Por: José Vadillo VilaEl sistema de conversión Chessmusic, desarrollado por el compositor peruano Miguel Laura, permite convertir las partidas de ajedrez en partituras musicales.
Choque de universos. Guerra de tronos. Duelo de maestros. La partida histórica entre Julio Granda contra Gata Kamski, del 27 de agosto de 1996, en Ámsterdam, es una de las batallas de piezas blancas (Granda) contra negras (Kamski) que continuarán estudiando los amantes del deporte ciencia. Una obra maestra que ahora podrá oír.
“Es música muy espacial, abstracta. Nuestros oídos no están acostumbrados a escuchar este tipo de música. No se puede medir bajo los patrones de ritmo, melodía y armonía”, resume Miguel Laura Saavedra, el creador de Chessmusic, el sistema que permite convertir cualquier partida de ajedrez en una partitura. Música para los oídos. La escuchamos: la melodía lleva intrínseca lo grácil del juego. Es diferente, extraña, bella. Y dura cerca de tres minutos.
Laura, un compositor de más de 300 cumbias, es ajedrecista desde su adolescencia en el distrito de San Martín de Porres. Ahora, en su madurez, ha creado este novedoso sistema. Lo probó empezando por casa, con la famosa partida Granda versus Kamski. “En algún caso he tenido que agregar un silencio más o elevar una nota más para darle una forma más musical”. Lo demás es creación de ambos jugadores, que ahora son músicos sin saberlo.
Jugadas históricas
El compositor limeño ya llevó con este sistema las partituras de otras grandes jugadas del acervo ajedrecístico: la llamada “partida inmortal”, que disputaron el 21 de junio de 1851, en Londres, el alemán Adolf Anderssen y el estoniano Lionel Kieseritzky; o la que sostuvo al año siguiente Anderssen contra su compatriota Jean Dufresne. No falta la que sostuvieron el polaco Akira Rubenstein y el polaco Georg Rotlevi en 1907.
También la “Partida del siglo”, cuando en el Nueva York de 1956 el maestro internacional FIDE Donald Byrne perdió en 10 jugadas frente a un mocoso de 13 años llamado Bobby Fischer. Además, está en partitura el duelo que sostuvieron el croata Garry Kásparov y el búlgaro Veselin Topalov, en Holanda, en 1999, considerada por los expertos “la mejor partida de la historia”.
¿Cómo funciona?
A Miguel Laura le tomó una década desarrollar el sistema de conversión. Investigó ciencias y artes; repasó la teoría ajedrecística; analizó jugadas maestras y escuchó música clásica. En resumen, el sistema toma al tablero de ajedrez como un instrumento musical y cada jugada representa una nota que conformará una melodía.
Para el inventor, ajedrez y música son siameses matemáticos, expresados en formatos distintos. “La música uno la puede escuchar con el oído y solo los genios como Mozart pueden disfrutarla reproduciéndola en la mente. Y en el ajedrez se debe primero comprender el movimiento para luego disfrutar de la belleza de los movimientos, del cálculo, de la precisión de una jugada, de cómo se realizan una serie de movimientos para dar un jaque mate o el sacrificio de una pieza y ganar la partida”, explica.
Nada es convencional en esta historia. El sistema ha sido transcrito como dos relatos en Chaturanga, el libro de cuentos de ajedrez que Laura presentará el 23 de abril. Con una empresa está llevando al software el sistema que ha creado. Su meta es que cualquier persona pueda utilizarlo y convertir las partidas en partituras.
En la edición del 15 de marzo del Paris Review, el compositor italiano Enio Morricone –otro amante del deporte-ciencia– comenta a su pupilo Alessandro de Rosa sobre los “fuertes vínculos entre el ajedrez y el sistema de notación musical”. Desde su experiencia, se puede dar un contrapunto. “Hay analogías entre las dos disciplinas, si una está interesada en buscarlas, y el progreso en un campo muchas veces está vinculado con el progreso en la otra”, invita Morricone, creador de inmortales bandas sonoras.
“Nadie cree que he inventado este sistema porque soy peruano y escribo cumbias. Si fuera de Estados Unidos, Alemania o Israel, me creerían al instante”, lamenta el creador de éxitos en las voces de Agua Marina, Grupo 5, Dilbert Aguilar, Lobo y Sociedad Privados, etcétera.
Derechos de autor
En las partidas musicales que ya elaboró, Miguel Laura figura como “recopilador”, pues asume “desde un punto de vista ético-moral”, que la autoría de la música la elaboran los dos ajedrecistas durante su partida.
El ajedrez solo era un juego, pero tras este sistema que lo transcribe en música, las cosas cambian porque tendrán derecho de autor. Ya se abrió el debate en las redes sociales solo con el anuncio, y los más preocupados son los desarrolladores de softwares de motores ajedrecísticos y de páginas web que guardan miles de jugadas, ¿tendrán que pagar derechos de autor a los ajedrecistas? ¿Los torneos mundiales FIDE deben pagar derechos? Los ajedrecistas de élite, que solo cobran por su derecho de partida en esos torneos de 10, 12 rondas, tendrán que debatir también.
Territorio original
Porque Laura explica que hay inicios de partidas que pueden ser iguales, que son parte de la teoría ajedrecística desarrollada por más de 300 años. “Los siete u ocho primeros movimientos podrían coincidir, como las primera jugadas de Byrne contra Fischer. O de Kásparov versus Topalov, Pero estas jugadas iniciales no significan ni dos compases. No existe ninguna partida igual a otra en el mundo. Esa es la maravilla del ajedrez”.
Una jugada de ajedrez es una obra de arte, tiene belleza, originalidad. Para Miguel Laura, en esta coautoría del pentagrama entre dos jugadores, las frases melodías más bellas son fruto de quien gana la partida: sus movimientos han sido más precisos matemáticamente y generan esa belleza. En cambio, el que pierde, hace disonancia. Sale del acorde.
(FIN) JVV/DOP
Publicado: 28/3/2019