Celsa Ortiz Rigle es servidora pública y guardaparques de la reserva comunal Yanesha, ubicada en el distrito de Palcazú, Oxapampa, Pasco. Fue ganadora del Premio para la Conservación Carlos Ponce del Prado 2017, que reconoce la labor de personas dedicadas a la conservación ambiental en el Perú. Su misión es la protección de los recursos naturales.
Creció rodeada de árboles, de aves que volaban como pequeñas cometas sobre Palcazú, su pueblo. Celsa, no imaginó convertirse en protectora de una reserva natural a pesar de haber oído decir a su padre, don Marcelo, que las aguas del río se cuidaban, como la selva y su fauna también.
No es raro entonces, que esta joven yanesha sienta hoy en día que ser guardaparques es una extensión de su vida, que enseñar a las comunidades que rodean la reserva el amor por sus tradiciones es un activo que asegurará a ese pueblo amazónico su sobrevivencia.
Celsa es guardaparques de la reserva comunal Yanesha desde el 2010. Un área de conservación que supera las 34,000 hectáreas. Forma parte de un equipo de ocho personas. La única mujer es ella. Sostiene que su función es de control y vigilancia.
“Superviso que no se tale ningún árbol, que no se produzcan invasiones de terreno, que en su mayoría las perpetran personas que llegan de la sierra para que sus ganados pasten y engorden. Son ganaderos, y levantan sus chacras como si no pasara nada”, afirma.
No es su única tarea. Celsa también capacita a la población yanesha instalada, durante décadas atrás, en la llamada zona de amortiguamiento que rodea la reserva.
Allí, 10 comunidades se esparcen por esa área, definida por los expertos del Ministerio del Ambiente como el lugar para atenuar cualquier impacto negativo que pueda afectar el espacio natural. Ella integró con su familia paterna una de esas comunidades, la llamada 7 de Junio. Allí también enseña a escolares y grupos que ostentan su título de propiedad a cuidar ese patrimonio.
“Desde el programa “Hinchas por la Conservación”, los capacitamos en el cuidado de las diferentes especies de flora y fauna, en los beneficios que tiene un área natural protegida, pero también les enseñamos a respetarse, a no aceptar el machismo ni el abuso sexual a las mujeres”.
Mujer emprendedora
Si su padre le relataba historias de su pueblo y le enseñaba a reconocer los árboles que tienen fruto para las aves, y los que tienen para el consumo humano; su madre, doña Angélica, una mestiza de Oxapampa, la instruyó para amar el estudio e imaginar una vida distinta a la doméstica en la Amazonía.
Tal vez por eso no insistió en que don Marcelo inspirara los juegos de la pequeña Celsa en su lengua originaria. Una decisión, le confesó recientemente su progenitora, de la que se arrepintió. Pero todo ya pasó. Hoy en el Perú, felizmente, ya no se relaciona el progreso social con la negación de la identidad indígena.
Este año, la reserva comunal Yanesha cumplirá 30 años como área natural protegida, casi la edad que tiene Celsa, que en abril cumplirá los 33. Tiempo en el que ha aprendido, sobre todo desde que es guardaparques, cómo se maneja una brújula, cómo se recibe a los turistas, qué es la biología y de cuántas maneras se manifiesta.
“Se reconocer a los paujiles, las pavas, la diversidad de loros que conviven en esta reserva. He aprendido a valorar los recursos naturales de nuestro país y a pensar en las generaciones que vienen. Nuestra naturaleza es generosa, con cuidado podemos obtener de ella aire, agua, alimentos sin necesidad de destruirla. Me encanta trabajar con las comunidades nativas, soy parte de ellas”.
Hoja de vida
Llevó el Curso de Guardaparques en América Latina, en Córdova, Argentina (2011).
Mediante la institución Paso Pacífico de Nicaragua, participó en un intercambio de experiencias en que capacitó a guardaparques de la región (2014).
Hizo el diplomado de Conservación de Recursos Naturales en la Universidad de Yucatán, México (2014).
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(FIN) DOP/ SMS
Publicado: 7/3/2018