La práctica de deporte tiene muchas ventajas sobre la salud física y mental de los seres humanos, por ello, las instituciones educativas están fomentando e integrando, cada vez más, programas de deporte y ejercicio físico en sus planes de estudio, lo cual está mostrando resultados destacados.
“La falta de actividad física en los alumnos puede tener un impacto significativo en su rendimiento escolar, afectando negativamente el estado de ánimo y la motivación de los estudiantes en relación al proceso de enseñanza y aprendizaje”, indica José Miguel Rodríguez, responsable de selecciones deportivas del colegio de la Inmaculada.
En ese sentido, el especialista comparte tres principales beneficios de la implementación del deporte en la formación escolar:
Potenciación del desarrollo cognitivo: la actividad física regular estimula el flujo sanguíneo al cerebro, lo cual favorece la capacidad de concentración, la memoria y las habilidades de resolución de problemas. También promueve la neurogénesis, es decir, la creación de nuevas neuronas en el cerebro, especialmente en el hipocampo, una región crucial para el aprendizaje y la memoria. Estos efectos se traducen en un mejor desempeño en el aula.
Incremento de habilidades sociales: participar en equipos deportivos fomenta el trabajo colaborativo, la disciplina y la resiliencia, habilidades que son esenciales tanto dentro como fuera del aula. Los estudiantes que practican deportes suelen presentar una mayor autoestima y menores niveles de estrés y ansiedad, lo que contribuye a un entorno escolar más positivo y propicio para el aprendizaje.
Además, promueve la formación de valores y respeto en los menores, enfatizando principios éticos y sociales que son fundamentales para la convivencia.
Cultivar un bienestar integral: incorporar el deporte como parte de las actividades cotidianas de los escolares impulsa hábitos de vida saludables que pueden perdurar en la edad adulta. Esta actividad ayuda a prevenir enfermedades crónicas como la obesidad, la diabetes y las enfermedades cardiovasculares. Además, fomenta una mentalidad de autocuidado y bienestar general, lo que se refleja en una mayor atención y energía en las actividades académicas.
En conclusión, la práctica regular de actividad física también contribuye a desarrollar una rutina estructurada y disciplinada, pues los estudiantes aprenden a manejar su tiempo de manera efectiva, equilibrando sus responsabilidades académicas y deportivas, lo cual es una habilidad vital para su futuro.