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Día de la Madre: "Si algo le pido a la vida es que mi hija camine, hable y me diga mamá"

Verdaderas historias de amor son protagonizadas por valientes madres en la Clínica San Juan de Dios

ANDINA/Eddy Ramos

ANDINA/Eddy Ramos

07:16 | Lima, may. 10.

Por Cecilia Fernández

Conoce la fuerza maternal puesta de manifiesto en obra y palabra a través del testimonio de tres mujeres que buscan rehabilitar a sus pequeños hijos.

Irma, Elizabeth y Albina comparten, sin proponérselo, un mismo anhelo: todas ellas son una suerte de pinceladas idénticas sobre un lienzo común, pero por sobre todo personalizan fuerza infinita para afrontar la crianza de un bebé que apenas llegó a sus brazos las puso de cara al gran reto de abrazar la discapacidad y transformar esa mezcla de sentimientos en el más perfecto combustible para sacar adelante a sus pequeños.

Con ellas y otras madres compartimos una mañana soleada en la Clínica San Juan de Dios; especial para nosotros los visitantes, pero cotidiana para cientos de niños y niñas que como parte de su diaria rutina acuden a las que parecieran interminables terapias en busca de construir una historia que los convierta en seres con autonomía física, emocional para integrarse a la vida misma.

Pero hoy vivimos una jornada especial con los niños Teletón, que realizaron un homenaje especial a sus progenitoras, el cual fue bautizado como “Mi experiencia artesanal”, organizado en conjunto con el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (Mincetur), en el que crearon con sus propias manos un regalo artesanal muy especial, mezclando la cultura y tradición peruana, pintando retablos, vicuñas y aves tradicionales del Perú.
El objetivo de “Mi experiencia artesanal”, realizada en el auditorio de la Clínica San Juan de Dios, era que los niños Teletón crearan un presente especial para sus mamás, el que no solo debía llevar el sello de su creatividad, sino también el espíritu artístico y ancestral de nuestro país, por lo que también se contó con la presencia y guía de reconocidos artesanos nacionales, con los que los pequeños lograron verdaderas obras de arte y presentes cargados de amor.

 “Quiero destacar y reconocer el invaluable esfuerzo de las madres de nuestros niños Teletón, quienes con valentía y amor inquebrantable acompañan a sus hijos con discapacidad en su proceso de rehabilitación. Su dedicación y entrega son un ejemplo de amor incondicional que inspira a todos. ¡Gracias por ser el pilar fundamental en esta noble labor!”, comentó Sergio León, gerente de Teletón Perú.



Historias de vida


Así, en medio del alboroto propio de la actividad, detectamos a una madre. Tímida, pero con una dulzura en su mirada cuando ve cómo su pequeño Fabián (de 4 años) toma entre sus manos un retablo en miniatura. Allí Irma olvida el sol que aún se resiste a irse y que calentó su piel todo el trayecto en transporte público desde El Agustino y hasta alistar el táper con alimentos que con paciencia le cocina a su pequeño para engañar el hambre.

“Me gusta verlo reír”, nos dice. Su rostro es joven aún, pero con las huellas de un sufrimiento que le apretó el alma y que casi le roba la vida cuando trajo a este mundo a Fabián.

“Me intoxiqué después de la cesárea y pasé por fiebres altas y momentos muy difíciles. Pedí a Dios que me diera fuerzas, tenía que recuperarme y salir de esto”, recuerda Irma como si fuera ayer.

Su mirada se extravía y en voz baja nos susurra cómo fue el día que le entregaron a Fabián: “Lo veía y se me venía el mundo. No podía aceptar…  el mundo se me vino abajo”.

Sus ojos que hace instantes parecían saltar comienzan a lucir vidriosos y un mar de emociones se verbalizan: “Estuve dos meses sin reaccionar, pero me dije ‘no puedo estar llorando’… y sí, fue muy duro para mí. Veía a mi hijo y a los tres meses tomé fuerza y yo misma entendí que esto no podía seguir así”.

Momentos de dolor

Ahora, elevando la voz, Irma rememora que se dijo a sí misma. “Mi hijo tiene que caminar, mi hijo va a caminar”.  Y así comenzó su peregrinaje por numerosos hospitales y centros médicos en busca de la respuesta que halló seis meses después en la Clínica San Juan de Dios.

Ni la pandemia pudo con ella y hoy parecen un mal sueño los momentos tristes, pero atesora las lecciones que la vida le dio. “Cuando llegué vi muchos casos más fuertes, vi niños que estaban peor que mi hijo”.


“Y me dije: ‘Si mi hijo puede sentarse y hablar, nosotros tenemos la esperanza de que va a caminar y lucharé por él’. Venía todos los días, hasta que le pusieron su prótesis, y esa ha sido la mejor ayuda. Empezó a hablar y ya puede mover mejor su brazo, su manito, con más fuerza”, detalla con orgullo.

Ella no espera este domingo rosas ni chocolates; para ella, el mejor regalo que podría darle la vida es “verlo correr”.

Su rostro se entristece, pero saca fuerzas, y ante la interrogante de que si tuviera que volver a vivirlo todo nuevamente señala segura que sí.

“Volvería a vivir las cosas bonitas y también las malas…pero, como dice Diosito, a los niños que vienen con alguna discapacidad es a quienes les ponen una mamá valiente”, sostiene convencida.

Voluntad y amor


Metros más allá, Elizabeth y Albina, quienes a simple vista no parecen tener mucho en común, felicitan a sus niñas Milagritos y Astrid, que a sus 10 y 8 años son el cascabel de la reunión por las buenas energías que contagian y conmueven.

La parálisis que las atrapa no ha sido impedimento para que con el soporte familiar y la tenacidad de sus madres se ponga de manifiesto en las incontables terapias que llevan a diario y que exhiben logros como si fueran auténticas medallas.




Astrid ya se encuentra, nos dice su joven y hermosa mamá, en las terapias con la letra L. Un avance que a sus cortos 8 años es celebrado por Albina que se muestra fuerte, quien confiesa que asimiló esta condición, pero “fue difícil” y hoy “sigo adelante; si me acuerdo todo lo que pasó, no avanzo. Como me dijo la psicóloga, tenemos que avanzar… Ella come sola, no usa pañal, camina agarrándose. Ha avanzado muchísimo en su lenguaje y es que mi niña tiene mucha voluntad porque quiere recuperarse”, detalla orgullosa.
Albina, como todas las mamis ahí, suspira y confiesa que si algo le pediría a la vida, aparte de la salud es que Astrid “camine y hable…que me diga mamá, te quiero mucho; mamá, vamos a seguir adelante”.

“Creo que si mi hija estuviera rehabilitada sería la mujer más feliz de la vida. Las cosas materiales se consiguen, tengo salud y vida”.

Elizabeth tiene en Milagritos una pequeña que “nos cambió la vida a todos”. Con esta frase nos cuenta que este caminar “ha sido complicado, pero por la perseverancia de mi hijita, la constancia y los logros que hemos visto tenemos fe en que va a salir adelante”.

Optimista y con una energía arrolladora, doña Milagros revela que su pequeña hoy en día y tras las intensas terapias que recibe en el hogar clínica “ella va al colegio; es, digamos, un poco independiente porque también va al baño sola. Siento que a ella solo le falta caminar”.

“Intelectualmente se está desarrollando bien y eso nos alegra como familia que está siempre detrás de su completa rehabilitación”, nos dice.

Si bien el objetivo hoy es verla caminar, Elizabeth nos confiesa que tiene un sueño recurrente. “Muchas veces la he soñado caminar hacia mí diciendo: ¡Mami, yo sí puedo!”, frasea mientras unas lágrimas lucha por no asomarse en sus ojos.




“Hoy es un sueño, pero sé que lo voy a lograr”, sentencia convencida de que su pequeña alcanzará esa meta.

Isidro en acción


Hablar con el hermano Isidro, rostro visible aquí en la clínica, puede resultar extenso y repleto de anécdotas. A pocos días de acercarse el Día de la Madre, quizá la efeméride más celebrada en el mundo, él recuerda entre las miles y miles de progenitoras que conoció –dentro de los pasillos y fuera de ellos– a una ancianita en extrema pobreza que buscaba ayuda.

Una peruana cuyo nombre hoy se pierde en su memoria, que a sus 72 años luchaba por rehabilitar a su nieto abandonado por una hija que no pudo abrazar la discapacidad de su pequeño y huyó dándole la espalda a la oportunidad de sacarlo adelante.

O a aquella madre que no pudo despedirse de su hijo, quien falleció en el Cusco en medio del internamiento. Un dolor que él recuerda hasta hoy “porque ella vivía muy lejos y no pudo llegar a tiempo”. Y así los casos se repiten y multiplican; pero para él cada caso es único y especial, y por ello seguirá sacando adelante a todos aquellos que busquen una oportunidad para ganarle a la vida.


Como se recuerda, la edición 2023 de Teletón Perú recaudó 8 millones 17 mil 217 soles que han servido para continuar con la rehabilitación de miles de niños, cifra que superó en 34% a la obtenida en su edición de 2021.

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(FIN) CFS/CFS


Publicado: 10/5/2024