Alemania desconectará los tres últimos reactores nucleares en funcionamiento en el país a mediados del próximo abril, tras el aval que el Parlamento otorgó a la iniciativa del gobierno de coalición del socialdemócrata Olaf Scholz de alargar el aprovechamiento de la energía nuclear por la guerra de Ucrania.
El pasado noviembre la cámara baja del Parlamento alemán (Bundestag) aprobó la enmienda por la que se prorroga desde diciembre de 2022, que era cuando estaba prevista su desconexión, hasta mediados de abril de 2023 el funcionamiento de los reactores nucleares que quedan en Alemania.
La medida fue impulsada por el Gobierno del canciller Olaf Scholz para reforzar la seguridad energética en Alemania de cara al invierno y fue aprobada por 375 diputados, mientras que 216 se pronunciaron en contra y 70 se abstuvieron.
Los grupos parlamentarios de los Verdes y liberales -los socios de coalición de los socialdemócratas de Scholz- ratificaron, aunque con reticencias, una decisión que había causado disenso en el seno del Ejecutivo hasta que el canciller la impuso haciendo uso de su prerrogativa.
Los reactores de Isar 2, Neckarwestheim 2 (sur) y Emsland (oeste) debían ser desconectados originalmente el 31 de diciembre de 2022, conforme a la hoja de ruta aprobada en 2011.
El calendario del apagón nuclear fue primero impulsado por el canciller socialdemócrata Gerhard Schröder en 2000, con los Verdes como aliados, y recuperado en 2011 por la conservadora Angela Merkel, a raíz de la catástrofe de la central japonesa de Fukushima.
Scholz argumentó a favor de la prórroga que los test de estrés realizados para estudiar la estabilidad de la red eléctrica han demostrado que en el peor escenario posible podrían producirse cortes localizados durante el invierno, por lo que sería irresponsable renunciar a la contribución de las nucleares durante ese periodo.
Según datos de la Agencia Federal de Redes en la primera mitad de 2022 los tres reactores generaron el 6 % de la electricidad consumida en Alemania.
Con el comienzo de la guerra en Ucrania quedó de manifiesto la dependencia energética del gas de Rusia de la economía alemana, la primera del continente europeo. Las autoridades de Berlín han acelerado desde entonces la reducción de la dependencia de ese recurso energético hasta mínimos.
En ese contexto resurgió la demanda de permitir el funcionamiento de las centrales nucleares existentes con el fin de garantizar el suministro de energía al país hasta conseguir sustituir la aportación del gas ruso al mix energético alemán.