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De estudiar en un colegio sin electricidad a recibir una condecoración del Rey de España

La impresionante historia del académico peruano Luis Abanto Rojas

ANDINA/Difusión

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10:25 | Lima, ago. 28.

Por Cecilia Fernández Sívori

Parece ayer cuando a sus 17 años, Luis Abanto Rojas partió del Perú con una mochila de sueños, dejando atrás las desafiantes condiciones de un país sumido en crisis y con escasas oportunidades, sin imaginar que ese sería el inicio de una vida que hoy ofrece un legado y que lo ha convertido en un maestro que impregna su huella.

Entre sus numerosos logros está el haber sido distinguido con la condecoración de la Orden del Mérito Civil en el grado de Cruz de Oficial, otorgada por el rey de España Felipe VI en reconocimiento a su destacada y extensa labor de difusión de la lengua española en Canadá.

Luis Abanto Rojas, hijo de migrantes, llevaba la fuerza telúrica de Cajamarca en su ADN, pero también el sello del arte por parte de su padre, quien como músico le heredó el talento que fue, sin proponérselo, su pasaporte para un futuro en el exterior.


“Estudié en una escuela donde no había electricidad, el colegio 3050 en Independencia. Y luego en el Mariano Melgar de Breña. Mis padres creían firmemente en la educación, ellos eran esa generación de migrantes que llegaron a Lima en los años 50 y 60. Muchos no hablaban español, eran iletrados. Mi papá solo pudo estudiar la primaria y trabajaba en el campo como peón. Por eso creía firmemente que sus hijos tenían no solo que acabar el colegio, sino debían ir a la universidad”, recuerda.



En su adolescencia se debatía entre estudiar Contabilidad o Derecho hasta que, por esas cosas del destino, un amigo lo incentivó a viajar a Francia. “En el barrio teníamos un grupo de música latinoamericana, un boom en aquel entonces, nos bautizamos como Intillacta, formado por chicos de 14 y 15 años; creo que por eso llamábamos la atención y ahí descubrí mi pasión por la música”.

“Mis padres me alentaron, pero ahora imagino cómo deben haberse sentido el dejar partir a un hijo tan joven. Hoy con mis propios hijos los comprendo y sé que mis padres siempre quisieron lo mejor para mí dentro de sus posibilidades y me dieron autonomía para que me desarrollara como mejor pudiera”, explica.

Brecha intelectual


Estuvo dos años en Francia, pero ese entusiasmo de la vida bohemia, que duró dos años, lo trajo de vuelta a una realidad que le sonó incierta.

Finalmente se decidió por la ruta académica. “Fue una buena decisión, llega un momento en que la vida artística te deja grandes satisfacciones, pero tiene sus paradojas que en algún momento se convierte en algo mecánico y eso es cruel”.



Luis sentía la necesidad de regresar al Perú que lo vio nacer; así lo hizo, con el dinero ahorrado en ese periplo musical europeo, pero la situación social había recrudecido y decidió enfocarse plenamente en los estudios aprovechando las oportunidades educativas que le brindaba el sistema galo y a bajo costo, lo que como estudiante podía solventar.

Sin embargo, pronto se daría cuenta de que había una brecha intelectual educativa. “Fue un reto, lo primero fue darme cuenta de mis carencias. La educación francesa era altísima. Era desalentador, pero al mismo tiempo motivador”, recuerda de esos inicios académicos que lo forjaron.

“Había que tener tema para socializar. En la bohemia puedes hablar de cualquier cosa, pero ya socializar allí era en torno al libro que habías leído. Dije ¡wow! no sé nada. Gracias a ello se me entró esa visión y fue totalmente positivo. Las buenas juntas como decían las abuelas”.

Ya en la carrera de Humanidades, Luis comenzó el largo romance con la lectura y las veladas académicas que poco a poco fueron nutriéndolo y haciéndole comprender aquel sueño de sus padres de que la educación siempre será la llave mágica en la vida.

Hoy, Luis es profesor asociado y actual director del Departamento de Lenguas y Literaturas Modernas y de la Licenciatura de Español de la Universidad de Ottawa, Canadá.

Difusión del español


Las maestrías y doctorados fueron parte de su formativa hasta asentarse en Ottawa; desde ahí, sin buscar retribución alguna, ha trabajado incansablemente en la difusión de la lengua española, no solo con sus alumnos, sino también con la comunidad a la que él busca transmitirle conocimiento y amor por la cultura hispánica.

Así fue distinguido con la Orden del Mérito Civil en el grado de Cruz de Oficial, otorgada por el rey de España Felipe VI en reconocimiento a su destacada y extensa labor de difusión de la lengua española en Canadá.

Esta distinción cuenta con una anécdota que Luis nos confía: esta Orden no se la otorgan a extranjeros y en su caso fue una excepción, lo cual lo hace sentir más que orgulloso.

Creer en uno mismo


“He trabajo en abrir esos caminos sin pensar en ninguna recompensa. Promoviendo, abriendo espacios y puertas para otros porque así es el humanismo. Desde que empecé me dediqué a hacer festivales, conferencias, talleres en las escuelas de la región y trabajaba mucho con la veeduría de educación”, nos dice.

Piensa en qué hubiera sentido su padre, fallecido hace ya diez años, si hubiera presenciado esa condecoración. “Él, como millones de peruanos, apenas pudo hacer la primaria en las sierras del Perú. Su sueño como migrante lo cumplí”, sentencia.

A los niños que como él anhelan hacer patria les deja un mensaje: “Hay que creer en uno mismo. Digamos que antes de creer en lo externo, crean en sus capacidades. Todo niño o persona es un ente creador. Al final, el fruto de esa creación cae sobre uno mismo. El beneficio no llega cuando estás sentado. Un esfuerzo es necesario, hay que creer siempre en el conocimiento en general”, concluye. Sin duda, una hitoria para contar y admiar.
 

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(FIN) CFS/CFS

Publicado: 28/8/2024