Cuando empezó la carrera de ingeniería forestal y medio ambiente sintió el llamado de la naturaleza, y el camino que eligió fue el de su protección. En 11 años, Rosa Liliana García García ha visto el crecimiento y depredación de Los Manglares de Tumbes, y las 2,972 hectáreas que tiene a su cargo las cuida más que nunca como jefa del santuario nacional.
Cuando le pregunto qué siente por los manglares de su Tumbes querido, se queda pensando y suspira. “Los amo, y cada día que los conozco más, crece ese sentimiento…”. Rosa, hace una pausa, sabe de ellos, como la palma de su mano.
Ella
es jefa del Santuario Nacional Los Manglares de Tumbes, un área natural protegida por el Estado en donde empezó sus labores como guardaparque voluntaria; luego, oficial; después especialista en esa temática ambiental, hasta convertirse hoy, y desde hace tres años, en la máxima autoridad de ese único ecosistema que tiene el Perú en el norte de su territorio.
Rosa Liliana ha crecido en el santuario, conoce los mangles, sus enormes y originales raíces dentro de las aguas de los ríos Tumbes y Zarumilla, que cobijan conchas negras, cangrejos y peces, y a una diversidad de vida hidrobiológica, únicas en la región.
Rosa García vigila para evitar la depredación de los mangleres de Tumbes
Los mangles rojos, colorados, blancos, tipo piña y salado, que nacen en las 2,972 hectáreas a cargo del Sernamp, son parte de ella; y con el equipo de guardaparques patrulla cada espacio del lugar, de sur a norte, y la zona que hace frontera con el Ecuador, para evitar la depredación de esa comunidad de seres vivos.
“Siento coraje cuando veo el daño que le hacen a esa especie de reino de Dios, personas del país vecino, gente que no tiene conciencia de la importancia de conservar los recursos naturales”, comenta esta celadora que, sobre la embarcación, El osito manglero, cumple su función de celadora.
Aliados por siempre
Sin embargo, y en este punto se detiene, cuenta que, gracias a la iniciativa de concheros, cangrejeros y pescadores de red, el consorcio creado por ellos,
Manglares del Noroeste del Perú, cogestiona con el Estado ese hábitat natural. Una experiencia que se ha convertido en un referente para América Latina.
Es única, cuenta, consolidada a puro punche, porque trabajar con hombres, y mayores, no es sencillo, existe machismo y un poquito de desdén si todavía eres joven, dice. Los cierto es que esa comunidad está involucrada en la protección, cumple con la extracción máxima permitida, y últimamente ya están participando mujeres, sobre todo como concheras.
En la pandemia, atravesaron momentos muy difíciles. Aunque no detuvieron sus actividades para asegurar sus ingresos económicos, pues abastecen a la gastronomía del país, su labor diaria se redujo a tres veces por semana. Lo increíble es que, por esa razón, “recuperamos especies, hasta se detectó la presencia de aves que no llegaban allí, y recibieron apoyo social”.
Potencial turístico
Once años dedicados a cuidar sin respiro los manglares de Tumbes, le han servido a esta joven tumbesina, heredera por línea paterna de la cultura Tumpis, para tener la certeza de que las autoridades públicas de su región tienen que poner en valor el
Santuario Nacional Los Manglares, pues su potencial turístico es enorme.
La emergencia sanitaria y la conmemoración del bicentenario son dos oportunidades para que este esfuerzo sea realidad; los ojos del mundo tienen que colocarse sobre este ecosistema, único en el Perú, sostiene.
También realizan labores de vigilancia y monitoreo con los integrantes de Manglares del Noroeste de Perú.
“El valor de los manglares es enorme, y todavía no se le reconoce. Deseo con todo mi corazón que eso ocurra. Hemos hecho de todo para protegerlos, tengo la fortaleza para hacerlo, pero su conservación, es una tarea de todos”.
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(FIN) DOP/ SMS
JRA
Published: 9/20/2021