Se inició el año escolar y muchos niños y adolescentes experimentan un sinfín de emociones, desde entusiasmo hasta nerviosismo, más aún si son alumnos nuevos que se cambiaron de colegio y empiezan una etapa en otra institución educativa.
De acuerdo con Gianfranco Argomedo, médico psiquiatra, especialista en niños y adolescentes del Hospital Arzobispo Loayza, menciona que se debe comprender primero que antes de ser alumnos o escolares, se trata de personas con características físicas y mentales particulares, quienes tendrán diferentes procesos en la adaptación escolar.
“Es necesario prestar atención a cada niño de forma individual, reconociendo que la experiencia de adaptación es única para cada uno”, sostuvo.
Preparación para las clases
Antes de iniciar las clases, es fundamental que padres y docentes estén preparados para identificar señales tempranas de posibles dificultades.
Argomedo sostiene que es necesario visitar el colegio previamente, solicitar fotografías de la infraestructura y conocer los espacios donde se desarrollarán las actividades previamente con el niño, para que se familiarice con su nuevo entorno.
“Que un niño, que recién se incorpora a un espacio diferente a su entorno, pueda reconocerlo con anticipación, reduce el miedo a lo desconocido y facilita una transición más suave al cambio” argumentó.
Asimismo, el especialista subraya la importancia de evaluar aspectos relacionados con la salud mental y el rendimiento académico, ya que se ha observado en los últimos años un incremento en los problemas de salud mental en niños.
“Detectar síntomas como dificultades de aprendizaje, problemas de coordinación ojo-mano, episodios de rechazo o de bullying, o incluso episodios de duelo, es crucial para intervenir oportunamente. Ante la presencia de estas señales, se recomienda acudir al centro de salud comunitario”, afirmó.

Adaptación en el salón de clases
Argomedo considera que el inicio de clases es un momento decisivo en el que se deben observar de cerca las reacciones y comportamientos del escolar. Algunos niños pueden mostrar resistencia a asistir a clases, manifestar ansiedad por la gran cantidad de compañeros o incluso sufrir estrés por cambios abruptos.
Por ello, los docentes deben aplicar evaluaciones abiertas que permitan identificar las capacidades y dificultades de cada estudiante, adaptando el proceso enseñanza-aprendizaje a sus necesidades individuales.
Argomedo menciona que, en la actualidad, se han incorporado herramientas digitales y tecnológicas en la educación, y que lo mejor es que se deje de idealizar que un niño o adolescente deba solo leer un libro o mirar y copiar lo que está escrito en la pizarra para aprender.
“Ahora se cuentan con otros nuevos recursos como videos, podcasts y libros digitales, aunque es importante regular su uso, dado que no todos los niños toleran largas exposiciones a pantallas”, señaló.

El especialista también menciona que esta debe complementarse con actividades prácticas, utilizando materiales lúdicos o juegos que estimulen el aprendizaje a través de la exploración.
También destaca que, en la actualidad, los padres y algunos docentes siguen enfrascados en ideas de enseñanza antiguas de hace dos décadas. Recomienda dejar de tenerle miedo a las herramientas digitales y tecnológicas, que actualmente se encuentran transformando la educación.
Apoyo en el proceso escolar
Argomedo menciona que los docentes, en conjunto con los padres, deban estar atentos a los logros y dificultades que surjan en el proceso en la etapa escolar, especialmente en casos de trastornos de aprendizaje —como dificultad de atender, comprender o responder en la clase—, procesos de duelo o mudanza de colegio o de casa.
Estas circunstancias pueden afectar la conducta y el rendimiento académico, por lo que es recomendable solicitar lo más inmediato posible una evaluación de un especialista en salud mental.
Con intervención inmediata se permite aplicar estrategias que ayuden al estudiante, como celebrar cada paso o avance, ya sea un objetivo o logro cumplido durante la clase, contar con espacios dedicados de una o dos horas con los padres y fomentar la colaboración de compañeros que cuenten con facilidades de aprendizaje en determinadas áreas para potenciar el desarrollo del estudiante.
Argomedo también señala que una causa frecuente de dificultades en la adaptación es la falta de interacción con el entorno, consecuencia del confinamiento por la pandemia.
“Esta etapa de confinamiento ha evitado la exploración, especialmente en los infantes de uno o dos años, y que ahora se encuentran iniciando su etapa escolar con ciertas limitaciones sensoriales y habilidades motoras”, advirtió.

Argomedo recomienda que los padres pueden resolver estas dificultades en casa utilizando material extra que se encuentra en internet para estimular las habilidades sensoriales y motrices, como la coordinación de la mano al cortar, pegar o manipular objetos.
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(FIN) JRD/LIT
Publicado: 18/3/2025