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Mundial Rusia 2018: ¿cómo era el Perú en su última participación mundialista?

Una mirada retrospectiva a la coyuntura política y social en Mundial España 1982

Foto: ANDINA/archivo.

Foto: ANDINA/archivo.

07:49 | Lima, jun. 15.

Por Rodolfo Espinal

La última vez que la selección peruana participó en un Mundial de Fútbol fue en junio de 1982, hace larguísimos y casi eternos 36 años. Toda una vida, como la letra de un antiguo bolero. Hoy que somos parte del Mundial de Rusia 2018 y que esperamos con fe y nerviosismo el debut frente a Dinamarca, bien vale la pena recordar el duro contexto político y social de aquel año, imposible de olvidar para muchas generaciones.

Nada era igual en el Perú en 1982. Nuestro país era gobernado por Fernando Belaunde Terry, quien había heredado el desastre causado por 12 años de la primera y segunda fase de la dictadura militar, y a quien sus críticos más feroces solían dibujarlo sobre una nube. Muchos de ellos destacan hoy que FBT haya muerto sin exhibir ningún signo de enriquecimiento ilícito. Mira la galería fotográfica aquí 

El Congreso de la República tenía cámaras de Diputados y Senadores. Alan García era un diputado de 33 años con sueños presidenciales. El ingeniero Alberto Fujimori era un profesor común y corriente en la Universidad Agraria La Molina y Vladimiro Montesinos, un cuestionado capitán retirado del Ejército con ínfulas de influencia y poder que luego haría realidad. Pedro Pablo Kuczynski, en tanto, se desempeñaba como ministro de Energía y Minas.

Congreso de la República

Un año después del último partido mundialista peruano en España 1982, el cajamarquino Alfonso Barrantes Lingán logró que la izquierda ganara por primera vez la estratégica alcaldía de Lima. En esos años, el Tío Frejolito era un político popular en el Perú. Su famoso "vaso de leche" todavía es recordado por muchos.

En pleno Mundial de España 1982, Mario Vargas Llosa, ya por entonces un famoso escritor, ejercía como periodista deportivo. Ocho años después, en 1990, se esfumaron sus sueños de ser presidente del Perú. El Nobel de Literatura lo aguardaba.   

Alan García

Tras junio de 1982, las huelgas del Sutep y las promovidas por la entonces poderosa CGTP ponían en dificultades a la administración belaundista, que meses después sufriría los estragos del devastador paso del Fenómeno de El Niño en el norte del país.

Solo dos meses antes, en abril, Perú había apoyado con firmeza y hasta con logística a la hermana Argentina en su desigual lucha contra el Reino Unido de Gran Bretaña, por la posesión de las islas Malvinas. 

El terror


Terrorismo

Los militares no asumían todavía el control de la lucha contra el terrorismo; mientras las bombas, los asesinatos y las voladuras de torres eléctricas empezaban a ser parte cotidiana de nuestras vidas. Algunos se acostumbraron a los apagones, a vivir entre penumbras por culpa del demencial senderismo. Otros, muchos, no pudimos nunca.

Tarata, los coches bomba, Lucanamarca, Barrios Altos, La Cantuta, las tenebrosas "cárceles del pueblo", los campesinos despedazados, no emergían todavía con ese recuerdo sangriento y de dolor.

Abimael Guzmán no había perpetrado aún sus actos más sanguinarios y destructivos, y ni Víctor Polay, con el MRTA, se había plegado a esa maldita espiral de violencia que empezaba a desangrar al país.

Los periodistas masacrados seis meses después en Uchuraccay cumplían por esos días sus comisiones con lapiceros, cuadernos de apuntes y sencillas cámaras fotográficas y grabadoras, sin presagiar su fatal y espeluznante destino en la puna ayacuchana.

Nada era igual en el Perú. La inflación empezaba su vertiginoso camino a las cifras siderales que alcanzó años más tarde. Y menos aún se hablaba en junio de 1982 de términos económicos que se volvieron tan comunes luego como la hiperinflación, devaluación, paquetazos, recesión, el "shock" y hasta los tristemente conocidos dólares MUC.

El éxodo


Peruanos

No eran muchos los peruanos que en ese año habían emigrado al extranjero a buscarse un mejor futuro. Luego, pocos años después de 1982, miles, como una estampida humana, llegaron de forma ilegal a Estados Unidos, Italia, España, Argentina, Chile, Japón o cualquier otro país que les brindara la posibilidad de trabajar. Se iban a diario en cualquier forma y a cualquier precio. Éramos, la mayoría, inelegibles para cualquier tipo de visa.

Año a año, el asombroso éxodo peruano avanzaba incontenible como una terrible hemorragia en medio del dolor de miles de familias. Muchos no pudieron reencontrarse nunca, ni mucho menos enterrar a sus seres más queridos. Muchos volvieron décadas después..., pero ya nada era igual en el Perú.

Eso fue lo que les tocó vivir a muchas generaciones de peruanos, incluida la mía. Eramos aquellos que teníamos aún el orgullo de decir que habíamos visto a la última selección peruana que jugó un Mundial. Somos quienes el sábado estaremos disfrutando, junto a nuestros hijos, el retorno de Perú a la fiesta máxima del fútbol. Mientras eso suceda, agradeceremos desde el fondo de nuestros corazones el que ellos no hayan vivido la difícil etapa que a nosotros nos tocó sufrir.

En el Perú del último Mundial, nada era igual.

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(FIN) RES
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Publicado: 15/6/2018