Camila Salazar: hermosa voz peruana en la bella Italia

Camila Salazar Zender.

Camila Salazar Zender.

08:59 | Lima, mar. 27.

Por Cecilia Fernández Sivori

Hoy la soprano Camila Salazar es una de las voces líricas peruanas que deja huella en el bell canto en Europa y una convencida que el arte es para todos y que la música debe fusionarse para llegar a más personas.

Camila es uno de los talentos más aplaudidos en Italia y así ha formado parte de diversas producciones de ópera para diversas asociaciones; así como de eventos de música académica; por la alta demanda de esas voces. “Se valora mucho a los académicos y se nos propone para diversos momentos, por ejemplo, mi voz fue parte de una suerte de ponencia sicoanalítica de sobrevivientes del Holocausto”, nos narra.

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Formada en el Conservatorio de Milán, Camila no olvida sus raíces y siempre piensa cómo lograr que la música peruana esté presente en sus expresiones musicales. Años atrás, la pandemia la tomó por sorpresa en el Perú, y encandiló a sus compatriotas cuando al pie de la ventana de la casa de sus padres interpretaba El cóndor pasa o música académica en las largas horas de confinamiento.




Esa voz fue un bálsamo para quienes permanecían recluidos y a su vez tuvo un efecto aquietador para ella porque con el cierre de fronteras tuvo que permanecer separada de su familia que se encontraba en Italia. 

Fueron momentos muy difíciles y retadores. Finalmente, logré reunirme con ellos gracias a un vuelo humanitario, pero esa ya es otra historia”, recuerda.

Actualmente, Camila radica en Italia, donde desarrolla su canto profesionalmente, a la par de continuar cultivándose “porque en este arte no se termina de estudiar nunca, hay que estar permanentemente actualizándose”, nos explica sobre la alta competencia profesional que se vive en el Viejo Mundo.


Ella se preparó en el Perú, en el Conservatorio de Música, tras un peregrinaje académico que vivió tras lidiar en el seno del hogar por lo que sería su futuro profesional.

“Siempre amé la ópera. A los 12 años veía un canal de TV que pasaba esta música. En mi casa nadie jamás escuchó ni vio nada relacionado a lo académico”, recuerda Camila.




“A los 14 años me escogieron en el colegio para ser solista en una audición donde canté agudos y dije wow. Ahí decidí que era lo que quería hacer y le pedí a mis padres estudiarlo. Me apoyaron y comencé a cantar arias y a cantar a solas… fue maravilloso”.

Sin embargo, para una Camila adolescente fue duro encajar en su momento con los chicos de su edad “era raro y sí fue complejo decirles la música que me gustaba, me daba vergüenza. Muchas veces esta música no es muy bien recibida, para mí fue todo un tema de inseguridad. No podía expresarlo así nomás, afortunadamente mi grupo de amigas era fan de lo que cantaba”.

El quiebre académico llegó al concluir la etapa escolar “no era una opción estudiar música. Así que se acabaron las clases de canto y me pasee por todas las carreras. Administración, sicología, diseño de interiores… intentando encontrar algo bueno para mí y con pena de pensar erróneamente que lo que amaba no me iba a permitir vivir. Después de unos meses un amigo de mi papá lo hizo entrar en razón y le dijo que se iba a arrepentir si es que no hacía con mi vida lo que me apasionaba”.

Fue fuerte ese momento, me prometió su apoyo, pero “quería era que tenga un título universitario. Justamente estaba la UPC con su carrera de música, pero luego me di cuenta que tenían otro enfoque. Lo que yo quería era hacer canto lírico”.


 


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Sin embargo, a los 18 años tuvo una especie de “pánico escénico y es por la expectativa de cómo va a recibir la gente el arte para el que uno tanto se entrega. No sabes cómo manejarlo, hubo bastante trabajo detrás de eso y mucho del soporte que me dio mi familia que fueron la roca que me sostuvo”.

Así el Conservatorio le planteaba esa posibilidad y una sola vacante en el exigente proceso de admisión “postulé y quedé. Estuve 3 años y medio allí como el espacio seguro en donde podía ser yo misma, pero siempre con miras de salir del país porque sabía lo quería hacer de esto y quería que funcione. Antes todo era más cerrado y había un poco menos de conocimiento”.

“Recuerdo claramente que se dio la oportunidad de postular al Conservatorio de Milán, uno de los más prestigiosos. Me dije a mí misma pruebo y si no entro regreso. Ya en Perú aguardaba la respuesta y llegó. Fue increíble, en una semana me fui”. 

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Sin embargo, no todo fue un lecho de rosas. Camila se enfrentó a un espacio altamente competitivo. “Había alumnos no solo de diversos puntos del orbe, sino que cantaban desde los 5 años. Todos querían ser los mejores y tenían mucho conocimiento porque es algo que ya viene en su ADN y en su cultura; por ejemplo, los rusos”.

“Mi ritmo de estudio cambió muchísimo. La exigencia era muy alta. Los profesores no eran como en mi país. Aún así logré cumplir el objetivo”.


Soñar en grande


Hoy como madre de dos niños y felizmente casada, no dudaría en volver a caminar lo que tuvo que transitar para hacer de su pasión su medio de vida “por más cliché que suene no dejen de soñar en grande y si están seguros que lo pueden lograr que le den con todo a lo que les apasiona en la vida”.

“Esta es una carrera real, requiere sacrificio que se hace con amor, trabajo y esfuerzo. Se necesita tener mucha disciplina. Es como ser médico, tienes que estudiar toda tu vida, entre que estudias repertorio y técnica. Y si uno quiere lograrlo es fundamental el apoyo de los padres y de un maestro que sea guía y pueda encaminarte”, concluye.

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(FIN) CFS/CFS
 


Publicado: 27/3/2025