La Reserva Nacional de Lachay es un pequeño paraíso ubicado a tan solo 105 kilómetros al norte de la ciudad de Lima, en el distrito de Chancay, provincia de Huaura, y cumple 44 años como área natural protegida que preserva la singular biodiversidad de las lomas costeras.
Creada el 21 de junio de 1977, la Reserva Nacional de Lachay ocupa un área de 5,070 hectáreas en medio de la franja desértica costera. Constituye un refugio para la variada fauna de la costa del Perú y una muestra representativa de la exuberante vegetación de las lomas costeras, que se caracterizan por su abundante humedad que se expresa en la densa neblina que se adueña del paisaje.
Este frágil ecosistema es único, y como todo espacio intervenido ha sufrido amenazas tales como el pastoreo excesivo y la tala de árboles. Al convertirla en área protegida se hace posible que conservar una muestra representativa de las lomas costeras y fomentar el aprovechamiento sostenible de estos recursos.
Resulta fascinante observar durante la visita a la Reserva Nacional de Lachay como hasta las telas de araña sirven para captar la humedad. Es así como el impresionante mundo natural se adapta a través de los años a implementar y mejorar técnicas para su supervivencia.
Y dado que el tema del agua dulce tiene cada día más relevancia para la humanidad debido a los presagios de escasez que se avecinan como consecuencia del cambio climático, se puede tomar como ejemplo este ecosistema que nos enseña como la naturaleza puede desarrollarse en condiciones difíciles.
La Reserva Nacional de Lachay cuenta con una infraestructura para albergar a los visitantes como centro de interpretación, servicios higiénicos, parqueo para automóviles, entre otros.
La principal actividad dentro de la Reserva Nacional de Lachay son las caminatas y la observación de aves. Todos los senderos están señalizados lo que facilita el recorrido.
El recorrido por las zonas autorizadas en el área protegida toma alrededor de dos horas. En esta interesante caminata se pueden apreciar los diferentes pisos de la reserva. En la parte opuesta al mar se encuentra una cadena de cerros y en los alrededores algunos cerros abruptos con rocas de caprichosas formas, producto de la erosión del viento y del agua. Estas rocas reciben la humedad a través de la neblina que se condensa en agua que luego discurre hacía las partes más bajas.
Flora y fauna
Las especies forestales que destacan son la tara, el palillo, el mito, el huarango, los cuales tienen gran capacidad de captación de neblina.
Al caminar por estos senderos se pueden contemplar diversas especies de aves y con suerte algunos mamíferos. Entre las aves destacan: el cernícalo, el aguilucho común, el canastero de los cactus, el chorlo del campo, el aguilucho grande, el turtupilín; y especies endémicas de la zona como la perdiz serrana, así como el pampero pico grueso.
Además, se pueden apreciar tortolitas, pericos, chorlos, picaflores, lechuzas de los arenales y otras aves. En total se han identificado cerca de 60 especies de aves. Entre los mamíferos residentes más representativos se encuentran los roedores como los ratones orejudos y otras especies como el zorro costero y diversas especies de murciélagos. Entre los mamíferos ocasionales encontramos el gato del pajonal.
Petroglifos
Entre los restos arqueológicos encontrados en el área de la Reserva Nacional de Lachay destacan los petroglifos o pinturas ideográficas precolombinas, ubicadas principalmente en el sector norte de la reserva.
Se estima que existen más de 40 petroglifos en Lachay. En algunas quebradas de la reserva existen sistemas de terrazas o andenes de piedra que posiblemente sirvieron para el desarrollo de la agricultura de pueblos ancestrales ahí asentados.
En su mayoría, los puquiales u ojos de agua se encuentran reforzados con estructuras de piedra, lo que muestra el manejo del agua que practicaban los antiguos pobladores del área.
Clima
Existen dos estaciones perfectamente diferenciadas la una de la otra. La estación húmeda, es decir de junio a octubre, y la estación seca que va de enero hasta mayo. Lo más recomendable es visitar estas lomas justamente durante la estación húmeda.
Durante la estación seca, las lomas están completamente despobladas de vegetación y no ofrecen vestigios del paraíso verde en que se convierten. Solo se observan diversos árboles secos que parecen perecer ante la falta de agua. Basta que las lomas reciban humedad para que brote la fuerza incontenible de la naturaleza.
(FIN) LZD/MAO