El día que Roger Orlando Alvarado Isla descubrió que conservar los bosques “era lo suyo”, fue durante un paseo nocturno con su padre en Tambopata, Madre de Dios. Don Roger llevó a su hijo a conocer los bosques de esa zona. Su frondosidad, el piar de las aves, el olor de sus hojas y ramas que un ligero viento trasladó hacia donde estaban, lo sobrecogió.
Pero lo que conocería esa noche, sería determinante para su vida. Tenía 12 años, y su progenitor lo animó a acompañarlo para avistar caimanes en la noche. Al llegar al lugar, se encontró con una especie de constelación de estrellas sobre el manto negro del río.
“Había filas de lucecitas que salían del agua. Eran los ojos de los caimanes que brillan mientras realizan sus actividades nocturnas, como cazar animales. Esa imagen sigue grabada en mi memoria”, relata.
Esa experiencia le reveló que debía proteger a la naturaleza y narrar a todas las personas que pudiera lo que empezara a conocer de ella. Así comenzó su compromiso con la preservación de nuestra Amazonía. Luego visitaría la collpa de Guacamayos, la Reserva Nacional Tambopata-Candamo, en sus etapas escolar y universitaria, así como la Reserva Nacional Pacaya-Samiria, y el lugar donde labora hoy.
Guardaparque destacado
Trabaja en la actualidad en la Reserva Nacional Allpahuayo-Mishana (RNAM) ubicada a 45 minutos de Iquitos en mototaxi, entre los kilómetros 28 y 31 de la carretera Iquitos-Nauta.
Su cercanía a la ciudad la hace atractiva para los iquiteños, turistas peruanos y extranjeros e investigadores porque presentan especies únicas en el país y el mundo, como los árboles de varillales que crecen sobre la arena blanca, y atraen a unas 428 especies de aves que viven en ellos.
Tres de ellas son endémicas: la perlita de Iquitos, el hormiguerito de Allpahuayo y la moscareta de Mishana. Pero hay un ave que le interesa especialmente: el ayaymama, protagonista de leyendas trágicas porque el sonido que emite es tenebroso.
Se dice que se parece al lamento de unos niños perdidos en el bosque, por buscar a su mamá que los había abandonado.
Y mientras va contando las maravillas de esta reserva nacional, la más pequeña que tiene el Perú, a pesar de las 58,069 hectáreas que mide, va explicando por qué surgió su afán por mostrarlas. Para Roger, ingeniero en gestión ambiental, convertido en comunicador por pasión, es fundamental que la gente la conozca para conservarla.
Así que desde el 2018, año que ingresó a la RNAM, empezó a desarrollar una serie de actividades, entre ellas un concurso de fotos que ayudó a posicionarla como referente turístico.
Educador ambiental
A partir de allí, desarrolló tareas motivadas por aquella visión. Por eso, luego de seis años, este joven, de voz cantarina y alegre, ha logrado que más personas acudan a la reserva. Claro, con un equipo de voluntarios que lidera como guardaparque oficial, gracias al cual sigue cosechando frutos, como Ideas y Kokito, los amigos de la conservación, un programa que desarrolla actividades de educación ambiental comunitaria y de interpretación ambiental para niños y niñas de 4 a 11 años.
“Yuyito”, como le decía de cariño su padre, un cusqueño amante de la biodiversidad peruana, apuesta por la comunicación como el medio para que los jóvenes amazónicos conozcan sus bosques. “Tenemos que conocer para conservar. Para mí la Reserva Nacional Allpahuayo- Mishana es una inspiración: muestro nuestra rica biodiversidad amazónica y sirvo a mi patria”, puntualiza.
Dato
Acaba de recibir el Premio para la Conservación Carlos Ponce del Prado 2023.
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(FIN) DOP/ SMS
Publicado: 2/10/2023