En la finca Munaypata de la comunidad de Iparo de la provincia puneña de Sandia, yacen los restos de Nicanor Ochochoque, el padre de Prudencio, el laureado joven caficultor que aún no olvida la muerte de su progenitor, pero siente que los cuida desde la eternidad.
No podía ser de otra manera, que rendirle un póstumo homenaje, con una
medalla de oro que ganó en el VI Concurso Internacional de Cafés Tostados al Origen AVPA, desarrollado en París (Francia). El premio internacional que soñó Nicanor, cuando estuvo en vida.
“Se cumplió tu deseo y cuida por nosotros”, imploró entre lágrimas Prudencio, tras acercarse a la tumba de su padre, además de renovarle su compromiso de cuidar a su madre y de los cafetales.
Prudencio, es el ultimo de cuatro hermanos, el heredero de la finca Munaypata, el pedazo de tierra que vio nacer al café “Sandia Coffee”, que obtuvo la medalla de oro en el reciente concurso internacional de Francia, consolidando a la Amazonía de Puno, como la cuna del mejor café del mundo.
Junto a Prudencio Ochochoque, también obtuvo la medalla de oro Genaro Cahuana Quispe, del distrito de Alto Inambari, quien concursó con la marca 'Café Candelaria'.
Otros productores de Puno que recibieron reconocimiento fueron:
Adán Rodrigo con la marca ‘Cafe Esquilaya’, del distrito de Ayapata (Carabaya), obtuvo la medalla de plata y bronce en la categoría Puissant Aromatique Acidulé. Y Juan Ernesto Tito Quito, quien con la marca ‘Yana Uya Coffee’ del distrito de Yanahuaya obtuvo el premio a la calidad en la categoría Gourmet.
En Iparo, no hay servicio de telefonía móvil ni Internet, una limitante con el que tiene que lidiar Prudencio Ochochoque. El día que se conoció los resultados del concurso internacional, todos sus amigos y familiares lo llamaban para felicitarle por su logro, pero su teléfono celular se encontraba apagado.
“Un día salí en busca de señal de la Internet, caminé unos 5 kilómetros de mi finca, ahí recién me enteré de la noticia y me sentí feliz”, refiere el laureado agricultor, quien ya había ganado en un concurso local, uno de los requisitos para que las muestras de su café sean enviadas a Francia.
Considera que el reconocimiento internacional es una motivación especial para trabajar con mayor empeño, cultiva cuatro variedades de café: catimor, borbón, caturra amarilla y roja, los que se encuentran instaladas en un área de más una hectárea.
Recuerda que su pasión por el café se inició muy pequeño, era el engreído de su padre, que le enseñó y transfirió sus sabiduría. “Él se levantaba muy temprano, me decía que para ser grande en la vida hay que trabajar”, narra.
En el momento cuenta con el apoyo de Devida, entidad del Estado que le brinda asistencia técnica de manejo de café, uso de abono y recibió módulos de post cosecha. Espera que otras entidades, se sumen con proyectos de fortalecimiento del cultivo de café en todo el valle de Sandia.