Jorge Moscoso Flores aprendió a ser solidario. Las aulas salesianas en Arequipa le enseñaron a rebelarse contra la injusticia. Ingresar a la Marina fue para él como empezar una especie de sacerdocio, que afirmó su vocación social y su amor a nuestra patria.
Hasta el 30 de diciembre del año pasado asumió el cargo de Jefe del Comando Conjunto de las FF. AA, el que ejerció durante 2015-2016. Cumplió las tareas que demanda la Constitución, pero destacaron entre todas las que desarrolló en el Vraem para lograr que el Estado consolide su presencia en una zona donde estuvo ausente por años: la Amazonía.
“Si bien Sendero Luminoso ya no es un peligro para el país, la presencia del narcotráfico trae actividades ilícitas, descomposición social y crisis de principios. Para nosotros, es vital que el Estado sea respetado y valorado, pero, sobre todo, que las personas sientan que es importante en sus vidas”.
Antecedentes de cambio
Cuando el almirante Moscoso Flores llegó a Iquitos por primera vez era teniente segundo y estaba al mando de una cañonera que atravesó los ríos ensoñadores de la selva, permaneció allí entre 1984 y 1986. El centralismo era feroz y las poblaciones amazónicas no existían para las políticas públicas.
“Esos años fueron los más importantes de mi carrera, me marcaron, nunca vi tanta marginalidad y pobreza concentradas en comunidades concretas. Cuando regresé a Iquitos en el 2012, en calidad de vicealmirante, me pregunté qué podría hacer como marino por esos peruanos. Así que, con un grupo de oficiales y técnicos, y gracias a la tecnología, creamos en el 2015 la primera Plataforma Itinerante de Acción Social - Río Napo, que trasladó por lejanos ríos servicios que ofrece el Estado a hombres, mujeres y niños, y que diversas comunidades indígenas asentadas en Loreto desconocían”.
Desafíos
Paralelamente, sus labores en el Vraem se intensificaron en estos dos últimos años. En este instante, por ejemplo, mientras usted lee esta nota, unos 8,000 miembros de las Fuerzas Armadas cumplen tareas para hacer realidad la pacificación, pues como usted, hombres y mujeres de los diversos centros poblados anclados allí, también quieren vivir tranquilos y que sus hijos reciban una buena educación.
“En el Vraem ayudamos al Estado a que se integre, que las autoridades locales se relacionen entre ellas, coordinen y establezcan sus prioridades. Las traemos a Lima para que dialoguen y trabajen con representantes de ministerios y se resuelvan los problemas con la aprobación de políticas y presupuesto”.
Gracias a las capacidades que ostenta la Marina de Guerra del Perú, como disponer de buques, embarcaciones fluviales y helicópteros, puede ayudar al Ministerio de Educación a que el material escolar se traslade hacia las escuelas más alejadas y que el “buen inicio escolar” se lleve a cabo sin contratiempos, cuenta el oficial que el 30 de diciembre del 2016 pasó a retiro.
“El gran desafío que tenemos es revertir la conexión de la Amazonía con el resto del país, es una ironía que la primera factoría naval en esa zona se construyera en Loreto, en 1864, cuando Ramón Castilla fue presidente del Perú”.
Formado en la vida militar, pareciera, mientras cuenta esta historia, que los sentimientos no formaran parte de su vida. Pero una luz sale del fondo de su mirada cuando confiesa que en cada lugar al que llega les pide perdón a los niños, niñas, a las mujeres con sus bebés en brazo, a los viejitos. “Perdónenos, les digo, por habernos demorado en llegar”. Y un suspiro nos dice que cumplió su misión.
(FIN) DOP/SMS
Publicado: 4/1/2017