Por Karina Garay RojasExisten personas que se inventan enfermedades para recibir atención médica, llegando incluso a autoinfligirse lesiones que pueden ser de gravedad.
Así lo advirtió el doctor Guilermo Ladd, jefe del área de adultos del Instituto Nacional de Salud Mental, quien analizó las diversas razones que empujan a las personas a
decir mentiras.
Aunque la mentira es un recurso empleado por los humanos para obtener una ganancia o reducir el castigo por una determinada conducta, el experto señaló que algunas pueden llegar a ser muy peligrosas como en los casos de un "trastorno facticio", donde hay una intención deliberada de engañar al personal de salud, sobre todo por médicos.
“Se trata de personas que fingen enfermedades. Se presentan ante la emergencia diciendo que tienen dolores intensos. Pueden llegar a producirse moretones, sangrados, con el único fin de ser considerados como paciente. Esa es la justificación mental (que motiva su comportamiento)”, anotó.
No son hipocondriacos
A diferencia de quienes “arman” un caso médico para obtener un beneficio tangible como días de licencia médica, evitar un examen, no ir a trabajar, entre otros; quienes experimentan un trastorno facticio “solo buscan ser atendidos”.
Estas personas exageran los síntomas de lo que supuestamente padecen y son capaces incluso de pasar por tests dolorosos y operaciones de riesgo para no perder el estatus de paciente, de recibir la simpatía del personal sanitario.
Otros síntomas que pueden delatar casos de este tipo son un historial médico dramático, pero inconsistente; recaídas inesperadas, la presencia de muchas cicatrices, pruebas que no certifican lo que dicen padecer, deseo por realizarse operaciones, no permitir que los profesionales de salud conversen con miembro de su familia, amigos o médicos previos, entre otros.
Pueden “enfermar” a sus hijos
Guillermo Ladd advirtió que el trastorno facticio puede producirse también cuando los padres de familia o personas responsables de menores de edad declaran falsamente que ellos tienen una enfermedad.
“En esos casos hay una
enfermedad facticia por poder. Es decir, produzco en mi hijo síntomas específicos para que lo atiendan o me atiendan. De esto saben muchos los médicos internistas y emergencistas. Buscan la atención del médico y la relación que se establece con él”, refirió.
Bajo su gran despliegue escénico para ser atendidos, los afectados por este problema experimentan dificultades emocionales graves para afrontar la realidad, para vincularse con los demás. Pueden presentar inclusos trastornos de personalidad.
El galeno explicó que se trata de una patología distinta a la de los
hipocondriacos, quienes están convencidos de tener una enfermedad que requiere supervisión especializada.
“El facticio busca crearse síntomas, pero él sabe que no tiene nada. Para entender el origen de este problema hay que remontarse al pasado y evaluar la relación, el vínculo que se estableció del niño con su entorno primario, porque la relación con un médico siempre es de afecto, de aprecio. Se busca una relación de ese tipo”, indicó.
Las personas con este trastorno deben recibir tratamiento psicológico, para encontrar las causas que detonan esta búsqueda de atención, a fin de atenuarlas o frenarlas.
La terapia familiar también puede ser de utilidad para que no se premie el comportamiento perjudicial y dañino de la persona afectada, ni se siga el juego en búsqueda de atención.
Más en Andina:
(FIN) KGR/RRC
Published: 10/7/2019