producir en ingeniería, arquitectura, manejo de la energía solar y del viento, en el manejo biológico de las especies. Hasta Machu Picchu, surgido 4,400 años después que Caral, todavía refleja mucho de los elementos arquitectónicos y modos de vida de Caral”, enfatizó.
Perfil de Ruth Shady
Ruth Shady Solís es doctora en arqueología y antropología por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, casa centenaria de estudios donde realizó sus estudios de pregrado. Complementó su formación con pasantías y becas en instituciones norteamericanas y europeas.
Tiene más de 50 años de experiencia en labores de investigación, conservación y difusión vinculadas con la puesta en valor del patrimonio arqueológico andino y en la ubicación del patrimonio cultural como un pilar del desarrollo social.
Desde 1994 dirige las investigaciones sobre la civilización Caral y en la actualidad es directora e investigadora principal de la Zona Arqueológica Caral, Unidad Ejecutora 003 del Ministerio de Cultura del Perú.
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