Por Ricardo Cuba Zavala, textos y fotosDos generaciones de la familia Oré se dedican con profesionalismo al arte que más hace falta a los peruanos: reírse sin hacer escarnio de los demás. Sonría. Esta no es una familia común. Su trabajo está alejado de los escritorios y las oficinas formales. Sus integrantes eligieron el color y las risas; el circo, las fiestas infantiles y los babyshowers y todo lugar donde sea mandato hacer alegrar al público con carisma y una nariz roja.
Luis Enrique Oré se convirtió en payaso sin darse cuenta. Se enamoró de una bailarina, hija de una familia circense. Entonces, al ir todos los días a verla al circo, no solo conoció el amor romántico, sino también el amor a un oficio; pues, sin quererlo, empezó a aprender todas las “entradas” de los payasos hasta que un día uno de ellos faltó y no dudaron en proponerle, “Luis Enrique, ¿sabes la rutina, no?”. “Sí”, respondió un poco nervioso, pero sin ápice de broma. “Entonces píntate la cara y entra a hacer el show”. Y él, por impresionar a la bailarina, se lanzó al ruedo.
Así nació el payaso Canchita. Lo bautizaron como tal porque sus cabellos pintados de blanco ganaban volumen hasta parecerse a ese maíz tan conocido. Las cosas fueron avanzando y tras varios años Canchita y la novia bailarina se pusieron serios fuera del circo y tuvieron tres hijos.

Trompetín y Cia
Dos de los hijos de Luis Enrique también tomaron el mismo oficio paterno de la nariz roja. Naomi y Christian Oré ingresaron al rubro de formas distintas. Tal vez fue ese sentimiento de pertenencia cuando ves a tu padre haciendo un trabajo con tanta pasión o, simplemente, la admiración que todo niño siente por sus progenitores.
Lo que sea, llevó a los dos hermanos Oré a seguir la tradición familiar. Christian no solo heredó el oficio, sino también el apelativo artístico de su padre. Ahora, él es el payaso Canchita, mientras que su padre, Luis Enrique, se inscribió en el Sindicato de Payasos como el payaso Trompetín. Por su parte, Naomi es Chulpi, el nombre quechua de la cancha serrana.
Desde niño, a Christian lo pintaban como payasito. Cuando creció le enseñaron las entradas clásicas del circo. Luego de trabajar en varios circos pudo formar la Escuela Experimental de Payasos, o EEP, por sus siglas, donde forma a tipos de narices rojas con conocimiento de circos, entradas clásicas y que se profesionalizan en saber trabajar con todos los públicos.
Porque hacer reír es cosa seria. Y la comicidad no es simplemente agarrar a alguien “de punto”, sino que todos puedan disfrutar del trabajo de un payaso hecho y derecho.
Producción risueña

Naomi se metió a talleres de claun y de impro para complementar a la escuela que tenía en la familia. Un día la invitaron a formar parte de una productora de eventos y empezó a aplicar todas las técnicas humorísticas aprendidas en el hogar.
Con el tiempo, formó su propia productora, Los Canchitas Producciones, con la que lleva shows y diversión a toda fiesta donde necesiten de risas sinceras.
Cuando los tres Canchitas se personifican se puede escuchar carcajadas clásicas de payaso. Debe ser que parte de sus personajes ahora también son parte de ellos. Mientras el patriarca de la familia les entrega las nuevas narices rojas que compró como regalo de un importador de Brasil, nos cuentan cómo entre payasos se bromeaban y, a veces, antes de salir a hacer show, algunos amigos en el circo tenían los zapatos clavados al piso, algo que las carpas de la vieja escuela ha sabido contemplar.
Ya viene julio, mes de las Fiestas Patrias y de la campaña de circos en el Perú. Y el clan Oré ya está preparándose para robar sonrisas a todas las familias que vayan a ver su espectáculo. Porque una buena sesión de carcajadas es el mejor remedio contra las rutinas de la ciudad. Sonría.
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(FIN) RCZ/RES
Publicado: 24/6/2023