Hace siete años, María Ferrel buscaba trabajo como muchos de los miles de desempleados que deseaban, por el bien de su familia, tener un ingreso para subsistir. Óscar, su novio de aquellos años, la acompañaba en todo momento para que ese periodo de desempleo, no sea tan solitario. Es así como María llegó al programa del Ministerio de Trabajo “Pro Joven” donde le ofrecieron un empleo como orientadora de pasajeros de la Línea 1 del Metro de Lima.
Ahora, luego de siete años de perseverancia y lucha María es conductora de un tren, felizmente casada con Óscar y ambos ya llevan un año como padres de María Valentina. “Cuando me ofrecieron ser conductora del tren, para mi fue un gran reto, ya que mi motivo es mi familia”, cuenta emocionada María, con los sentimientos aún a flor de piel.
“Para mí es una gran satisfacción, lo mismo para mis cuatro hermanas y mis papás que ven cómo me desempeño en un trabajo que normalmente lo hacen los hombres”, comenta sin perder la emoción.
La Línea 1 acaba de reconocer su labor con el premio “El Tren de Oro”, por cumplir con los valores y principios de este empresa. María es una de las 44 mujeres que se desempeñan como conductoras y, además, forma parte de las más de 200 mujeres que trabajan en las distintas áreas del
Metro de Lima.
“Quienes aspiren a formar parte del equipo de conductores de tren o de cualquier posición en
Línea 1, reciben una rigurosa preparación sin distinción, bajo altos estándares de seguridad, permitiéndoles ser las mejores del rubro de transporte”, nos dice Olinda Merzthal jefa de Relaciones Institucionales.
En el Perú, en el sector ferroviario es común que los trenes sean conducidos por hombres; sin embargo, desde el inicio de la operación de Línea 1, hace casi 8 años, 112 mujeres fueron capacitadas y ahora son conductoras de tren, logrando tener una igualdad de género en una labor netamente realizada por varones.
“Somos luchadoras”
“Creo que las mujeres cumplimos las misma funciones que los varones: somos emprendedoras, luchadoras y lo que nos proponemos lo cumplimos”, sostiene María quien no puede evitar mencionar a su hija en su larga y sostenida disertación sobre la presencia femenina en la vida laboral: “ Yo quisiera que mi hija, María Valentina, viva en una sociedad diferente a la que vivimos el día de hoy”.
No es común encontrar a mujeres que de niñas hayan querido ser conductoras de trenes. Tampoco es el caso de María, por supuesto.
Sin embargo, al conversar sobre la inmensa responsabilidad que tiene para con la vida de sus miles de pasajeros y para la suya misma, entendemos que no hay nada más valioso que llegar sana y salva a su casa, encontrarse con el motor de su vida: su familia. Y soñar y no parar de soñar con un futuro mejor para su niña.
Entonces, ¿por qué no darle un inmenso abrazo este 8 de marzo a una mujer como ella? Mujeres como ella enaltecen el Día Internacional de la Mujer y demuestran que la tenacidad es el arma para conseguir los propósitos que se nos presentan como retos en la ruta de nuestras vidas.
(FIN) LIQ/RES