Según la Dirección de Salud Sexual y Reproductiva del Ministerio de Salud, en el año 2021 se atendió con el kit de emergencia a 2,519 víctimas de violencia sexual en todo el país, de los cuales el 65% correspondía a casos de niñas, niños y adolescentes.
¿Es posible prevenir una violación sexual?
Siempre se puede prevenir la violencia sexual. Hay aspectos ligados a la protección familiar y también algunas señales de alerta que pueden ser eficaces. Sin embargo, existe otro factor que tenemos que eliminar que es la normalización de la cultura de la violación.
Una forma de prevención recomendada internacionalmente es trabajar en la sociedad, en nuestra comunidad, en nuestros barrios para cambiar las normas culturales de nuestra sociedad, para ser menos machista, para ser más igualitaria, con alto sentido de respeto a nuestros niños, niñas y a las personas en general.
¿Qué señales nos pueden permitir reconocer que un niño, niña o adolescente está pasando por un abuso sexual?
Pueden ser síntomas como tener llanto sin una razón aparente, dejar de comer o comer demasiado, pueden tener problemas para dormir, tener pesadillas, mojar la cama más seguido o tener temor a cualquier adulto.
Hay que notar cualquier cambio en la conducta. Si era más sociable y de pronto se pone más tímido; o al revés, puede estar más inseguro e insegura y querer estar más tiempo con los padres, buscan que no lo dejen solo.
Podría también expresar ciertos comportamientos tocándose en las áreas genitales o tener temor a la oscuridad. Si ya está en el colegio, puede bajar las notas o no querer ir a clases.
También puede tener ciertos comportamientos llamativos con otros niños o niñas en el juego que podrían ser hipersexuales. Por ejemplo, podrían comunicarse en su propio lenguaje con expresiones que no son comunes en nuestros niños.
¿Cómo hacer para que el niño nos hable sobre lo que está pasando?
Es necesario que el niño desarrolle habilidades emocionales y de comunicación para tener su confianza incondicional. Si nosotros tenemos un vínculo seguro, tenemos comunicación, no hay maltrato infantil, hay afecto auténtico, entonces el niño o la niña va a avisar cuando pase algo raro que le incomode o desagrade.
Por el contrario, si yo estoy ausente, hay conductas de negligencia o no paso mucho tiempo con ellos, entonces hay mayor riesgo de que ocurra un abuso sexual.
¿Por qué es importante hablar de sexualidad con los niños y cómo lo hacemos?
Hablar de sexualidad nos permite construir herramientas para que nuestros niños puedan reconocer situaciones de abuso y saber actuar frente a éstas. Tenemos que enseñarle los nombres de sus órganos sexuales e indicarle que son partes del cuerpo privadas, que nadie debe tocarlas, ni ellos deben tocar las de otras personas.
Otra forma es crear una conversación donde hacemos preguntas sobre cómo se siente con tal persona, qué hace cuando están a solas y qué parte de su cuerpo no puede tocar.
También es importante hablar de sexualidad con los adolescentes. Muchos padres minimizan el pasar tiempo a solas con las hijas e hijos adolescentes cuando justo están en una etapa de enamoramiento, que sin la guía adecuada pueden caer en una relación de poder.
¿Qué debo de hacer si mi niño revela un abuso sexual?
Si mi niño o mi niña me dice algo, lo primero es creerle. Nuestra comunicación no verbal tiene que ser coherente con nuestra escucha activa. No debo decir “estás exagerando, quizá lo has interpretado mal” porque esa actitud es terriblemente dolorosa para las víctimas.
Así que lo primero es escuchar e inmediatamente acudir a un Centro de Emergencia Mujer (CEM), a la Defensoría Municipal del Niño, Niña y Adolescente (Demuna) o a un centro de salud mental comunitario donde rápidamente harán una evaluación para recoger pruebas y alcanzar justicia.
¿Qué no debo hacer?
Nunca hay que culpabilizarlo o descalificar sus expresiones creyendo que está exagerando. Y lo más importante, nunca intentar concertar con el agresor porque ningún tipo de transacción va a reparar la afectación física, mental, sexual y reproductiva de ese niño, niña o adolescente.
¿Con quién puedo dejar a mi hijo o a mi hija pequeña?
Esta es una de las grandes interrogantes de las mamás que a veces están solas y tienen que sacar adelante a sus hijitos, pero tienen que dejarlos con alguien.
Sé que es difícil depositar toda nuestra confianza en cualquier persona, por eso recomiendo no dejar que nuestro niño esté solo. Si está en una guardería o en el colegio, siempre tiene que estar en grupo, pero nunca a solas con un adulto que tenga una relación de poder, incluso si es el padre o la pareja.
Lo mejor es prestar atención a las señales de alerta y enseñar a los niños educación sexual integral para que conozcan su cuerpo y sus límites.
¿Qué hacer si alguien cercano a la familia quiere sacar a pasear a mi niño o niña?
En la gran mayoría de casos de violencia sexual no ha habido la necesidad de forzar al niño o a la niña, por el contrario, el contexto ha sido en la misma vivienda o en un espacio donde el agresor obtuvo la confianza del menor. Por eso es importante tomar medidas de protección y no dejarlo a solas con otro adulto, lo mejor sería acompañarlo.
¿Es posible superar una agresión sexual?
Esta experiencia traumática puede ser superada, pero es más factible si hay un acompañamiento emocional, familiar, incluso comunitario y escolar. También se necesita apoyo socio legal para evitar la revictimización y un seguimiento en los cuidados de las secuelas físicas.
Necesitamos garantizar un acompañamiento a largo plazo. Por ello tenemos que identificar todas las barreras, puede haber barreras económicas o emocionales que impiden que esa niña o niño supere este trauma y se desarrolle lo más plenamente posible.
Sabemos que hay una cultura de poder sobre el cuerpo de los otros, ya sea en niños, niñas o adolescentes, y mujeres en general. Entonces, ¿todos los hombres son una amenaza?
La idea no es personalizar, sino comprender que lamentablemente nuestra sociedad aún tolera y normaliza la violencia. La gran mayoría de violencia sexual, por ejemplo, ocurre en nuestra casa con una persona cercana y en la gran mayoría de casos no hay denunciados. Cuando acompañamos a esos familiares, (la hija) menciona que no le creyeron, que tenía que tolerar, que el padre era quien la mantenía.
Todavía existen creencias erróneas extendidas en nuestra sociedad que culpabilizan a las mujeres, incluso a las niñas y niños. Culpabilizan a las madres al creer que no los han cuidado lo suficiente.