Con una trayectoria marcada por la innovación y la vigencia de su propuesta, Marcelo Moura, actual vocalista y figura emblemática del grupo, llega a Lima para reencontrarse con el público peruano.
Este viernes 29 de agosto, la banda celebrará en el Teatro Leguía el aniversario de los 40 años de “Locura”, uno de los discos más trascendentes de su carrera, con un concierto especial que promete convertirse en una cita inolvidable para varias generaciones.
Virus fue uno de los pioneros en romper los moldes del rock tradicional en América Latina, tanto en lo estético como en la mezcla con el pop dentro de la misma escena…
–Cuando Virus comenzó a tocar en Argentina, los shows musicales no tenían una propuesta muy cuidada en lo visual. Desde el inicio nos preocupamos por esos detalles. Pasábamos horas en las pruebas de sonido, que a veces duraban más que el propio show, porque queríamos garantizar que el público disfrutara una experiencia completa. Con el tiempo, esa visión se revalorizó. Hoy, no solo todos los músicos se preocupan por la puesta en escena, sino que incluso hay artistas cuyo peso radica más en lo visual que en las propias composiciones. Sin embargo, en el caso de Virus, ese esfuerzo siempre estuvo acompañado por canciones que siguen vivas.

–Lo ves cada vez que tocas y sientes el quiebre.
–Anoche, por ejemplo, dimos un show en Palermo, Buenos Aires, y el lugar estaba lleno de gente muy joven, de 18 o 20 años, que no conoció a Federico ni aquella década, pero cantaba todos los temas. Creo que ese es el gran quiebre que generó Virus. Más allá de las canciones, que han perdurado en el tiempo, lo más revolucionario fue profesionalizar el rock: mantener su autenticidad, rebeldía y espíritu disruptivo, pero llevarlo a un formato cuidado, con buen sonido, una puesta visual homogénea y artistas realmente iluminados en el escenario. Ese fue, sin dudas, el cambio más importante que propusimos.
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–Y hay algo también en lo que mencionas porque cuando hay un quiebre siempre queda un legado, que han reconocido la influencia de Virus.
–Por supuesto que es muy agradable y nos llena de orgullo. Somos plenamente conscientes de que nuestra música influyó no solo en bandas como Miranda!, Bandalos Chinos o Babasónicos, que lo han reconocido públicamente, sino también en tendencias más actuales que hoy son furor en el mundo y que, de algún modo, también tienen a Virus como un referente.
Para nosotros, esa influencia es un verdadero halago porque significa sentir en términos concretos que nuestro trabajo dejó una huella y que hicimos un aporte importante a la música argentina y latinoamericana. Ver que nuevas generaciones de músicos retoman, reinterpretan y reinventan aquello que en su momento propusimos es una de las mayores satisfacciones que puede tener un artista.
–En ese contexto, ¿recuerdas alguna anécdota o momento especial que hayas vivido en el Perú?
–La primera vez que fuimos al Perú fue para presentarnos en la Feria del Hogar, que ya no existe. Recuerdo que llegamos en un momento muy particular porque había toque de queda en el país. Para trasladarnos teníamos que contar con un salvoconducto, y viajábamos en un bus en el que, de repente, se subía gente encapuchada. A pesar de ese clima tan especial, el show fue inolvidable. Según me han dicho en varias oportunidades, nunca se superó el récord de asistencia de ese festival: más de 75,000 personas estuvieron presentes el día que tocó Virus. Fue realmente impactante ver semejante convocatoria y sentir la energía de todo ese público.
–¿Cómo entiendes que las personas bailen estas canciones a pesar de que transmiten un mensaje tan reflexivo?
–Justamente por eso… porque al momento de bailar no entra tanto en juego el racionalismo, sino una energía distinta. Depende de cómo se cuente una tragedia: puede sonar irónica, graciosa, incluso simpática.
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Muchas veces me han preguntado qué hubiera sido de mí si no hubiese sido músico, y siempre siento que ese tipo de preguntas no me llevan a ningún lugar.
Soy de Capricornio, muy de tierra, muy organizado, y mi vida es lo que es, fue lo que fue y será lo que será. Por eso no suelo imaginar escenarios hipotéticos.
Con Federico pasa algo parecido. Para mí lo más importante en la vida es aceptar las cosas como vienen, con todo el dolor que eso puede implicar, pero también con la necesidad de hacer el duelo y seguir adelante. Yo lo siento presente en cada escenario: en nuestros conciertos aparece en las pantallas, canta algunos temas conmigo a dúo, y de esa forma siempre está.
No necesito imaginarlo porque de alguna manera acompaña todo lo que hacemos. Además, hay algo muy profundo. Yo no me lo imagino viejo. Federico se fue en su momento de mayor esplendor, siendo un hombre bello, lleno de fuerza y de energía.
Si hoy viviera, tendría alrededor de 74 años, pero no puedo concebirlo así. Para mí su imagen quedó congelada en la edad en que partió, y hasta eso lo siento como una señal. Es como si hubiera dejado una imagen congelada de lo que fue.
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(FIN) CFS/CFS
Published: 8/24/2025