Por Cecilia Fernández SivoriLa artista peruana y diseñadora de interiores Ana Sofía Casaverde ha hecho de lo diminuto lo suyo. Sus manos, pero sobre todo su corazón, la han guiado a recrear momentos, obras y todo aquello que nos conecta en esta vida.
Ana Sofía, hoy, a sus 38 años, reencuentra entre sus recuerdos a la pequeña que premunida de tijeras, goma y todo aquello que su imaginación pudiera transformar en un insumo creaba sin pausa las más diversas manualidades allí detrás del mostrador de la bodega en la que su madre día a día salía adelante.
Mientras tanto, en la pantalla chica, Gonta y Nopo, con su emblemático programa ¿Puedes hacerlo tú? se convertía en el estímulo perfecto, en el combustible que encendía su imaginación y esos deseos de crear manualidades de todo tipo que se fortalecían con el paso de los años como fiel televidente de un programa emblema en esos menesteres: Utilísimas.
“De niña le pedía a mi mamá cajas, retazos o cualquier elemento que pudiera servirme para hacer mis manualidades. Ahora que lo recuerdo, ella me matriculaba en cursos de todo tipo, como bordado en perlas, pergaminos, sin saber que eso me nutría”, nos cuenta divertida. Toda esa expertise la convertiría en la artista que es hoy; dándole la posibilidad de llevar su talento a las galerías de arte más importantes del mundo con sus trabajos en miniatura.
Aunque soñaba con ser mago o astronauta, ya en la adolescencia Ana Sofía enfrentó la decisión académica que nos impone la vida… el arte no era una opción para ella. “Como era tan natural crear y se me hacía tan fácil para mí, no creía que podría ser una carrera”, y fue así que las carreras tradicionales se transformaron en una opción segura.
Afortunadamente, con el paso del tiempo su talento la acercó a lo suyo al elegir la carrera de Diseño de Interiores, la cual estudió compartiendo su tiempo con la elaboración de diversas manualidades. Luego vendría un blog, tutoriales por YouTube, compartir fotos en plataformas, en las que interactuaba con una comunidad que admiraba sus trabajos.
Y así se impuso ser parte de un reto mundial que desafiaba a los participantes a elaborar una pieza de origami diaria por un año entero, y sí que lo logró. Su determinación la llevó a exponer su arte en el país que la vio nacer. Sin embargo, la pandemia llegaría para transformarlo todo: “Me quedé sin trabajo y me enfrenté a una nueva realidad. Como a muchos, la situación nos enfrentó a nosotros mismos”.
Emoción y oportunidad
La incertidumbre sacó la inventiva y “entendí que podía trabajar como artista encapsulando pequeños momentos felices, buscaba atraparlos y generar conexión trabajándolo en miniaturas”, explica Ana, quien hoy da charlas TED sobre el porqué este arte enternece y genera emociones de protección a sus diminutas obras de arte.
Casi sin proponérselo comenzó a trabajar diversas piezas y el reconocimiento llegaría vestido de casualidad con la representación de Noche estrellada, de Van Gogh, que fue el primer paso para adquirir notoriedad al ser reposteada nada más y nada menos que por el museo que exhibía las obras del artista.
En medio del aislamiento, un productor francés la invitó a exponer a la Ciudad de la Luz y no sin temor dijo: “Acepto, ¿pero estamos en pandemia, ni siquiera puedo salir de casa? Llegué hasta pensar si la propuesta era real o no, pero sí lo era”.
Pese a que no pudo viajar en aquel momento, el productor insistió y ella mantuvo la conexión; así fue que pudo hacer realidad su participación en “Small is Beautiful” (“Lo pequeño es hermoso”), que vivió en Londres durante el 2022 como un gran sueño.
Aquel momento maravilloso en su vida le dio la oportunidad de rendirle, además, un homenaje a su madre, a esa mujer que detrás de un mostrador fue artífice del reconocimiento de hoy. “Presenté una florería en miniatura, algo con lo que ella siempre soñó en Curahuasi y que no pudo hacer realidad”, recuerda emocionada.
Sentido de pertenencia
El circuito internacional le abrió sin vacilar las puertas y hoy es una artista de lo diminuto convocada para exponer su arte, uno que no le hace olvidar de dónde viene y así traduce su sentido de pertenencia a esta patria con piezas como retablos y creando hoy con un propósito que resalte nuestra riqueza de país.
El arte es un bálsamo no solo para quien lo disfruta visualmente, sino también para quien lo crea. Y para Ana Sofía, ver a un espectador vibrar con su arte es “sentir que todo el esfuerzo valió la pena, ver una sonrisa lo es todo”.
Así, la niña que jugaba con retazos y que hoy apela a material reusable para continuar con sus propuestas, les dice a todas las pequeñas que sueñan como ella que sigan por más. “Que sepan que el avance de la tecnología no va a quitarnos lo hecho a mano. Y lo que sea que hagan, denle tiempo para que valoren así todos los procesos”.
El trabajo de Ana Sofía Casaverde ha sido reseñado por la afamada revista Vogue al destacar el arte en miniatura de bolsos de renombradas marcas.
Una revista coreana también le brindó un singular despliegue periodístico. Para ella es conmovedor, pero sobre todo destaca la posibilidad de llevar el nombre del Perú con ella; “me llena de orgullo”.
Su pieza en miniatura de un retablo de 1 x 1 centímetros se exhibe en “Retablo. Cajón de maravillas”, en Casa O’Higgins (jirón de la Unión 554, Lima).
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(FIN) CFS/RES
Publicado: 4/7/2024