Más allá del contacto físico violento, una violación sexual siempre afecta emocionalmente a las víctimas y superar ese trauma dependerá de cada una, aunque en algunos casos puede ocasionarles perturbaciones de por vida, afirmó hoy el psiquiatria Humberto Castillo, director del Instituto Nacional de Salud Mental.
Consultado a propósito de lo dicho por la congresista Luciana León (Apra), quien dijo que el lavado vaginal o la píldora del día siguiente pueden ser alternativas frente a una violación sexual para no salir embarazada, el galeno señaló que la agresión sexual es sobre todo "un acto de violencia y de abuso de poder de una persona sobre otra".
"La violación sexual está motivada por impulsos agresivos, de dominación, de doblegación de la víctima, más que impulsos propiamente eróticos. De hecho, el perpetrador del acto tiene problemas de inmadurez emocional, persistencia de impulsos agresivos y dificultad para controlarlos, pero además tiene conciencia de lo que hace y lo planifica".
Castillo sostuvo que el contacto físico entre víctima y agresor es solo una parte del problema y que las mayores secuelas vienen luego, con el estigma de la víctima, la compasión perversa (!pobrecita, le desgraciaron su vida!), la revictimización en procedimientos policiales o judiciales, así como secuelas emocionales como sentimientos de culpa, perturbaciones en su dinámica sexual y desconfianza hacia los hombres.
Comentó que en la atención médica que realizan como especialistas de salud mental se busca que la violencia sexual no sea visto como una experiencia ni vivencia sexual, sino como un ataque de manera violenta en el cual la víctima no tuvo ninguna culpabilidad.
Manifestó que un tercio de víctimas llega a procesar estos traumas como "un accidente" y se recupera dejando de lado la culpa, el miedo y la rabia, pero otra cantidad similar demora años en hacerlo, mientras que a otro grupo las secuelas le quedarán de por vida.
"Todas las víctimas tendrán un nivel de afectación emocional, habrá un daño emocional de todas maneras y la magnitud de ese daño dependerá de las características de cada persona. En mujeres ansiosas, depresivas, inestables emocionalmente y con problemas de autoestima, el impacto de una violación es más fuerte", anotó.
En el caso de los niños y adolescentes, recordó que muchas veces el agresor sexual está dentro o cerca del hogar y que la violación en sí está amarrada a engaños, manipulaciones, amenazas y actos orientados a fomentar el terror, el miedo, la culpa y la rabia.
Finalmente, Castillo subrayó que la persona víctima de violencia sexual debería tener toda la comprensión de la sociedad, para minimizar las consecuencias del daño y en este trabajo juega un rol importante el apoyo de la familia.
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